Los republicanos lograron un dominio abrumador
Los resultados de las elecciones de medio término concedieron al partido opositor una mayor hegemonía en la Cámara de Representantes y un claro avance en la Cámara Alta. Ahora los republicanos pasaron también a controlar el Senado, después de 2006 y ganar varias gobernaciones que estaban en poder de los demócratas. El presidente fue el gran perdedor
Daniel García Marcó y Beatriz Juez - Columnistas de DPA
Los republicanos conquistaron ocho años después el Senado de los Estados Unidos y con el dominio completo del Congreso obligarán al presidente Barack Obama a pactar para aprobar nuevas leyes en sus dos últimos años de mandato. Los triunfos en West Virginia, Arkansas, Dakota del Sur, Montana, Colorado y Iowa aseguraron a los republicanos los seis nuevos puestos que necesitaban para lograr el mínimo de 51 escaños para controlar la Cámara Alta. El Senado, que renovó a un tercio de sus miembros, estaba dominado por los demócratas desde 2006.
Como se preveía, los republicanos confirmaron también su dominio en la Cámara de Representantes que controlan desde 2010 y que renovaba sus 435 puestos.
A partir de ahora será un enfrentamiento Casa Blanca vs. Capitolio, pero tras dos años de parálisis y con las elecciones presidenciales de 2016 en el horizonte, parecen condenados a llegar a acuerdos. Eso será mañana; los ganadores del martes se dedicaron a saborear la victoria.
Ganadores
“Los principios y el mensaje de nuestro partido han tenido eco en los votantes de todo el país. Esto es un rechazo a las políticas fallidas del presidente Obama”, dijo Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano.
“Los estadounidenes han dado a los republicanos la oportunidad de conducir el país en una dirección mejor. Los republicanos en el Senado y en la Cámara de Representantes están preparados para escuchar a los estadounidenses. Esperemos que el presidente Obama también”, añadió Priebus.
El líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, defendió su puesto en el estado de Kentucky y tendió la mano. “Tenemos la obligación de trabajar juntos. Que tengamos sistema bipartidista no significa que debamos estar en perpetuo conflicto”, pidió McConnell.
También Obama convocó a los líderes de ambas facciones en las dos cámaras a una reunión, mañana, en la Casa Blanca. McConnell, sin embargo, aventura nuevas disputas tras dos años de bloqueo legislativo por la pelea entre los partidos. “No espero que el presidente se levante hoy y vea el mundo de forma diferente; y él sabe que yo tampoco”, planteó uno de los grandes rivales de los demócratas, pero también uno de los más propensos al consenso en el Senado.
Un avance de las dificultades lo dio Mitt Romney, el candidato republicano a las presidenciales de 2012 ganadas por Obama: “Su agenda nos ha hecho un gran daño dentro y fuera del país”.
Perdedores
Quedan dos años hasta las presidenciales y no hay tiempo que perder tras 24 meses de disputas políticas que han hecho que haya empeorado la imagen que los estadounidenses tienen sobre Washington.
Ése fue el mensaje de John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes y líder republicano: “Recibimos con humildad la responsabilidad que los estadounidenses han depositado en nosotros, pero no es tiempo para celebraciones. Es hora de que el gobierno empiece a obtener resultados e implementar soluciones ante los desafíos a los que se enfrenta nuestro país, empezando por nuestra economía en dificultades”.
“Los votantes han dejado claro que quieren que trabajemos juntos. Yo estoy dispuesto”, dijo conciliador Harry Reid, líder demócrata en el Senado.
Desafíos
Capitolio y Casa Blanca deberán entenderse para llevar adelante sus respectivas agendas. Ambos tienen derecho de veto sobre el otro, pero Obama cuenta con la potestad de tomar medidas ejecutivas por su cuenta.
En ambas agendas aparece en la lista de cuestiones pendientes la reforma migratoria, una de las grandes promesas de Obama desde que llegó a la presidencia en 2008 y bloqueada por los republicanos en la Cámara Baja
El presidente con esa reforma para sacar de las sombras a los 11 millones de indocumentados que actualmente viven en el país.
Esa ley y otras relacionadas con impuestos, medioambiente, infraestructuras y demás requerirán de amplios consensos para salir adelante.