Por Gabriela Baigorrí
21 Junio 2016
Levanta los hombros, hunde un poco la cabeza y tuerce la boca en ese mohín típico de la duda. Dice que no sabe por qué se genera un revuelo político cada vez que aparece en escena si él sólo se limita a cumplir con sus tareas en el Senado y a seguir con sus recorridas por los barrios. Pero claro que sabe el porqué. Es consciente de que sigue siendo por el momento el líder del oficialismo local y así lo manifestó su inconsciente cuando se refirió a sí mismo como “este gobernador” durante la entrevista con este diario. El inconsciente del actual mandatario Juan Manzur también lo traicionó al respecto: se refirió a Alperovich como gobernador dos veces en la conferencia de prensa de ayer.
El José Alperovich de la posgobernación ha roto el corsé de lo políticamente correcto que ajustaba sus palabras desde hacía una docena de años. Desde el día en que dejó la Casa de Gobierno, Alperovich había decidido mantenerse en silencio para no afectar a Manzur. Se había puesto como plazo mayo o junio para reaparece. La bochornosa detención del ex secretario de Obras Públicas, José López, dio pie al senador para retomar el protagonismo. Formuló observaciones y reflexiones sobre el Gobierno anterior en general. En ese contexto, afirmó que no es kirchnerista, que el kirchnerismo murió y que la Nación imponía candidatos, como López, en las listas locales.
Lo curioso no son las declaraciones de Alperovich, sino que haya dirigentes que se muestren sorprendidos o espantados por ellas. Había indicios y expresiones que proliferaron, sobre todo, durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que daban cuenta de que puertas adentro se sentía incómodo con el kirchnerismo, al menos desde que estaba encabezado por la ex presidenta. Además, no hay quien desconozca lo pragmático que fue desde el primer día en el sillón de Lucas Córdoba.
1- La mala relación con Cristina
Era un secreto a voces. Las anécdotas más antiguas remontan la antipatía a cuando Alperovich y Fernández eran compañeros en el Senado, durante la década pasada y habrían tenido algunos desencuentros. Hay, sin embargo, registros más recientes y, sobre todo, públicos. Dos episodios ofuscaron al entonces gobernador. Primero, cuando Fernández lo dejó en offside tras prometerle que otorgaría un aumento en la proporción de etanol (derivado de la caña de azúcar) en las naftas. Eso no se cumplió durante esa gestión, pero Alperovich lo había anunciado. Segundo, cuando lo retó frente a 30.000 personas y a todo el país por cadena nacional durante el acto del 9 de Julio de 2015 en el Hipódromo. El entonces gobernador, que se estaba despidiendo del cargo, había afirmado en su discurso que estaba “orgulloso de haber cumplido con su deber” como mandatario. Minutos después, ella en su discurso le reprochó: “Yo, la verdad, José, no me siento con el deber cumplido. Siento que todavía faltan muchas cosas, y quiero y siento... Será porque cuando uno es militante, nunca estás conforme, hermano; sino dedicate a otra cosa. En la política nunca podés estar conforme. Siempre hay que ir por más”.
2- La identificación con el kirchnerismo
Alperovich dejó en claro que la relación con el kirchnerismo era de conveniencia y por eso no se sonrojó al reconocer que cedió lugares en las listas de candidatos a diputados y senadores a cambio de mantener el flujo de recursos nacionales. En la última imposición kirchnerista, de hecho, tuvo que desplazar de la lista de senadores a su esposa y presidenta del PJ, Beatriz Rojkés, para dejar el lugar de suplente a la camporista Marieta Urueña.
Este y otros ingresos a las nóminas no le salieron gratis a La Cámpora, que se ganó la antipatía de la dirigencia alperovichista. En 2015, a meses de las elecciones, los miembros de la agrupación kichnerista fueron en patota a visitar a Alperovich para pedirle pista. No sólo no se llevaron definiciones, sino que además los mandó a trabajar en el territorio.
Ahora Alperovich también les envió un mensaje y desparramó intrigas. Afirmó que aspira a que los diputados tucumanos peronistas formen un bloque aparte al del Frente para la Victoria, donde abundan los kirchneristas duros. Mencionó como integrantes a José Orellana y a Miriam Gallardo y a un tercero que no quiso mencionar. La incógnita se abrió porque los tres que restan son del núcleo kirchnerista: los camporistas Mabel Carrizo y Marcelo Santillán y la dirigente que responde a Kolina, Alicia Soraire. Las miradas se dirigieron a Famaillá, porque Carrizo es esposa de Jesús Salim, el único dirigente camporista que mantiene relación con Alperovich. Desde el sur afirmaron que era imposible. No hay certezas, por ello, si esto fue un dato concreto o una “chanza” del senador.
3- La pertenencia partidaria
Nunca desveló a Alperovich la pertenencia litúrgica hacia un partido. Por eso tampoco le afecta que le enrostren su pasado radical ahora que es peronista. Suele afirmar ante propios y ajenos que no le interesa demasiado el asunto, siempre y cuando pueda “trabajar para la gente”. También por ese motivo se animó a coquetear con el disidente Sergio Massa, con quien -reveló- mantuvo algunas reuniones. Aclaró, sin embargo, que le gusta su perfil siempre y cuando compita por dentro del PJ. El diputado estuvo en Tucumán hace pocos días y al ser consultado sobre el guiño de Alperovich confió a periodistas en una charla informal que volvería al justicialismo pero cuando esté “depurado”. Léase: deskirchnerizado.
