22 Junio 2016
EJEMPLO. Emilia Quiñone se dejó fotografiar para mostrar que se puede vivir bien a pesar de su enfermedad. Foto gentileza Emilia Quiñone.
- ¿Elegiste posar frente al espejo por algo en especial?
- Mi amiga, la fotógrafa que me hizo el book, eligió los lugares. Pero el espejo representa lo que soy hoy y me acepto así, más allá de todo, de las caídas que pueda tener. Esto es una forma de valorarme como mujer, y -sobre todo- de respetarme y cuidarme.
Hace un año a Emilia Quiñone, la joven tucumana de 27 años que posa frente al espejo, le diagnosticaron colitis ulcerosa. Hasta hoy la operaron dos veces (en una le extirparon el colon), le apareció otra enfermedad y desde esa última intervención vive con un ano contra natura (también llamado colostomía). Se trata de un acoplamiento, en forma de bolsa, a la pared abdominal, con el fin de permitir la evacuación de los residuos. Y por ese aniversario es que decidió hacer un book de fotos con una amiga fotógrafa para mostrar su cuerpo y contar cómo vive: “una enfermedad no te limita, a los límites se los pone uno”.
La pasó muy mal: al principio tenía fuertes dolores abdominales y diarrea con sangre. Tuvo un episodio muy doloroso en mayo del año pasado por lo que tuvieron que internarla y hasta administrarle morfina por el dolor. Se retorcía y estaba debilitada. Todo ello también influyó en su trabajo, en un call center. “No me creían que necesitaba ir al baño. No me dejaban levantarme a pesar de mis dolencias. Hubo una persecución laboral y todo ese estrés era peor para mi salud”, comenta la joven que también estudia en un terciario Administración de Empresas.
Cuando la internaron, asegura que estuvo muy cerca de la muerte: en una ocasión se deshidrató por un enema mal colocado y su presión llegó a estar en 6-3. “Cuando mi médico decide operarme yo estaba débil: así que pasé un fin de semana con inyecciones de plasma. Mi cirugía duró siete horas. Me tenían que salvar la vida y lo hicieron, porque tenía todo el colon comprometido, ulcerado. Entonces, me lo sacaron y me pusieron el ano contra natura, con el que vivo hoy. Luego siguió otra operación en enero, que también duró cerca de siete horas. A la bolsa no sé cuándo me la sacarán: debo curarme primero de una artritis asimétrica inflamatoria en una de mis piernas”, describe Emilia.
Para llegar a sentirse segura con su cuerpo y mente, confiesa que se acercó mucho a la iglesia, a Dios y que la contención familiar (tiene cuatro hermanas y su madre), la de sus amigos, la de sus terapeutas y la de su doctor y sus residentes fueron claves.
Claro que su cuerpo no tiene la misma resistencia que antes: ya no va a bailar (debe evitar aglomeraciones y temperaturas elevadas para no deshidratarse), no puede comer cualquier cosa (su dieta es hipercalórica porque su cuerpo no absorbe muchos nutrientes) y debe evitar consumir alimentos crudos y legumbres. Por todo ello, sumando las recaídas, Emilia perdió pelo y bajó unos 30 kilogramos.
“No estaba segura de exhibir mis cicatrices y la bolsa. Pero creo que está bueno mostrarle a la gente otra manera de vivir, que se puede seguir, que se puede estudiar, que se puede salir con amigos. A quienes tengan esta enfermedad les recomiendo la operación, porque te libera de otras enfermedades como el cáncer de colon. Y eso sí, el apoyo de los otros es fundamental para seguir adelante”.
- Mi amiga, la fotógrafa que me hizo el book, eligió los lugares. Pero el espejo representa lo que soy hoy y me acepto así, más allá de todo, de las caídas que pueda tener. Esto es una forma de valorarme como mujer, y -sobre todo- de respetarme y cuidarme.
Hace un año a Emilia Quiñone, la joven tucumana de 27 años que posa frente al espejo, le diagnosticaron colitis ulcerosa. Hasta hoy la operaron dos veces (en una le extirparon el colon), le apareció otra enfermedad y desde esa última intervención vive con un ano contra natura (también llamado colostomía). Se trata de un acoplamiento, en forma de bolsa, a la pared abdominal, con el fin de permitir la evacuación de los residuos. Y por ese aniversario es que decidió hacer un book de fotos con una amiga fotógrafa para mostrar su cuerpo y contar cómo vive: “una enfermedad no te limita, a los límites se los pone uno”.
La pasó muy mal: al principio tenía fuertes dolores abdominales y diarrea con sangre. Tuvo un episodio muy doloroso en mayo del año pasado por lo que tuvieron que internarla y hasta administrarle morfina por el dolor. Se retorcía y estaba debilitada. Todo ello también influyó en su trabajo, en un call center. “No me creían que necesitaba ir al baño. No me dejaban levantarme a pesar de mis dolencias. Hubo una persecución laboral y todo ese estrés era peor para mi salud”, comenta la joven que también estudia en un terciario Administración de Empresas.
Cuando la internaron, asegura que estuvo muy cerca de la muerte: en una ocasión se deshidrató por un enema mal colocado y su presión llegó a estar en 6-3. “Cuando mi médico decide operarme yo estaba débil: así que pasé un fin de semana con inyecciones de plasma. Mi cirugía duró siete horas. Me tenían que salvar la vida y lo hicieron, porque tenía todo el colon comprometido, ulcerado. Entonces, me lo sacaron y me pusieron el ano contra natura, con el que vivo hoy. Luego siguió otra operación en enero, que también duró cerca de siete horas. A la bolsa no sé cuándo me la sacarán: debo curarme primero de una artritis asimétrica inflamatoria en una de mis piernas”, describe Emilia.
Para llegar a sentirse segura con su cuerpo y mente, confiesa que se acercó mucho a la iglesia, a Dios y que la contención familiar (tiene cuatro hermanas y su madre), la de sus amigos, la de sus terapeutas y la de su doctor y sus residentes fueron claves.
Claro que su cuerpo no tiene la misma resistencia que antes: ya no va a bailar (debe evitar aglomeraciones y temperaturas elevadas para no deshidratarse), no puede comer cualquier cosa (su dieta es hipercalórica porque su cuerpo no absorbe muchos nutrientes) y debe evitar consumir alimentos crudos y legumbres. Por todo ello, sumando las recaídas, Emilia perdió pelo y bajó unos 30 kilogramos.
“No estaba segura de exhibir mis cicatrices y la bolsa. Pero creo que está bueno mostrarle a la gente otra manera de vivir, que se puede seguir, que se puede estudiar, que se puede salir con amigos. A quienes tengan esta enfermedad les recomiendo la operación, porque te libera de otras enfermedades como el cáncer de colon. Y eso sí, el apoyo de los otros es fundamental para seguir adelante”.
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