La avicultura tiene sobreoferta y la crisis acecha a las empresas

Los pollos se venden a precios de quebranto.

11 Julio 2015
En el año 2014, el consumo interno de pollos llegó a niveles récord de 43 kilos anuales per cápita. Lo que parece una buena noticia, sin embargo, no lo es tanto. Y es que el sector avícola está logrando colocar tanta mercadería en el mercado doméstico a costa de vender el producto a precios de ruina, que amenazan la supervivencia de varias empresas e incrementan las chances de despidos.

Datos del Ministerio de Agricultura de la Nación muestran que el kilo de pollo a nivel mayorista (en cajones de 20 kilos) valía $ 12,30, en el primer cuatrimestre de 2014, y que en igual lapso de este año cotizó un 4% por abajo, promediando $ 11,87. La situación parece de otro país y no de la Argentina, donde la inflación anual se acerca a 30% y los acuerdos salariales no bajan de 27%. Pero esta carne se abarata en el mercado local como síntoma de una severa crisis de sobreoferta. Los precios del pollo están por el piso. Es eso lo que permite tan alto consumo.

El sector avícola creció mucho durante toda la década kirchnerista hasta lograr una producción de más de 1,9 millón de toneladas en 2014, cada vez más cerca de las 2,6 millones anuales de carne bovina disponibles en el país. Semejante recorrido convirtió a la avicultura en una de las actividades mimadas del Gobierno Nacional.

Pero ahora, el sector padece como cualquier otro los cimbronazos del modelo económico, una combinación letal entre inflación y retraso cambiario que atenta fundamentalmente contra la competitividad exportadora.

En el caso avícola, todo iba viento en popa hasta 2011, cuando se batieron récords de exportación con 500.000 toneladas. Pero luego, las ventas al extranjero comenzaron a ceder y cerraron el 2014 en 323.000 toneladas (sumando carne y subproductos). En el primer cuatrimestre de este año la debacle se aceleró, pues los embarques se desplomaron 26% en volumen y 41% en valor, respecto de igual lapso del año pasado.

Además del problema cambiario, colaboró a esta crisis el hecho de que Venezuela -que se había convertido en gran cliente para los pollos argentinos-, desapareció del mercado y dejó un tendal de deudas entre las empresas que le exportaban.

Este contexto obliga a los productores a volcar una mayor parte de su producción al mercado interno, a precios tan competitivos que actúan también como freno a una posible suba de los precios internos de la carne vacuna y la porcina. Si hace un tiempo la exportación era del 20%, ahora apenas llega a un 13%. Y descendiendo.

En este escenario de sobreoferta y precios deprimidos, no todas las avícolas hacen pie. Hace un año la segunda mayor avícola del país, Rasic, productora de los pollos “Cresta Roja”, ingresó en convocatoria de acreedores y envió telegramas de despido a 370 personas. En Santa Fe cerró otro frigorífico, Pividori, y quedaron sin empleo 170 empleados.

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