Atlético estuvo a punto de perder a Menéndez, su mejor jugador

El héroe de la batalla del viernes casi no regresa de Mar del Plata, a donde viajó por una tragedia familiar. “No quería volver. Mi familia estaba muy golpeada".

FESTEJO Y AGRADECIMIENTO ETERNOS. A la izquierda, Menéndez junta sus manos para devolver algo del cariño de la gente. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA FESTEJO Y AGRADECIMIENTO ETERNOS. A la izquierda, Menéndez junta sus manos para devolver algo del cariño de la gente. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA
15 Mayo 2016

Atlético estuvo a punto de perder a su mejor jugador de la temporada y en el momento más importante. De él y del torneo. Horas antes del partido ante Temperley, el lunes 2 de mayo, Cristian Menéndez se bajó de la lista de concentrados y se subió a un avión. No era, ni por asomo, el mismo que trasladaba a los jugadores. El “Polaco” se dirigía a Mar del Plata luego de haber recibido quizás la peor noticia de su vida: una sobrina suya había fallecido.

Mientras el equipo empataba en aquella jornada y le dedicaba el gol y el punto, por poco que sea, el delantero acompañaba a su hermana y su cuñado y meditaba no volver a Tucumán. Así de sencillo y así de complicado.

“No quería volver. Mi familia estaba muy golpeada. Viéndolos así, sabía que si volvía acá iba a tener la cabeza en Mar del Plata todo el tiempo. No me iba a hacer bien a mi y mucho menos al equipo”, confesó Menéndez que ante San Martín de San Juan volvió a ser clave para el “Decano”, como lo fue en toda la temporada. “Con mi familia nunca habíamos atravesado algo parecido a eso”, agregó.



Hasta ahí, Atlético se quedaba sin una de sus piezas fundamentales con las que logró el ascenso, se mantuvo en Primera y la que le está ayudando a conseguir -al menos hasta que hoy a la noche juegue Estudiantes- el logro más importante de su historia.

Pero el gol que metió el viernes no sólo sigue alimentando ese sueño sino que demuestra que volvió. Es decir, algo sucedió entre esa decisión que había tomado el marplatense y que se mantendría indefinidamente.

¿Y qué fue? Se trató de una charla que incluyó un pedido claro de parte de los padres de “la gordita que ahora mira desde el cielo”, como dijo él mismo. “Me pidieron que vuelva para poder pelear el ingreso a la Copa Libertadores. Que haga ese esfuerzo por ellos y por ella”, reconoció Menéndez.

¿Qué tendrá que ver el adiós a un niño con un torneo de fútbol?, quizás pueda preguntarse y la respuesta es obvia: nada. Pero en lo que genera uno y otro, apareció la respuesta para los Menéndez. “Me pidieron que transforme el dolor en fuerza, que me anime a volver para seguir peleándola. Son situaciones que resultan muy difícil manejar”, explicó.

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Y así fue. A la semana siguiente, el rubio estaba entrenándose con sus compañeros y pese a que su cara decía cualquier cosa menos el gesto de intentar cumplir un logro deportivo, con tristeza por todas las partes de su rostro, tenía la ropa del entrenamiento puesta, así como su mente en el partido ante Belgrano.

La angustia no se había ido pero la promesa a su hermana estaba hecha y ya en el primer partido aportó una asistencia para su compañero de tridente, Luis Rodríguez. Ante los sanjuaninos, volvió a ser el mismo de siempre con ese gol que comenzó la remontada del equipo.

“Hice honor a mi apodo de pescador y me ayudó la cancha porque frenó la pelota”, admitió. Menéndez era Menéndez otra vez, sin olvidarse de su sobrina y con ganas de complacer a sus familiares. “Me ayudó mucho al volver el apoyo de mis compañeros, el cuerpo técnico y los hinchas que me siguen dando el pésame en la calle. Me devolvieron la fortaleza y les agradezco”. Volvió Menéndez. A jugar y a hacer goles importantes. Como todos quieren

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