20 Junio 2016
TERCERA VISITA. Macri, ayer con Manzur en el Hipódromo; ya había estado en Tucumán en febrero, en un ingenio del sur; y en abril, en Yerba Buena. telam
Un minuto y cincuenta segundos. Ese fue el breve tiempo que los fieles católicos escucharon la voz del presidente, Mauricio Macri, ayer en el hipódromo. Alcanzó, sin embargo, para que se refiriera a uno de los asuntos que remece el país: la corrupción.
La llegada del mandatario nacional para participar del XI Congreso Eucarístico Nacional (CEN) despertó expectativas por dos motivos. Por la escandalosa detención del ex funcionario kirchnerista tucumano José López y por los rumores de tirantez en la relación entre la Casa Rosada y el Vaticano.
Desde “la concepción”
El mandatario nacional, vestido de corbata, traje, tapado y bufanda, leyó una oración durante la ceremonia religiosa de cierre del acontecimiento. Saludó protocolarmente y sin emoción. “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos” (fue el lema del CEN), siguió para luego enumerar una serie de aspiraciones. “Para hacer una patria fraterna y solidaria”, afirmó y despertó aplausos tibios.
Tras un par de enunciados relacionados con la necesidad de vencer la pobreza y de construir un futuro con trabajo, lanzó “para erradicar la corrupción en todas sus manifestaciones”. Fue la única vez durante la lectura que el Presidente levantó la vista. Los aplausos se escucharon primero en las tribunas más lejanas al escenario y se fueron contagiando hasta llegar al campo y las primeras filas. También hubo gritos de aprobación.
Después, habló de que se debe “proteger la vida desde la concepción hasta la muerte”, una consigna contra el aborto. A las palmas se sumaron ovaciones.
Al concluir, agradeció la hospitalidad al “querido pueblo tucumano” y gritó “¡viva la patria, viva el amor!”.
Antes de bajar de la tarima adornada con limones y cañas de azúcar naturales, quiso despedirse del legado especial del Papa Francisco para el Congreso, el cardenal Giovanni Battista Re, quien encabezó la liturgia. Se abrazaron afectuosamente.
Macri levantó las dos manos para saludar al público y luego, en vez de volver a su asiento, rumbeó para un costado del escenario y se subió a una tráffic blanca. Lo acompañó el gobernador, Juan Manzur. En ese vehículo fueron hasta el helicóptero, que lo llevó de nuevo hasta el aeropuerto.
Liturgia y captura
La visita oficial de ayer- la tercera- fue la más extensa de Macri a la provincia desde que asumió, en diciembre (duró alrededor de dos horas y media).
El Presidente estuvo dos horas y veinte minutos en el predio hípico. Llegó alrededor de las 9.20 al Benjamín Matienzo y veinte minutos después arribó en helicóptero.
Al bajar, se dirigió con Manzur y con la vicepresidenta Gabriela Michetti a una carpa VIP montada tras el escenario principal, ubicada frente a las tribunas fijas. Allí mantuvieron una reunión privada con el cardenal Re. Por dos pantallas gigantes instaladas cerca de la tarima pudo verse parte del encuentro. La cámara fue retirada a los pocos minutos.
Michetti se encontraba desde el sábado en la provincia y había participado ese día de una convocatoria política de la Iglesia en la Casa Histórica.
Junto a Macri llegaron el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich y el secretario de Culto, Santiago Manuel de Estrada. Aquí se le sumaron los miembros del gabinete oriundos de la provincia: el titular del Plan Belgrano, José Cano, y el secretario de Vivienda y Hábitat, Domingo Amaya.
Los funcionarios nacionales fueron recibidos por Manzur y por el vicegobernador, Osvaldo Jaldo y sus esposas Sandra Mattar Sabio y Ana María Grillo, respectivamente.
El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, y su señora Beatriz Ávila también fueron de la partida. Ministros y secretarios, intendentes y legisladores colmaron el sector de autoridades.
Antes del inicio de la ceremonia, en la primera fila de asientos Manzur, Macri y Michetti dialogaron animadamente y sonrieron.
