10 Febrero 2015

Linchamiento

Soy una de las vecinas que evitó el linchamiento en Villa Alem, el sábado 7, al mediodía. Escuché gritos, salí a la puerta y vi alrededor de 20 personas enajenadas agrediendo a un joven, más o menos de mi edad, que había robado un celular. Mientras los vecinos juntaban piedras y llamaban a la policía, yo pensaba en el pibe que estaba tirado en la vereda. Y sin ánimos de justificar el robo, me parece muy simplista y reaccionario responsabilizar a un chico de la descomposición social y descargar la bronca contra él. Esa misma bronca sentía yo y me acordaba cuando Alperovich justificaba los linchamientos, diciendo: “hay que ponerse en el lugar de la gente”. ¿Será que Alperovich alguna vez (aunque sea un día) vivió como una familia que recolecta basura o cartones para sobrevivir? ¿Será que él alguna vez se puso en el lugar de los miles de jornaleros que día a día dejan su vida por monedas en la provincia de los salarios más bajos del país? ¿Será que los hijos del gobernador, cuando se enferman, tienen que madrugar en la puerta del hospital? Obviamente, no. Alperovich nunca se pondrá en el lugar de la gente porque es un empresario y como tal, gobierna para los que más tienen. Pero yo quise ponerme en el lugar de ese pibe que no tuvo la posibilidad de estudiar, conseguir un trabajo y que probablemente, quizás, estaría robando para cierto sector de la policía, el mismo sector que organiza el delito dejando las zonas liberadas, manejando la trata de personas y el narcotráfico, la que mata con su gatillo fácil a cientos de jóvenes, tortura en sus comisarías, encubre secuestradores como parece que ha sucedido en Concepción. Inseguridad es darle más armas y poderes a esta institución. Cierta policía es la “inseguridad” de cientos de jóvenes y del pueblo pobre trabajador.

Alejandra Arreguez

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Patología del poder

Nuestro país es hoy escenario de corrupción, refugio de espías, intrigas políticas, espionajes, asesinatos, secuestros y mentiras. Un lugar por el que van y vienen intereses contradictorios, y en el que se juega, dramáticamente, con la suerte y las esperanzas de las personas. Es la patología del poder, esa enfermedad que corrompe al que manda cuando utiliza medios muy alejados de los elementos que integran la confianza: credibilidad, fiabilidad, justicia, y el interés por el bien común, (si por “poder” entendemos la capacidad de imponer de cualquier manera la propia voluntad sobre la voluntad y el deseo de los otros). En un país donde reinan las ansias desmedidas de éxito y dinero, donde el engaño es el pan de cada día, y donde la manipulación se convirtió en costumbre, y donde al parecer hay seres menos insensibles que “Jack el destripador”. Un país en el que algunos inmorales pretenden ser ejemplo para las nuevas generaciones, expuestas a la indefensión absoluta ante un proyecto deshumanizado que expresa lo más primitivo de la conciencia humana. Todo se revierte cuando hay quienes creen que la “memoria histórica” es necesaria para la revancha. La reiteración de episodios generan un escenario de inseguridad y desconfianza que provocan un estado de desaliento y temor en el humor social, y en el que el escepticismo corrompe los fundamentos básicos de la democracia republicana. Sólo aferrados a la verdad de algunos periodistas, dirigentes y ciudadanos decentes, alivian nuestra desesperanza; aquellos que no son funcionales a los poderosos, que contrastan con vehemencia la falta de moral y ética, los desafiantes de todas las dominaciones, los transparentes que lanzan palabras verdaderas contra el engaño, la desinformación y la mentira globalizada. ¿Por qué algunas personas están por encima de la ley, negando así lo que es, justamente, el pilar de toda república democrática?

