Despedida de Avellaneda

Una emotiva carta al gobernador de Tucumán.

IMPRESA. La misiva de Avellaneda del 7 de noviembre de 1876, se imprimió en hoja suelta y se distribuyó.  la gaceta / archivo IMPRESA. La misiva de Avellaneda del 7 de noviembre de 1876, se imprimió en hoja suelta y se distribuyó. la gaceta / archivo
El 31 de octubre de 1876, el presidente Nicolás Avellaneda inauguró, entre grandes festejos, el ferrocarril en Tucumán. El 7 de noviembre, antes del regreso, escribió una emotiva carta al gobernador, doctor Tiburcio Padilla. La misiva se difundió más tarde, impresa en una hoja suelta de 22 por 33,5 centímetros y con el título “Carta del Presidente de la República al Gobernador de la Provincia”.

Empezaba: “Querido Tiburcio: Iba a escribir ‘Señor Gobernador’, pero dejo hablar a mi corazón, y este se escapa a las compresiones oficiales. ¿Cómo prescindir, por otra parte, de los nombres íntimos con que se expresan los afectos del alma, cuando se trata precisamente de expresarlos en un momento de conmoción profunda?”.

Había vivido días de gran plenitud. Veinte años después, pudo volver a la ciudad natal “anunciándole la realización del mayor bien que anhelaba”. Le parecía que “de todos los ferrocarriles inaugurados en nuestro territorio, no hay hasta hoy ningún otro que haya llegado en hora más oportuna”. Ponderaba las posibilidades de la provincia y prometía estudiar adelantos para implantarse en el futuro inmediato.

Terminaba: “Hago votos por la prosperidad de mi provincia natal, y me despido de todos con igual afecto. De todos, porque no reconozco en las divisiones efímeras de la política, el poder de separar a los que han compartido las primeras afecciones de la vida, la santidad de los mismos recuerdos, la lección del maestro y la lumbre del hogar. Abrazo en el Gobernador a todos los comprovincianos, y en el amigo a todos los amigos”.

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