02 Marzo 2015
Domingo Amaya le reprochó al PE 11 años de dependencia
El intendente de la capital aprovechó el discurso ante los concejales para diferenciarse del Gobierno provincial. Reclamó al alperovichismo el mismo trato que la Nación le dispensó y le exigió que refinancie la deuda del municipio. Dijo que el Pacto Social, al que suscribió durante su gestión, se convirtió en una herramienta de control político
LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
Fue la última vez que Domingo Amaya habló ante los concejales de la capital, para dejar inaugurado un nuevo período de sesiones ordinarias. Y lo hizo con un fuerte reproche a la gestión provincial que comanda desde hace 11 años el gobernador, José Alperovich. Ayer, si bien no fue el lanzamiento formal de su candidatura para ocupar el sillón de Lucas Córdoba, Amaya buscó diferenciarse de su mentor con un discurso que fue más duro que en otras ocasiones. Concretamente, reprochó que si el Poder Ejecutivo (PE) le hubiera refinanciado la deuda a la Municipalidad hubiera podido dar “una mayor respuesta a los vecinos”.
A las 9.30 comenzaron a llegar las primeras columnas de punteros amayistas. Cada una de ellas portaba carteles que promocionaban a Amaya como candidato a gobernador y al secretario de Gobierno, Germán Alfaro, como postulante a intendente de la capital. Los seguidores de los concejales Christian Rodríguez, Eloy del Pino, José Franco y Oscar Cano también portaban banderas con sus respectivos nombres como candidatos a legisladores. Sobre la calle Monteagudo y frente a las puertas de acceso al edificio donde funciona el cuerpo legisferante, una pantalla gigante era colocada en una estructura de hierro. Pasadas las 11, Amaya hizo su ingreso al recinto de sesiones. Saludó y abrazó a oficialistas y opositores por igual . Según los organizadores, dirigentes de varios circuitos capitalinos fueron movilizados durante la mañana de ayer.
Cuando subió al estrado saludó efusivamente al presidente del Concejo, el alperovichista Ramón Santiago Cano. Luego, al final de su alocución, le dedicó un párrafo de su discurso para agradecerle su “enorme apoyo” a la gestión municipal.
Apenas comenzó a hablar, Amaya recordó que cuando se hizo cargo de la Municipalidad, en 2003, sólo 3.000 calles contaban con pavimentación y que el 70% de esas arterias estaban deterioradas. “Hoy podemos decir con orgullo que son 6.000 las cuadras pavimentadas”, planteó. Aseguró que cuando asumió por primera vez, el municipio contaba con 18.000 luminarias y hoy posee 52.000. “Este esfuerzo se vio premiado al ubicarnos como la ciudad número uno en el país en reconversión del alumbrado público. “De la misma manera, comenzamos con 150 semáforos y hoy tenemos 1.500”, detalló.
En cuatro oportunidades, Amaya pronunció la palabra “institucionalidad” y tres veces habló de “consenso”. “Esa es la palabra clave. Porque estamos convencidos que la mejor manera de gobernar es mediante el consenso, mediante el intercambio de opiniones, escuchando la mayor cantidad de voces posibles”, expresó. Y agregó: “estoy perfectamente convencido de que esa es la manera más inteligente de gobernar y podemos ver los resultados en la ciudad. Esto también nos permitió mejorar la institucionalidad”.
Cuando promediaba la mitad de su discurso, Amaya ponderó que el Pacto Social le haya permitido abonar los sueldos, pero a la vez cuestionó la dependencia política que le generó esa herramienta económica a la Municipalidad. También le reprochó al PE que no haya aprobado una refinanciación de la deuda pública municipal.
“El Pacto Social fue una herramienta creada para asegurar los sueldos de los empleados municipales, pero también fue una herramienta de condicionamiento político que no transfirió a los municipios las ventajas que la Nación sí le dio a las provincias. La Nación refinanció las deudas provinciales a 20 años, la provincia a nuestro municipio no. La Nación no le cobra intereses a las provincias, el Poder Ejecutivo provincial sí nos cobra intereses. La Nación accedió a una planificación de los pagos, la provincia se cobra directamente de la coparticipación”, fustigó el jefe municipal.
Según Amaya, este hecho contribuyó de manera negativa en la gestión, porque -consideró el intendente- si hubiera habido una refinanciación de la deuda se hubieran podido hacer más cosas durante los 11 años de gobierno municipal.
“Si el Poder Ejecutivo Provincial nos hubiera dado algunas de las condiciones ventajosas que logró de la Nación hubiéramos podido volcar más de $ 300 millones en obras y soluciones para nuestros vecinos. Así y todo, bajo las condiciones en que la provincia nos cobró la deuda, contraída por anteriores administraciones, hoy no llega al 20% de un presupuesto”, se lamentó Amaya.
Cada vez que el intendente le reprochaba algún tema puntual al mandatario provincial, la tribuna oficialista estallaba en aplausos. Mientras tanto, los concejales alperovichistas lo escuchaban, sin poder ocultar sus rostros adustos. Y más todavía cuando Amaya hacía referencia a la falta de autonomía municipal.
“La autonomía de las ciudades es un factor crucial para una planificación sostenida en el tiempo. Actualmente, la administración más eficiente es la que está al lado del vecino, de sus inquietudes y de sus necesidades. La autarquía financiera municipal es una deuda enorme que el Poder Ejecutivo tiene con las ciudades. Se lo ordenan la Constitución de la Nación y la de la Provincia, que reformó el mismo Gobierno que no cumple sus propios objetivos”, recriminó. Y completó: “la falta de autonomía económica municipal conlleva una disminución de sus posibilidades, si esa autonomía le es deliberadamente negada, lo que realmente se está negando son las posibilidades de respuesta para nuestros vecinos. Esta situación es parte de una práctica que busca condicionar las posibilidades de los municipios con una gran pérdida de oportunidades para los vecinos”.