Mientras entraban las imágenes religiosas invitadas, Michetti se mostró emocionada y entusiasmada. Aplaudió y cantó permanentemente. Manzur también siguió el ritmo de los cánticos con las palmas. La figura del secretario de Relaciones Institucionales, Bernardo García Hamilton, sobresalió de golpe. El funcionario se paró sobre una silla para fotografiar con su celular una de las vírgenes que ingresaba al terreno.
Una fila más atrás, Cano departía con distintos funcionarios. Amaya, en cambio, permaneció con gesto adusto y los brazos cruzados la mayor parte del tiempo.
El sacerdote que animó la previa desde un escenario más pequeño arengó a las autoridades a saltar, como lo estaban haciendo los peregrinos. El único que hizo caso fue Macri. Manzur, que estaba distraído, lo miró con extrañeza y sonrió. Luego, el religioso instó a todos a abrazarse. Los funcionarios lo hicieron.
Una vez que comenzó la misa concelebrada -fue oficiada también por el arzobispo de la provincia Alfredo Zecca-, Michetti también fue la más fervorosa. De hecho, pronunció una lectura de los Apóstoles.
En un momento, antes de que se comulgue, Macri se retiró rodeado de sus custodios y secundado por el ministro de Seguridad, Regino Amado, en dirección a la carpa VIP. Se ausentó durante poco más de cinco minutos. Trascendió que habría ido al baño y hablado por celular. Le habrían comunicado en ese momento la captura de Ibar Pérez Corradi, prófugo desde 2012 por el “triple crimen de General Rodríguez”, causa relacionada el tráfico de efedrina y con fuertes aristas políticas.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, declaró a medios nacionales que le comunicó a Macri la novedad durante la ceremonia y que este habría celebrado con la frase: “es el fin de la impunidad”.
“Todos juntos”
Manzur agradeció la visita a Macri. “Este quizás sea el evento más importante de Argentina en los últimos 200 años. Tenemos que mirar al futuro, renovamos la fe en un Tucumán mejor”, aseguró frente a cámaras y micrófonos.
Cuando le preguntaron por la mención de Macri a la necesidad de terminar con la corrupción, afirmó que “hay que seguir todos juntos y unidos” para lograr ese objetivo.
La llegada del mandatario nacional para participar del XI Congreso Eucarístico Nacional (CEN) despertó expectativas por dos motivos. Por la escandalosa detención del ex funcionario kirchnerista tucumano José López y por los rumores de tirantez en la relación entre la Casa Rosada y el Vaticano.
Desde “la concepción”
El mandatario nacional, vestido de corbata, traje, tapado y bufanda, leyó una oración durante la ceremonia religiosa de cierre del acontecimiento. Saludó protocolarmente y sin emoción. “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos” (fue el lema del CEN), siguió para luego enumerar una serie de aspiraciones. “Para hacer una patria fraterna y solidaria”, afirmó y despertó aplausos tibios.
Tras un par de enunciados relacionados con la necesidad de vencer la pobreza y de construir un futuro con trabajo, lanzó “para erradicar la corrupción en todas sus manifestaciones”. Fue la única vez durante la lectura que el Presidente levantó la vista. Los aplausos se escucharon primero en las tribunas más lejanas al escenario y se fueron contagiando hasta llegar al campo y las primeras filas. También hubo gritos de aprobación.
Después, habló de que se debe “proteger la vida desde la concepción hasta la muerte”, una consigna contra el aborto. A las palmas se sumaron ovaciones.
Al concluir, agradeció la hospitalidad al “querido pueblo tucumano” y gritó “¡viva la patria, viva el amor!”.
Antes de bajar de la tarima adornada con limones y cañas de azúcar naturales, quiso despedirse del legado especial del Papa Francisco para el Congreso, el cardenal Giovanni Battista Re, quien encabezó la liturgia. Se abrazaron afectuosamente.
