La diversificación del material genético como posible solución

09 Enero 2016
Una infección tan temprana, severa y de amplia distribución en la geografía de los cañaverales configura el gran problema. César Terán planteó en esos términos la situación generada por la epifitia de roya marrón. El experto sostuvo que habrá que esperar para ver si el clima acompaña y permite superar el inconveniente o si se convierte en el primer año en que se registran caídas productivas importantes. “De lo que sí estamos absolutamente seguros es de que, a partir de ahora, sin margen para más dilaciones, estamos obligados a dar un golpe brusco de timón para diversificar los materiales genéticos de caña de azúcar implantados en la provincia”, resumió.

Para la próxima campaña, resulta imprescindible no plantar más la variedad LCP 85-384 ni la TUC CP 77-42 (que se infectó antes que la primera y ahora está siendo severamente atacada, aunque su incidencia en el porcentaje de área cultivada es menor).

Esto debido a que la presión de inóculo es tan alta que configura una condición explosiva a partir de un mínimo de condiciones climáticas que resulten favorables para el desarrollo de la enfermedad.

Un factor positivo


Lo positivo, según Terán, es que hay una interesante disponibilidad de nuevas variedades de caña de azúcar de los programas de mejoramiento del INTA y de la EEAOC que han sido liberados al gran cultivo; y a otros que están en etapas inminentes a la liberación que, tras ser testados con LCP85-384 como parámetro, han mostrado muy buenos comportamientos productivos (culturales y fabriles) y perfiles sanitarios con resistencia a las más importantes enfermedades del cañaveral, especialmente a la roya marrón.

A pesar del buen antecedente sanitario de una variedad, siempre existe el riego de quiebre de resistencia por la dinámica génica de las enfermedades. Por ello es muy importante no volver a caer en la tan marcada predominancia de algunos de los materiales.

Hay en el mercado de agroquímicos una serie de ingredientes activos con acción fungicida o fungistática que pueden atenuar la incidencia de la roya marrón en los cañaverales (han demostrado su eficacia en los ensayos en nuestro medio). Sin embargo, su alto costo y su precaria sustentabilidad frente a la capacidad de resistencia que generan los patógenos, hacen del control químico una herramienta para última instancia.

Terán sostuvo que lo que está a mano de los productores, a bajo costo y sin riesgo ambiental, es la posibilidad de planificar las plantaciones, a partir del ciclo 2016, incorporando las nuevas variedades disponibles, no plantando más LCP 85-387 y TUC CP 77-42, acelerando la renovación de los lotes muy infectados y equilibrando el espectro varietal. Esto, según explicó, permitirá ir descomprimiendo el ambiente para bajar el índice de peligrosidad que la roya marrón de la caña de azúcar tiene en hoy en Tucumán.

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