El Alperovich de la posgobernación no sólo está rejuvenecido y relajado sino que promete no volver a ponerse el corsé y menos con un año preelectoral en marcha.
El José Alperovich de la posgobernación ha roto el corsé de lo políticamente correcto que ajustaba sus palabras desde hacía una docena de años. Desde el día en que dejó la Casa de Gobierno, Alperovich había decidido mantenerse en silencio para no afectar a Manzur. Se había puesto como plazo mayo o junio para reaparece. La bochornosa detención del ex secretario de Obras Públicas, José López, dio pie al senador para retomar el protagonismo. Formuló observaciones y reflexiones sobre el Gobierno anterior en general. En ese contexto, afirmó que no es kirchnerista, que el kirchnerismo murió y que la Nación imponía candidatos, como López, en las listas locales.
Lo curioso no son las declaraciones de Alperovich, sino que haya dirigentes que se muestren sorprendidos o espantados por ellas. Había indicios y expresiones que proliferaron, sobre todo, durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que daban cuenta de que puertas adentro se sentía incómodo con el kirchnerismo, al menos desde que estaba encabezado por la ex presidenta. Además, no hay quien desconozca lo pragmático que fue desde el primer día en el sillón de Lucas Córdoba.
1- La mala relación con Cristina
Era un secreto a voces. Las anécdotas más antiguas remontan la antipatía a cuando Alperovich y Fernández eran compañeros en el Senado, durante la década pasada y habrían tenido algunos desencuentros. Hay, sin embargo, registros más recientes y, sobre todo, públicos. Dos episodios ofuscaron al entonces gobernador. Primero, cuando Fernández lo dejó en offside tras prometerle que otorgaría un aumento en la proporción de etanol (derivado de la caña de azúcar) en las naftas. Eso no se cumplió durante esa gestión, pero Alperovich lo había anunciado. Segundo, cuando lo retó frente a 30.000 personas y a todo el país por cadena nacional durante el acto del 9 de Julio de 2015 en el Hipódromo. El entonces gobernador, que se estaba despidiendo del cargo, había afirmado en su discurso que estaba “orgulloso de haber cumplido con su deber” como mandatario. Minutos después, ella en su discurso le reprochó: “Yo, la verdad, José, no me siento con el deber cumplido. Siento que todavía faltan muchas cosas, y quiero y siento... Será porque cuando uno es militante, nunca estás conforme, hermano; sino dedicate a otra cosa. En la política nunca podés estar conforme. Siempre hay que ir por más”.
2- La identificación con el kirchnerismo
Alperovich dejó en claro que la relación con el kirchnerismo era de conveniencia y por eso no se sonrojó al reconocer que cedió lugares en las listas de candidatos a diputados y senadores a cambio de mantener el flujo de recursos nacionales. En la última imposición kirchnerista, de hecho, tuvo que desplazar de la lista de senadores a su esposa y presidenta del PJ, Beatriz Rojkés, para dejar el lugar de suplente a la camporista Marieta Urueña.
Este y otros ingresos a las nóminas no le salieron gratis a La Cámpora, que se ganó la antipatía de la dirigencia alperovichista. En 2015, a meses de las elecciones, los miembros de la agrupación kichnerista fueron en patota a visitar a Alperovich para pedirle pista. No sólo no se llevaron definiciones, sino que además los mandó a trabajar en el territorio.
Ahora Alperovich también les envió un mensaje y desparramó intrigas. Afirmó que aspira a que los diputados tucumanos peronistas formen un bloque aparte al del Frente para la Victoria, donde abundan los kirchneristas duros. Mencionó como integrantes a José Orellana y a Miriam Gallardo y a un tercero que no quiso mencionar. La incógnita se abrió porque los tres que restan son del núcleo kirchnerista: los camporistas Mabel Carrizo y Marcelo Santillán y la dirigente que responde a Kolina, Alicia Soraire. Las miradas se dirigieron a Famaillá, porque Carrizo es esposa de Jesús Salim, el único dirigente camporista que mantiene relación con Alperovich. Desde el sur afirmaron que era imposible. No hay certezas, por ello, si esto fue un dato concreto o una “chanza” del senador.
3- La pertenencia partidaria
Nunca desveló a Alperovich la pertenencia litúrgica hacia un partido. Por eso tampoco le afecta que le enrostren su pasado radical ahora que es peronista. Suele afirmar ante propios y ajenos que no le interesa demasiado el asunto, siempre y cuando pueda “trabajar para la gente”. También por ese motivo se animó a coquetear con el disidente Sergio Massa, con quien -reveló- mantuvo algunas reuniones. Aclaró, sin embargo, que le gusta su perfil siempre y cuando compita por dentro del PJ. El diputado estuvo en Tucumán hace pocos días y al ser consultado sobre el guiño de Alperovich confió a periodistas en una charla informal que volvería al justicialismo pero cuando esté “depurado”. Léase: deskirchnerizado.
El Alperovich de la posgobernación no sólo está rejuvenecido y relajado sino que promete no volver a ponerse el corsé y menos con un año preelectoral en marcha.
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