Macri levantó las dos manos para saludar al público y luego, en vez de volver a su asiento, rumbeó para un costado del escenario y se subió a una tráffic blanca. Lo acompañó el gobernador, Juan Manzur. En ese vehículo fueron hasta el helicóptero, que lo llevó de nuevo hasta el aeropuerto.
Liturgia y captura
La visita oficial de ayer- la tercera- fue la más extensa de Macri a la provincia desde que asumió, en diciembre (duró alrededor de dos horas y media).
El Presidente estuvo dos horas y veinte minutos en el predio hípico. Llegó alrededor de las 9.20 al Benjamín Matienzo y veinte minutos después arribó en helicóptero.
Al bajar, se dirigió con Manzur y con la vicepresidenta Gabriela Michetti a una carpa VIP montada tras el escenario principal, ubicada frente a las tribunas fijas. Allí mantuvieron una reunión privada con el cardenal Re. Por dos pantallas gigantes instaladas cerca de la tarima pudo verse parte del encuentro. La cámara fue retirada a los pocos minutos.
Michetti se encontraba desde el sábado en la provincia y había participado ese día de una convocatoria política de la Iglesia en la Casa Histórica.
Junto a Macri llegaron el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich y el secretario de Culto, Santiago Manuel de Estrada. Aquí se le sumaron los miembros del gabinete oriundos de la provincia: el titular del Plan Belgrano, José Cano, y el secretario de Vivienda y Hábitat, Domingo Amaya.
Los funcionarios nacionales fueron recibidos por Manzur y por el vicegobernador, Osvaldo Jaldo y sus esposas Sandra Mattar Sabio y Ana María Grillo, respectivamente.
El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, y su señora Beatriz Ávila también fueron de la partida. Ministros y secretarios, intendentes y legisladores colmaron el sector de autoridades.
Antes del inicio de la ceremonia, en la primera fila de asientos Manzur, Macri y Michetti dialogaron animadamente y sonrieron.
Mientras entraban las imágenes religiosas invitadas, Michetti se mostró emocionada y entusiasmada. Aplaudió y cantó permanentemente. Manzur también siguió el ritmo de los cánticos con las palmas. La figura del secretario de Relaciones Institucionales, Bernardo García Hamilton, sobresalió de golpe. El funcionario se paró sobre una silla para fotografiar con su celular una de las vírgenes que ingresaba al terreno.
Una fila más atrás, Cano departía con distintos funcionarios. Amaya, en cambio, permaneció con gesto adusto y los brazos cruzados la mayor parte del tiempo.
El sacerdote que animó la previa desde un escenario más pequeño arengó a las autoridades a saltar, como lo estaban haciendo los peregrinos. El único que hizo caso fue Macri. Manzur, que estaba distraído, lo miró con extrañeza y sonrió. Luego, el religioso instó a todos a abrazarse. Los funcionarios lo hicieron.
Una vez que comenzó la misa concelebrada -fue oficiada también por el arzobispo de la provincia Alfredo Zecca-, Michetti también fue la más fervorosa. De hecho, pronunció una lectura de los Apóstoles.
En un momento, antes de que se comulgue, Macri se retiró rodeado de sus custodios y secundado por el ministro de Seguridad, Regino Amado, en dirección a la carpa VIP. Se ausentó durante poco más de cinco minutos. Trascendió que habría ido al baño y hablado por celular. Le habrían comunicado en ese momento la captura de Ibar Pérez Corradi, prófugo desde 2012 por el “triple crimen de General Rodríguez”, causa relacionada el tráfico de efedrina y con fuertes aristas políticas.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, declaró a medios nacionales que le comunicó a Macri la novedad durante la ceremonia y que este habría celebrado con la frase: “es el fin de la impunidad”.
“Todos juntos”
Manzur agradeció la visita a Macri. “Este quizás sea el evento más importante de Argentina en los últimos 200 años. Tenemos que mirar al futuro, renovamos la fe en un Tucumán mejor”, aseguró frente a cámaras y micrófonos.
Cuando le preguntaron por la mención de Macri a la necesidad de terminar con la corrupción, afirmó que “hay que seguir todos juntos y unidos” para lograr ese objetivo.
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