Pablo J. Giunta Jujuy 575
San Miguel de Tucumán

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Misión a China

Nosotros los intelectualmente infradotados, queremos saber qué se “cocinó” en China, y qué ingredientes se utilizaron. La “tan importante” misión presidencial a China puede ser el comienzo de la dependencia argentina de un país milenario y famoso por sus picardías negociadoras. “Petloleo, aloz y campola” (con minúscula) son sólo palabras deformadas para demostrar las condiciones histriónicas de nuestra primera actriz.

José Quiroz

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Fiscal Nisman

El Gobierno logró capear -otra vez- el temporal que lo sumió en la desesperación y el pánico; aunque esta vez, a un costo enorme. Anteriormente lo hizo utilizando argucias seudolegales, pero con buenos resultados. La próxima, si logra superar las consecuencias de esta, no podrá usar el mismo método porque se vendrían abajo todos sus argumentos falaces. La siguiente crisis no podrá superarla sin otra acción desesperada, tal como es su costumbre, elevando la apuesta. La relativa calma le dio ánimo para el cinismo y la burla. Pero la maquinaria de la Justicia avanza sin pausa, inexorablemente. Pronto estarán acorralados y desesperados, nuevamente. Cuál será, entonces, la próxima víctima ? ¿La República ? Dios nos guarde.

Roberto Cuello

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Recuperar la cultura

Este año se presenta bastante cansador para los ciudadanos que deberemos soportar los embates de las internas políticas, los bombardeos permanentes de las propagandas y exposiciones de mentiras; las sospechas de resultados comprados, el aluvión de recursos económicos despilfarrados en actos proselitistas, y acusaciones cruzadas de nuestros beneméritos dirigentes. Un año duro de sobrellevar. A todo esto, ¿la cultura? Bien, gracias. Tucumán, que fuera un importante foco cultural regional, ha devenido en un megacomité político que sólo promociona cultura apadrinada por colores partidarios que no da lugar a la difusión de artistas que llevan a cabo expresiones culturales independientes. Insto a seguir adelante a todos aquellos artistas callejeros, a los que organizan los cafés literarios, a las instituciones públicas, a los cantantes y escritores, a que llevan adelante actividades culturales descontaminadas políticamente, porque ellos nos demuestran que apostar por una cultura libre es garantizar en forma verdadera la libertad de expresión. Debemos los tucumanos recuperar la cultura, para comenzar a mejorar como sociedad.

José Rafael Abdala

Manuel Vaquera 376 Monteros


Ochavas en Yerba Buena

Uno de los peligros que debe afrontar un automovilista en Yerba buena es la falta de ochavas en muchas esquinas de esta ciudad. Por ello estimo conveniente que previo a la salida de una ordenanza municipal que disponga tal medida, se hace necesario efectuar un relevamiento de las calles que las necesitan, por medio del organismo pertinente -la Secretaría de Obras Públicas-, para luego notificar a los propietarios frentistas de los trabajos a efectuar. Otra sugerencia sería que estos ocuparan mano de obra de cooperativas o de los planes sociales. No es difícil. No es costoso, y sí indispensable. Con ello se evitarían cientos de accidentes de tránsito, y tendríamos una ciudad mucho más ordenada.

