Las venas abiertas, un texto maestro

19 Abril 2015

Por Carmen Perilli - Para LA GACETA - Tucumán

Cuando tengo en mis manos este libro del uruguayo Eduardo Galeano no puedo menos que mirar la primera edición que está en mi biblioteca desde 1971, con tapas falsas y llena de cicatrices. Nuestra historia de lecturas está profundamente relacionada con la Historia, en particular en el caso de libros censurados y perseguidos como si contuvieran el mal.

Más allá o más acá de las polémicas suscitadas desde su aparición, Las venas abiertas de América Latina es un texto maestro, como llama Fredric Jameson a aquellos relatos que leen el código cultural de una época y de una sociedad. Un texto híbrido que se devana entre discurso histórico y político.

Beatriz Sarlo asevera que “Cuando el ensayo presenta una certidumbre, sucede como con el aforismo: se la comparte o se la rechaza”. Desde el título que escenifica el desgarramiento, Galeano nos interpela. Lejos de sustraer su figura, asume la responsabilidad de la denuncia del vaciamiento y la depredación de América Latina

Plantea: “Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. El libro se divide en dos partes: 1) La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra y 2) El desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes. En la primera estudia los ciclos del oro y la plata que se continúan con los ciclos del azúcar, del cacao, del café... Economías que suponen la exacción y la violencia ejercida sobre indígenas y negros. En una América proveedora de riquezas naturales, la mayoría de cuyos habitantes vive en la pobreza, en un proceso que ni aún las grandes revoluciones agraristas han logrado revertir. En la segunda parte aborda el siglo XX y la presencia inglesa en un continente cuya desintegración profetizó Simón Bolívar cuando ve desarmarse su sueño de la Patria Grande.

En el epílogo, escrito en 1978, Galeano afirma haber escrito el texto para conversar con la gente y divulgar las historias ocultas por la historia oficial. El libro abarca cinco siglos y puede considerarse incompleto. Sin embargo, la pregunta que subyace a lo largo de sus páginas sigue siendo actual: “¿No ha sido la nuestra, una continua experiencia histórica de mutilación y desintegración disfrazada de desarrollo?”.

Muchos años han pasado y Galeano ha escrito otros grandes textos como la trilogía Memorias del Fuego. Los libros respiran de modo diferente. La respiración agitada y utópica de Las venas... sigue siendo atrayente. Leerlo en democracia es un privilegio. Por ello y porque la memoria es uno de los oficios más saludables es que no descartaré mi antigua edición.

© LA GACETA

Carmen Perilli - Profesora de Literatura latinoamericana de la UNT.

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