Por María Ester Véliz
19 Diciembre 2014
“Un plato de comida no se le niega a nadie... Yo pasé hambre y frío, y fue triste y doloroso. Nadie puede hablar de hambre si no lo ha sentido, si no lo ha vivido. Tampoco de la droga, si no tienen un ser querido adicto. Tengo un hijo adicto que ya es hombre: hay veces que está bien y, otras, que está muy mal... Me duele la gente que no tiene trabajo digno... No debería haber planes sino trabajo... La mejor educación que podemos darle a la gente es el trabajo...” Margarita Barrientos dice lo que piensa, no se calla nada, y repite con énfasis que no miente porque no le gusta que le mientan. La conoció el país cuando Mirtha Legrand, en 1999, hizo su programa desde Los Piletones, en Villa Soldati de Buenos Aires, para difundir la obra solidaria y caritativa que la mujer santigueña desarrollaba en silencio. Viviendo del cirujeo decidió compartir su pan con el otro. Comenzó en 1996 alimentando a una treintena de niños tan pobres como ella, y gracias a la solidaridad de muchos argentinos hoy les da desayuno, almuerzo y cena a 2.300 personas (niños y adultos) con necesidades básicas insatisfechas. Con su ejemplo logró que unas 30 mujeres del barrio la ayuden sin cobrar un centavo.
“Digo siempre la verdad aunque a muchos no les guste... No me caso con ningún partido, no le debo nada a nadie y no me vendo a nadie...” Sus expresiones son auténticas, le brotan del alma. Quizás por eso, hace un par de días dejó atónitos a los panelistas en el programa “Intratables”, que conduce Santiago del Moro por canal América. Algunos de los presentes tuvieron la valentía de hacer un mea culpa cuando la mujer machacó sin tapujos que se siente desilusionada por tantas promesas y mentiras. “Quiero representantes que nos respeten, que no nos mientan, que nos eduquen, que nos den trabajo...”, clamó la mujer una y otra vez. Lo hizo en tono firme, mirando a los ojos de los concurrentes. Es que nada la intimida ni le hace bajar los brazos... Por decir siempre la verdad recibió amenazas y uno de sus doce hijos (tres de los cuales “son del corazón”, aclara) fue agredido a ladrillazos.
Sucede que Margarita -elegida Mujer del Año en 1999, Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2011, y homenajeada este año en la Cámara de Diputados de la Nación por su acción solidaria- conoce del derecho y del revés el abandono, la miseria y las carencias humanas... A los 12 años, en su Añatuya natal, Santiago del Estero, perdió a su madre toba con leucemia. Su padre la abandonó junto a sus once hermanos. Su hermano mayor hizo lo mismo con ella... Pero lejos de cederle el paso al despecho y al resentimiento, Margarita formó su hogar y abrió su corazón a propios y extraños. “Amo este trabajo... Ojalá nadie tuviera que ir a comer en Los piletones, todos deberían tener su comida y su vida digna, pero mientras no sea así, en mi comedor siempre habrá alimento para cualquiera que lo necesite...”
Margarita Barrientos tiene apenas aprobado tercer grado. No tiene mucha labia. No le hace falta. Su dedicación al prójimo y la bandera de la verdad que enarbola bastan y sobran para tomar de ejemplo.
“Digo siempre la verdad aunque a muchos no les guste... No me caso con ningún partido, no le debo nada a nadie y no me vendo a nadie...” Sus expresiones son auténticas, le brotan del alma. Quizás por eso, hace un par de días dejó atónitos a los panelistas en el programa “Intratables”, que conduce Santiago del Moro por canal América. Algunos de los presentes tuvieron la valentía de hacer un mea culpa cuando la mujer machacó sin tapujos que se siente desilusionada por tantas promesas y mentiras. “Quiero representantes que nos respeten, que no nos mientan, que nos eduquen, que nos den trabajo...”, clamó la mujer una y otra vez. Lo hizo en tono firme, mirando a los ojos de los concurrentes. Es que nada la intimida ni le hace bajar los brazos... Por decir siempre la verdad recibió amenazas y uno de sus doce hijos (tres de los cuales “son del corazón”, aclara) fue agredido a ladrillazos.
Sucede que Margarita -elegida Mujer del Año en 1999, Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 2011, y homenajeada este año en la Cámara de Diputados de la Nación por su acción solidaria- conoce del derecho y del revés el abandono, la miseria y las carencias humanas... A los 12 años, en su Añatuya natal, Santiago del Estero, perdió a su madre toba con leucemia. Su padre la abandonó junto a sus once hermanos. Su hermano mayor hizo lo mismo con ella... Pero lejos de cederle el paso al despecho y al resentimiento, Margarita formó su hogar y abrió su corazón a propios y extraños. “Amo este trabajo... Ojalá nadie tuviera que ir a comer en Los piletones, todos deberían tener su comida y su vida digna, pero mientras no sea así, en mi comedor siempre habrá alimento para cualquiera que lo necesite...”
Margarita Barrientos tiene apenas aprobado tercer grado. No tiene mucha labia. No le hace falta. Su dedicación al prójimo y la bandera de la verdad que enarbola bastan y sobran para tomar de ejemplo.