04 Octubre 2016
PELOTA-PIERNA. Villalba intenta pasar pegado a la línea de salida, pero un marcador de Huracán le cometerá una dura falta. la gaceta / foto de franco vera
Atlético sigue siendo un desconcierto de sí mismo. Los primeros 20 minutos del partido con Huracán grafican su realidad: intenta vivir del pelotazo cuando debería hacer todo los contrario. A los 30 segundos ya perdía: buscó sorprender por arriba y lo lastimaron de contra. Otro dato: de los cinco pelotazos que intentó durante ese lapso, tres fueron de Cáceres y dos de Bianchi. La pregunta es: ¿dónde estaban los creativos?
Para qué tanto entrenamiento a puertas cerradas si el libreto es el mismo de la fecha 1 a esta última. Si la idea es tirar centros al área, habrá que cambiar de dibujo y de futbolistas. Cristian Menéndez no es Martín Palermo, que podía contra todos; tampoco es centrodelantero. Aparte, el rubio baja demasiado a colaborar con el medio campo y deja su lugar en la zona de gatillo.
Rodríguez y Zampedri son jugadores de área pero ninguno de los dos jugó por el centro. Ambos fueron por los costados. Lo mejor de Zampedri se ve cuando pivotea de espaldas al arco, mientras que lo mejor de “Pulguita” explota cuando le dan margen para diagramar. El simoqueño hizo lo que pudo en un grupo que no tiene brillo.
No sirve de excusa mencionar que Atlético fue amo y señor del segundo tiempo, y que no tuvo suerte al momento de marcar. Estando 0-2 abajo debió salir a buscar el juego, era su obligación. Pero sin fútbol es difícil. Al “Decano” le cuesta horrores hilvanar dos pases seguidos. Le cuesta horrores explotar cuando tiene el balón a disposición. Es como si se auto boicoteara. Aprieta el freno de mano y dejar armar al oponente.
Desde afuera dio la impresión que dos de las tres variantes que propuso el técnico fueron desacertadas. El cambio de Leandro González por “Pulguita” no se entiende. Era “LG” por un volante; Mendoza quizás. El capitán fue de lo mejor. Y el de Leonel Di Plácido por Rosales, o sea defensor por defensor, menos. Guillermo Acosta estaba en el banco y podía jugar como Rosales y aportar vértigo.
Atlético es hoy un disco rayado, repite una y otra vez la misma canción en ofensiva. Se obsesiona demasiado con su lado derecho, mientras que al izquierdo lo usa poco y nada. Un DT rival que llega con videos de análisis del “Decano” encima, al toque le saca la ficha de sus intenciones, como también nota que la zaga zurda viene en muy bajo nivel. Por ahí se puede romper.
El tan temido invierno que alguna vez nombre Juan Azconzábal parece haber llegado al jardín de Atlético justo cuando disfrutaba del calor de una primavera que fueron esas dos victorias en fila en el debut del torneo de 30 equipos.
Hoy la realidad es otra, aunque tampoco lo es muy diferente a lo que fue durante el 1-0 favorable a Rafaela y el 3-1 a Arsenal.
Atlético no jugó bien esos partidos ni tampoco jugó bien los tres que perdió en fila. Es una máquina de hacer lo que no debe, de buscar el camino difícil cuando los mismos jugadores intentan decirse durante la semana de trabajo que lo mejor de su repertorio se ve con la pelota al ras piso. Entonces, ¿por qué nadie lo aplica en acción? ¿Por qué se insiste con el sin sentido?
Lo cierto es que también le está pesando la categoría de las individualidades de sus contrarios. Sus jugadores no están en la cresta de la ola y todo les cuesta el doble. Y cuando se les cruza alguien mas o menos iluminado, el problema es una realidad aumentada en 3D. El parate por las Eliminatorias deberá servirle al “Decano” para poner las barbas en remojo y pensar.
Para qué tanto entrenamiento a puertas cerradas si el libreto es el mismo de la fecha 1 a esta última. Si la idea es tirar centros al área, habrá que cambiar de dibujo y de futbolistas. Cristian Menéndez no es Martín Palermo, que podía contra todos; tampoco es centrodelantero. Aparte, el rubio baja demasiado a colaborar con el medio campo y deja su lugar en la zona de gatillo.
Rodríguez y Zampedri son jugadores de área pero ninguno de los dos jugó por el centro. Ambos fueron por los costados. Lo mejor de Zampedri se ve cuando pivotea de espaldas al arco, mientras que lo mejor de “Pulguita” explota cuando le dan margen para diagramar. El simoqueño hizo lo que pudo en un grupo que no tiene brillo.
No sirve de excusa mencionar que Atlético fue amo y señor del segundo tiempo, y que no tuvo suerte al momento de marcar. Estando 0-2 abajo debió salir a buscar el juego, era su obligación. Pero sin fútbol es difícil. Al “Decano” le cuesta horrores hilvanar dos pases seguidos. Le cuesta horrores explotar cuando tiene el balón a disposición. Es como si se auto boicoteara. Aprieta el freno de mano y dejar armar al oponente.
Desde afuera dio la impresión que dos de las tres variantes que propuso el técnico fueron desacertadas. El cambio de Leandro González por “Pulguita” no se entiende. Era “LG” por un volante; Mendoza quizás. El capitán fue de lo mejor. Y el de Leonel Di Plácido por Rosales, o sea defensor por defensor, menos. Guillermo Acosta estaba en el banco y podía jugar como Rosales y aportar vértigo.
Atlético es hoy un disco rayado, repite una y otra vez la misma canción en ofensiva. Se obsesiona demasiado con su lado derecho, mientras que al izquierdo lo usa poco y nada. Un DT rival que llega con videos de análisis del “Decano” encima, al toque le saca la ficha de sus intenciones, como también nota que la zaga zurda viene en muy bajo nivel. Por ahí se puede romper.
El tan temido invierno que alguna vez nombre Juan Azconzábal parece haber llegado al jardín de Atlético justo cuando disfrutaba del calor de una primavera que fueron esas dos victorias en fila en el debut del torneo de 30 equipos.
Hoy la realidad es otra, aunque tampoco lo es muy diferente a lo que fue durante el 1-0 favorable a Rafaela y el 3-1 a Arsenal.
Atlético no jugó bien esos partidos ni tampoco jugó bien los tres que perdió en fila. Es una máquina de hacer lo que no debe, de buscar el camino difícil cuando los mismos jugadores intentan decirse durante la semana de trabajo que lo mejor de su repertorio se ve con la pelota al ras piso. Entonces, ¿por qué nadie lo aplica en acción? ¿Por qué se insiste con el sin sentido?
Lo cierto es que también le está pesando la categoría de las individualidades de sus contrarios. Sus jugadores no están en la cresta de la ola y todo les cuesta el doble. Y cuando se les cruza alguien mas o menos iluminado, el problema es una realidad aumentada en 3D. El parate por las Eliminatorias deberá servirle al “Decano” para poner las barbas en remojo y pensar.