Domingo Omar Almirón

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Practicar la solidaridad

En momentos tan difíciles para el país, cuando muchos argentinos descreemos de la política y de los políticos (nos sobran los motivos), quiero destacar la labor de algún sector con el que me ha tocado compartir experiencias de solidaridad. Junto a un grupo de amigos, personas maravillosas con las que me he encontrado en la vida, hemos trabajado en algunas situaciones puntuales de familias con necesidades extremas. Nuestra buena voluntad no era suficiente para concretar los objetivos y recurrimos al Ente de Infraestructura Comunitaria de la Provincia. En tiempos de tanta violencia, de tanta agresión, donde los Argentinos estamos tan fragmentados -tal vez porque permitimos ser divididos a merced de intereses mezquinos y ambiciosos-, en estos días en que nos encontramos desorientados ante tantas muestras de soberbia, cuando quienes gobiernan resultan ser protagonistas de agravios y paradigmas de prepotencia, es un bálsamo comprobar que todavía existen funcionarios que cumplen con el deber encomendado, que administran de forma cabal el recurso que les fue asignado para restituírselo a la gente, ya que es precisamente de la gente de donde el recurso proviene. En lo personal, y en medio de mi decepción y tristeza por los momentos que vive el país, donde dirigentes de significativa responsabilidad se expresan con humoradas de mal gusto, cual chistosos de barrio, con ironías fuera de lugar e irrespetuosas, donde no existe el diálogo, sino el monólogo permanente, yo siento la obligación de destacar y de agradecer la labor de este organismo a través de su dirección. Porque su accionar me hace creer que no todo está perdido, porque respirando profundo y tomando impulso, los buenos ejemplos nos dan un motivo para seguir. Porque la única forma que encuentro posible de aprender a ser solidarios, es simplemente practicándolo.

Norma Nelegatti de Matías

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El caso Mattei

La respuesta del lector Gustavo F. Wallberg (carta “EEUU: demonio o ángel”, 8/2) a mi repudio al imperialismo yanqui es verdaderamente ocurrente y plagada de sorprendentes improvisaciones. Jamás, en efecto, me pasó por la cabeza pensar que la maldad del ser humano naciera con los yanquis. Al menos no lo puse de manifiesto en mis cartas anteriores sobre el tema, lo cual es bastante comprensible si se piensa que, de inclinarme por la misantropía, mi concepción sería muchísimo más abarcativa. Tampoco es verdad que haya hecho yo un “listado” de los “errores” de los “estadounidenses”, que por supuesto, no fueron errores sino hechos claramente deliberados. Decir que fueron errores equivaldría a afirmar que al piloto del “Enola Gay” se le escapó la bomba atómica que cayó en Hiroshima, por ejemplo. Llamarle errores implica, además, minimizar el horror de semejante masacre. En cuanto al caso Mattei, lo mencioné porque me pareció paradigmático y accesible al lector. Mas, como Walberg evidentemente no vio el filme -ni piensa verlo, al parecer-, no obstante lo cual se anima a calificarlo de “ficción fílmica”, me permito desencantarlo, haciéndole notar que, por el contrario, se basa en hechos incontrovertibles con un fuerte respaldo documental. Lo que, en cambio, no admite ninguna duda son los hechos verificados por Francesco Rosi en la preparación de la obra, que exhibe las miserias de las corporaciones del petróleo enfrentadas a un funcionario honesto y valiente dispuesto a defender los intereses de su pueblo e incluso de los de los países del tercer mundo adonde la empresa estatal a su cargo contrató perforaciones, pagando un 75 % de los beneficios contra el 50% que pagaban aquellas. Resumo el filme para su ilustración: Concluida la 2ª guerra, el gobierno Italiano se propone privatizar AGIP, frente a lo cual se muestran interesadas corporaciones del petróleo, como la Edison, que ofrecen cantidades ridículas por su adjudicación. Como a Mattei le suena extraño que ellas muestren interés por coleccionar antiguallas fascistas, analiza los estudios realizados por Ferrari, un funcionario de Mussolini a cargo de la Secretaría de Energía, lo entrevista y le propone reflotar el proyecto de explotación de la cuenca gasífera del río Po, logrando convencer al gobierno de que desista del proyecto privatizador. De ese modo consigue proveer de energía a todo el norte de Italia, despertando la ira de las corporaciones, la cual irá creciendo a medida que Mattei, viendo que el petróleo era insuficiente para su país, da otra vuelta de tuerca y comienza a competir con ellas, complicándoles el mercado de Túnez, Marruecos e Irán, entre otras naciones, con los que celebra contratos más ventajosos para los países productores, quebrando de ese modo lo que aquéllas (“Las Siete Hermanas”, el oligopolio del petróleo) llamaban “el equilibrio mundial”; y logrando incluso una baja del precio. Y le aclaro, Wallberg, que Enrico Mattei no era comunista ni nazi, sino un partisano afiliado luego al partido Demócrata Cristiano y que no hace falta sostener tal o cual ideología para caer en la garras de las corporaciones. El único recaudo radica en afectar sus codiciosos e inhumanos proyectos. Y así se explican, tal como lo expresaba Mattei, el envenenamiento de Maginot en Francia a causa de la creación de Unión Petrolera Latina y el derrocamiento por la British Petroleum de Mossadeq en Irán, que llevó al poder al corrupto Reza Pahlevi. Por eso salen sobrando sus solapadas insinuaciones sobre supuestas aficiones al comunismo soviético o a la Alemania nazi. En cuanto a su abandono de la lectura en el primer capítulo de “Hitler ganó la Guerra”, sería bueno que nos indicara por qué los cálculos matemáticos de Robert Lucas superan a los de John Nash (tal sería el hecho que habría determinado ese renunciamiento), en particular, porque este último logró un Premio Nobel por sus elaboraciones, cosa que no consiguió el representante de la Escuela de Chicago.

