La tropa se alineó para uno de los últimos actos

La alegría duró lo que una Homilia. Algunos funcionarios cambiaron completamente la algarabía por rostros más adustos.

VACíO. Las escaleras de Casa de Gobierno. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL. VACíO. Las escaleras de Casa de Gobierno. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL.
Bajar las escalinatas por la puerta principal de la Casa de Gobierno fue como la proyección de la película que vivió durante los últimos 12 años; pero a más ritmo: un cúmulo de recuerdos de poder con más canas y más arrugas.

El gobernador José Alperovich oteó el último izamiento como mandatario de Tucumán, tras tres períodos al frente del Poder Ejecutivo. Trató de que no se le escaparan detalles de la última ceremonia oficial de esas características. Se situó en el centro de las columnas de funcionarios que le acompañaron. Esta vez, como en la edición 198 de la Declaración de la Independencia, no lo acompañó el intendente de esta ciudad, Domingo Amaya, ni la comitiva municipal. Tampoco en el Tedeum.

El izamiento terminó más tarde que siempre; a las 10. Alperovich saludó a los simpatizantes que se instalaron en la vereda de plaza Independencia. Agradeció; se sacó fotos y se prestó al abrazo. Detrás, Juan Manzur, el candidato que eligió el oficialismo para sucederlo.

La tropa le respondió de acuerdo con lo trazado. La logística alperovichista era tal, que en el principal paseo público provincial se instalaron las columnas del dirigente Carlos Isa “Alito” Assan y de Rolando “el tano” Alfaro. Así estaba convenido, como también que en el frente de la Casa Histórica se instalen los referentes de La Cámpora, de Aguilares y de Concepción. El paso de la presidenta Cristina Fernández sería acompañado por simpatizantes de distintos circuitos de la Capital.

El resto, al Hipódromo. El secretario de Seguridad, Paul Hofer, se encargó del operativo de seguridad; el senador Sergio Mansilla (transitó la plaza con ropa informal y lejos de la comitiva), de que no haya incidentes entre los convocados.

Alperovich caminó hacia la Catedral. “Alperovich, ¿tiene una monedita?”, le gritó alguien entre las columnas de Assan. Desató las risas en el entorno del gobernador que administra, este año, no menos de $ 35.000 millones. Antes, el secretario de Gobierno, Marcelo Caponio, lo arengó cuando parecía que la nostalgia lo embargaría. “Vamos, José todavía”, exclamó.

La alegría duró lo que una Homilia. Algunos funcionarios cambiaron completamente la algarabía por rostros más adustos y por explicaciones e interpretaciones de unos a otros sobre las palabras del Arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, respecto de las políticas públicas. Alperovich evitó polemizar. Se subió a la combi que tantas veces lo lleva al interior. A la película que aún protagoniza le quedan 112 capítulos; pero en 45 se conocerá quién lo sucederá en el rol estelar.

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