Por Roberto Delgado
09 Julio 2015
CONCILIATORIO. Zecca, antes de su homilía. LA GACETA / ANTONIO FERRONI.
"Siempre seremos signo de contradicción", dijo monseñor Alfredo Zecca en el Tedeum, enfocado en una apología del cristianismo y del rol de la Iglesia.
Comenzó su discurso con una síntesis histórica en la que enfatizó la idea de unidad del origen de la Patria. "Qué bien nos hace recordar esa gloriosa gesta" -deslizó´- para agregar que, desde los orígenes, la Iglesia "acompañó la suerte de este bendito pueblo".
Entonces comenzó a hablar del cambio de la cultura, de la sociedad y de la misma Iglesia, que, afirmó, ya no ocupa el lugar de otrora. Y el Zecca conciliador dio lugar al combativo; se centró en advertir el "laicismo militante" y el "secularismo" de la sociedad occidental que actúa "como si Dios no existiera". De allí hubo un paso hacia la idea de que se vive en un mundo deshumanizado y en un país "que ha cambiado para peor". Criticó a los grupos de poder y de pensamiento -"no se persigue abiertamente pero se intimida", dijo-; denostó los protocolos sobre el aborto y la ley de fertilización asistida y reclamó participación en la gestión de la política educativa.
También afirmó que la sociedad está como anestesiada mientras se asiste "a la injusticia, a la exclusión de tantos hermanos víctimas de la droga, de la inseguridad, de la pérdida de su dignidad para vivir de injustas prebendas"... Los rostros del gobernador José Alperovich y su comitiva estaban adustos. A la salida del Tedeum, Alperovich minimizaría la crítica -"Estamos en democracia"... "Yo estoy en contra del aborto"... "Me parece bien..."- pero el gesto del ministro de Interior, Osvaldo Jaldo, tocándose la garganta mientras el arzobispo hablaba en la Catedral, mostró que era un trago difícil de digerir.
Lo social fue apenas una mención en un Tedeum enfocado en exigir mayor participación de la Iglesia en la vida pública. Aunque habló de contradicciones, Zecca fue coherente con su pensamiento: para destacar la necesidad de una fe militante citó dos veces al nihilista Nietzsche, enfatizando que los "pensamientos que vienen con suavidad de paloma gobiernan el mundo", como alertando sobre los lobos disfrazados de cordero. Era de esperar. Zecca reafirma una visión de la sociedad y en este comienzo del año del bicentenario no sólo la expuso sino que reclamó un lugar más decisivo en este mundo secular.
Entonces comenzó a hablar del cambio de la cultura, de la sociedad y de la misma Iglesia, que, afirmó, ya no ocupa el lugar de otrora. Y el Zecca conciliador dio lugar al combativo; se centró en advertir el "laicismo militante" y el "secularismo" de la sociedad occidental que actúa "como si Dios no existiera". De allí hubo un paso hacia la idea de que se vive en un mundo deshumanizado y en un país "que ha cambiado para peor". Criticó a los grupos de poder y de pensamiento -"no se persigue abiertamente pero se intimida", dijo-; denostó los protocolos sobre el aborto y la ley de fertilización asistida y reclamó participación en la gestión de la política educativa.
También afirmó que la sociedad está como anestesiada mientras se asiste "a la injusticia, a la exclusión de tantos hermanos víctimas de la droga, de la inseguridad, de la pérdida de su dignidad para vivir de injustas prebendas"... Los rostros del gobernador José Alperovich y su comitiva estaban adustos. A la salida del Tedeum, Alperovich minimizaría la crítica -"Estamos en democracia"... "Yo estoy en contra del aborto"... "Me parece bien..."- pero el gesto del ministro de Interior, Osvaldo Jaldo, tocándose la garganta mientras el arzobispo hablaba en la Catedral, mostró que era un trago difícil de digerir.
Lo social fue apenas una mención en un Tedeum enfocado en exigir mayor participación de la Iglesia en la vida pública. Aunque habló de contradicciones, Zecca fue coherente con su pensamiento: para destacar la necesidad de una fe militante citó dos veces al nihilista Nietzsche, enfatizando que los "pensamientos que vienen con suavidad de paloma gobiernan el mundo", como alertando sobre los lobos disfrazados de cordero. Era de esperar. Zecca reafirma una visión de la sociedad y en este comienzo del año del bicentenario no sólo la expuso sino que reclamó un lugar más decisivo en este mundo secular.
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