Sin retenciones, los planteos volverán a ser rentables en el NOA

Hace cuatro campañas que la rentabilidad es casi nula. Muchos productores ya están fuera del sistema.

25 Julio 2015
¿La sustentabilidad de la soja está afectada?, consultó LA GACETA Rural. “Sí, efectivamente, respondieron desde la Sección Economía de la Eeaoc.

Por un lado, el aumento de las malezas tolerantes y resistentes y de algunas plagas insectiles como el “picudo negro” (Rhyssomatus subtilis) han elevado los costos significativamente.

En el caso de las malezas, entre productos y aplicaciones, el gasto por ha con un planteo de herbicidas común de 2,4-D y glifosato en barbecho, y una aplicación de glifosato en el cultivo de soja, están en el orden de los U$S 50/ha. Un manejo preventivo, frente a la aparición de malezas resistentes, que implica el agregado de mezclas de pre-emergentes, oscila en los U$S 110/ha, mientras que frente a la presencia de malezas resistentes el gasto asciende a U$S 150/ha.

Frente a las “plagas insectiles”, específicamente para las ‘orugas’, una herramienta de control son las variedades Intacta RR2PRO, que han demostrado un buen control de orugas y que en los ensayos en la campaña 2014/15, además, tuvieron un plus de rinde del orden del 5%, en promedio, con respecto a la tecnología RR1.

Su uso es recomendable en lotes sin presencia de “picudo negro”, donde el gasto en control de plagas insectiles (otros picudos y ‘chinches’) puede estar en U$S 33/ha, mientras que en lotes de RR1 puede ascender a U$S 75/ha, pues incluye a la ‘orugas’.

En lotes con picudo sigue siendo más económico el uso de RR1, a menos que las variedades Intacta presenten un plus de rinde. La tecnología Intacta es efectiva. Nuevamente, la invitación es pensar en el largo plazo y utilizarla como corresponde, respetando los ‘refugios’ recomendados. Si bien el productor cuenta con herramientas para solucionar los problemas de plagas, en esta campaña confluyen elementos altamente negativos: el incremento de los costos en la región, la insostenible carga impositiva y la significativa caída del precio internacional de la soja, del orden del 35%.

Considerando diferentes niveles de costos que resultan de distintas posibilidades de manejo, según las plagas presentes y para un precio de soja U$S 226/t, los “rendimientos de indiferencia”, es decir las toneladas de soja que pagan el costo directo, estarían entre 2 t/ha y 3,1 t/ha, para la producción en tierra propia, y entre 2,5 y 3,6 t/ha en tierras arrendadas. Cabe agregar que “los menores valores corresponden a un planteo de mínima tecnología, posible en una minoría de los campos, y no es sustentable en el mediano plazo”.

Cuadro complicado

Teniendo en cuenta estos rindes de indiferencia, “los productores chicos y medianos están en una situación muy complicada y, probablemente, muchos ya están y otros quedarán fuera del sistema”. En el corto plazo, también los productores grandes serían afectados, ya que los rindes de indiferencia están por arriba del rendimiento promedio histórico de la región.

Por otro lado, “el maíz, compañero de la soja en el sistema y cultivo indispensable en la rotación, se encuentra en una situación aún menos conveniente, ya que ni con los mayores rindes potenciales de la zona se cubre su punto de indiferencia”.

“La situación es en extremo complicada y requiere de políticas que hagan foco en la problemática de la región”. Para poder hablar de sustentabilidad ambiental y social, la dimensión económica tiene que ser sustentable y para esto el productor tiene que lograr una rentabilidad que lo permita.

La actividad agrícola implica un riesgo elevado, de modo que requiere rentabilidades promedios del 20%, situación que claramente no acontece en el NOA desde por lo menos hace cuatro campañas. Cabe agregar que soja-maíz tienen que pagar “derechos de exportación” del 35 y del 21%, respectivamente. Eliminándolos, los planteos en tierra propia y muchos en arriendo pasan a ser rentables.

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