Es clave realizar un muestreo de lotes

Un sistema representativo que permite detectar la aparición de insectos.

16 Enero 2016
El cultivo de soja puede ser afectado por distintos grupos de plagas. Los de mayor frecuencia de aparición son: orugas defoliadoras y desgranadoras, chinches, arañuelas y trips. Estas plagas pueden disminuir el rinde de dos maneras: indirectamente, a través de la reducción del área foliar (ataques de defoliadoras, trips y arañuelas), lo que puede llevar a caídas de la tasa crecimiento en el período crítico y/o de la disponibilidad de asimilados en el llenado; y directamente, en estados fenológicos más avanzados, afectando el número y/o peso de los granos (ataques de chinches u orugas desgranadoras).

¿Cuánto pueden afectar el rinde las plagas? La respuesta depende de aspectos relacionados a la plaga (el nivel poblacional, por ejemplo), el cultivo (condición de crecimiento) y el ambiente. El manejo de plagas apunta a mantener las mismas en un nivel que no afecte el rinde dada la condición del cultivo y el ambiente. De esta manera, el manejo de plagas debe basarse en la evaluación de aspectos relacionados a la plaga, el cultivo y el ambiente. La decisión de controlar la plaga surgirá cuando la combinación de estos elementos permita anticipar que el daño potencial es mayor al costo de control.

El primer aspecto crítico a tener en cuenta para un manejo eficiente y efectivo de plagas es la correcta cuantificación del tipo, nivel y distribución de plagas presentes. Para ello, es necesario realizar un muestreo representativo del lote o unidad de manejo. Ese muestreo y la información sobre el manejo del lote resultan claves para determinar la condición del cultivo. Estos elementos, junto a la información que se pudiera disponer sobre el ambiente (condiciones meteorológicas estimadas) serán la base para una decisión de control.

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