Genera resultados positivos la revolución de los forrajes conservados en Argentina

11 Abril 2015
Así como la siembra directa produjo un cambio que potenció a la agricultura argentina, el “forraje conservado” es la tecnología que revolucionó la ganadería. En busca de una mayor eficiencia productiva de carne y leche, en las últimas décadas creció la superficie destinada a henificación y las hectáreas para silaje se multiplicaron por 20.

Por eso, el 22 y 23 del corriente, el INTA Manfredi reunirá a los especialistas en la 6ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados.

En los ‘90, el 80% del silaje de maíz se destinaba a la producción de leche. En los últimos años, la superficie picada para ese fin aumentó y también se extendió para producir carne. Además, la participación del silaje en la dieta se incrementó de un 15% a un 40% y su uso pasó, de cubrir baches estacionales de forrajes -entre 4 y 6 meses-, a todo el año.

Federico Sánchez, del Proyecto Tecnologías en Forrajes Conservados de Alta Calidad del INTA, expresó que “en la campaña 1993/94, se ensilaron 80.000 ha de maíz y sorgo”, mientras que, 20 años después -2013/14-, “se destinaron a silaje más de 1,5 millón de hectáreas (m/ha), con un récord de 1,6 m/ha en la campaña 2011/12”.

En la Argentina, esta revolución forrajera fue acompañada por la adopción del ‘silobolsa’. “En la campaña 1993/94, el 50% era ‘silopuente’ y otro 50%, ‘silobunker’”, comentó. Con el trabajo del INTA, se incursionó en el almacenamiento en bolsa. “Gracias al avance tecnológico que se produjo en el último período en cuanto a embolsadoras, en la actualidad el 70% del material picado se almacena bajo esa modalidad y el 30% restante en silobunker, utilizado mayormente en explotaciones de gran escala, cuando el volumen ensilado supera las 900 toneladas”, explicó.

Para elaborar forraje conservado, en el país se aplica alta tecnología y las picadoras autopropulsadas son un ejemplo. En este sentido, Gastón Urrets Zavalía, del INTA Manfredi, afirmó que el parque actual de estas máquinas “es de 856 unidades, con una antigüedad promedio de 7 años”, a las que se suman “400 picadoras de arrastre de dos o tres hileras, que permitieron difundir el silaje”.

Si bien son el recurso de conservación de forrajes más antiguo y utilizado en la Argentina, históricamente la calidad de los henos fue muy baja por el uso de maquinaria inapropiada, el corte con niveles avanzados de floración, el rastrillado a velocidades superiores a los 7 km/h y con niveles de humedad inferiores al 35%, el deficiente control de malezas y plagas y su almacenamiento a la intemperie.

Según señaló Sánchez, “actualmente el heno de alfalfa, además de ser considerado una fuente de fibra clave, se revalorizó como fuente de proteína de alta calidad al ser incluido como parte de la ración que se prepara y suministra con los acoplado mixer”.

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