Clímaco de la Peña (h)

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NEPOTISMO Y VOLUNTAD POLíTICA

No debe sorprendernos la falta de voluntad política en un país donde se considera que los puestos políticos son el camino más rápido para adquirir riqueza personal; donde los cargos son una forma de autoservicio, no un servicio público, y sirven para beneficiar a la propia familia. Eso se conoce como nepotismo; una plaga para la vida democrática y la transparencia política del país, cauterizada en las 24 provincias argentinas. La opinión pública parece ya sin capacidad de reacción ante la costumbre -cada vez más difundida- de rodearse de parientes, favorecerlos en la obtención de cargos en diferentes áreas de la administración pública o de las legislaturas -a todos los niveles: nacional, provincial y comunal- o bien beneficiarlos en negocios con el Estado. En Tucuman, José Alperovich, quien atraviesa su tercer mandato al frente del gobierno de la provincia, revela la falta total de conciencia de la desviación ética que representa el nepotismo. Un caso más de prueba es el del dirigente kirchnerista Luis D’Elía, ex funcionario y referente social que adhiere al partido de Gobierno, y que tiene a tres de sus hijos trabajando en la Anses. Es evidente que en todos los pliegues de la administración se repite el fenómeno sin mayores cuestionamientos éticos. Hoy en día se promociona en la sociedad las formas para combatir la corrupción, y para que cualquier programa tenga éxito. No obstante, la voluntad política es el ingrediente que falta. Un especialista en ética pública como Torcuato Sozio realizó un proyecto que debería promocionarse un poco más, apuntando a la prohibición, por ley, para un empleado de jerarquía en el Estado, a designar o contratar él mismo a un familiar o allegado; y, por el otro, que tampoco pueda una persona bajo su autoridad designar a parientes. Sin embargo, en nuestro país es evidente que más allá de la necesidad de una ley, se necesita, fundamentalmente, un cambio en la cultura política; en la voluntad cierta de querer cambiar esas prácticas por el bien del “buen Gobierno”. La pregunta del millón: ¿cómo hacer para que nuestros políticos asuman esta responsabilidad frente a la igualdad entre los ciudadanos? Por ahora, nos queda como remembranzas del pasado, la palabra de Abraham Lincoln: ”Aquello que es moralmente reprobable nunca puede ser políticamente correcto”. La generación de voluntad política es quizás la lección más difícil que debamos aprender.

Julio Argentino Gómez

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Ciudad con baches y suciedad I

Efectivamente da pena ver el estado en que se encuentra nuestra ciudad capital, que en otras oportunidades se la conocía como el “Jardín de la República”. Actualmente está llena de suciedad por todos lados; en la esquinas hay cantidades de residuos que arroja la gente que muchas veces los vecinos contratan para la limpieza o desmalezamiento de sus casas, y pasan varios días y esto sigue en su mismo lugar sin que ninguna repartición municipal dé alguna solución. Tampoco se ocupan del pasto que crece en las plazas y plazoletas y en medio de las avenidas. Las malezas crecidas en las platabandas muchas veces no permiten ver el tránsito y por ese motivo se producen accidentes. Para qué hablar del estado deplorable de algunas calles; y cuando las reparan -caso de calle Charcas, que es de gran congestión vehicular, antes y ahora los que están estacionados en lugares prohibidos- se dificulta más la circulación. Pero mientras nuestro intendente siga con su rutina de propaganda para querer ser gobernador y concurre a barrios donde se muestra lo que considera que está bien y los vecinos manifiestan lo que los punteros les indican decir, seguimos en lo mismo y los colaboradores del “lord mayor” parecería que están pintados. Si así quiere llegar a la primera magistratura y no sabe elegir a sus colaboradores, muy mal la pasaremos los tucumanos. Por lo indicado, esperamos que el intendente deje de soñar y actúe como corresponde, para el cargo que fue elegido hasta el último día de su mandato.

Mario Oscar Rivet Vozza

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Ciudad con baches y suciedad II

La otra noche, a la altura de la calle Francisco de Aguirre al 3.200 agarré un pozo (hay varios), con la mala suerte de romper dos ruedas. Los autos que iban detrás de mi vehículo corrieron la misma suerte (dos). Podría enumerar la cantidad de baches que hay en la ciudad desde hace tiempo. Las últimas lluvias sacaron a la luz lo mal que están las calles, lo peligroso que es y los accidentes que pueden causar. Reina la cultura de “lo atamos con alambre”, como suele decirse en criollo y en tono de sorna. Y como la mayoría de las cosas de este Tucumán, las calles no sólo están destruidas sino que permanecen muy sucias largo tiempo, a pesar de que las plantas de empleados estatales y de los planes de inclusión laboral siguen incrementándose. Ahora pregunto: si pago el impuesto automotor ¿a dónde va a parar ese dinero? O, en su defecto, que las autoridades expliquen qué fin tiene la recaudación.

Carlos Alberto Catania

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Ventas y oficios callejeros

Quisiera hacer un aporte a la interesante carta del lector Ysmael Díaz del 07/02/15, en especial con respecto al origen de la palabra “achilata”, que para nosotros los tucumanos es un helado al agua. Dice el sitio Wikipedia lo siguiente: “Achilata es el nombre que se da a una especie de helado típico de la provincia de Tucumán, en el norte de Argentina. Es un producto que únicamente se obtiene en las calles de la ciudad. Su origen se remonta a la llegada de la inmigración italiana a Argentina. (…). El tipo de helado que hoy se consume con el nombre de achilata (que proviene de la fonética de la frase ‘hay gelata’ (o ‘hay yelata´) que pronunciaban los vendedores callejeros, y la tergiversación de la fonética, llevó a que se lo llamara achilata”. Aunque “¡Hay helado!” se diría en italiano “Ci sono il gelato!”, evidentemente, el origen de nuestra achilata es el que consigna Wikipedia, pero cabría hacer algunas disquisiciones imaginando el anuncio de los achilateros italianos a viva voz: “¡Tengo helado!” equivaldría a “¡Ho gelato!” (cuya fonética suena como “¡Ho yelato!”). Curiosamente, sin embargo, “¡Agua helada!” sería seguramente anunciada por estos inmigrantes como “¡Acqua ghiacciata!”, que se pronuncia como “¡Áccua guiachiata!”, sonido que se asemeja aún más a nuestra “achilata”. Más allá de estas conjeturas, habría que tener en cuenta la puntual procedencia de los heladeros italianos, ya que en su península conviven hasta nuestros días muchos dialectos.

Marcos Enrique Mirande

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