Colombia ante una encrucijada por la Paz

06 Octubre 2016

Julián Najles - Politólogo

Colombia decidió rechazar el domingo los acuerdos firmados la semana pasada en Cartagena entre el Gobierno y las FARC-EP.

El triunfo del “No” en el plebiscito, por un margen de 60.000 votos, dio una cachetada al Gobierno colombiano encabezado por el presidente, Juan Manuel Santos, quien invirtió todo su capital político y aparato mediático y territorial para esta elección.

Los Acuerdos de Paz firmados comprenden 297 páginas y establecen 6 puntos: el desarrollo agrario integral de las zonas afectadas por el conflicto, la participación política de las FARC-EP, un proceso de preparación para la finalización del conflicto, el tratamiento de las drogas ilícitas, la reparación a las víctimas y la implementación y refrendación.

Justamente, en este último punto, las FARC siempre indicaron que la realización del plebiscito era “una idea de Santos” que ellos no compartían.

El triunfo del “No” está marcado por dos características de la realidad colombiana. La primera es el alto grado de abstención. De los casi 35 millones de personas autorizadas para votar en la elección sólo lo hicieron 13 millones, una abstención del 62%. Recordemos que el voto en Colombia es optativo, sin embargo, el domingo sólo 1 de cada 3 colombianos salió a votar.

La segunda característica es territorial. El “No” ganó en las zonas más alejadas del conflicto. Medellín, Cundinamarca y Casanare, Departamentos (equivalentes a nuestras provincias) en los cuales el “No” ganó por aplastante mayoría, casi no han tenido ataques guerrilleros. Por el contrario, los sectores que más sufrieron los ataques de la guerrillas, masacres y atentados se volcaron mayoritariamente al “Sí”. En Chocó, Vaupes, Cauca, Putumayo los votos afirmativo superaron el 75%.

Después de confirmado el triunfo del “No” el domingo a las 5 de la tarde (en este punto vale rescatar el trabajo del órgano electoral colombiano que procesó 13 millones de votos en una hora), el proceso de paz parecía irse a la basura. Los más de 4 años de negociaciones parecían destinados al olvido. Sin embargo, a las 7 de la tarde el presidente Santos se dirigió al país en cadena nacional y convocó a todos los actores al diálogo, especialmente a los defensores del “No”.

Para lo que conocen la realidad colombiana, la convocatoria del Presidente tenía una destinatario claro: el ex presidente Álvaro Uribe (2004-2010), incansable detractor del proceso de paz y de la figura de Santos.

Si bien Uribe se manifiesta a favor de la Paz, considera que estos acuerdos no sirven para conducir al fin del conflicto. El ex presidente destinó sus últimos tres años a desgastar al Gobierno, a través de las críticas al proceso y de acusarlo que los acuerdos alcanzados representan un pacto de impunidad que beneficia a las FARC.

El triunfo del “No” y la convocatoria al diálogo que resulte en un pacto político que reflote los acuerdos de paz ahora están en el centro de la escena. El miércoles, Uribe y Santos, junto a otros sectores que apoyaron el “No” (como el ultraconservador ex Procurador General, Alejandro Ordóñez o el ex presidente, Andrés Pastrana) se encontrarán en el Palacio Nariño (la casa presidencial) para buscar una salida al conflicto.

Los desafíos son claros. Por un lado, sostener el cese bilateral al fuego declarado el 26 de junio entre el Gobierno y las FARC.

Las FARC respaldaron los Acuerdos luego de la derrota del “Sí”.

Sin embargo, existe incertidumbre de hasta qué punto podrá sostenerse el cese de hostilidades. Por otro lado, construir un acuerdo que incluya a todos los sectores políticos, especialmente al Centro Democrático que lidera Uribe y que agrupa mayoritariamente al movimiento del “No”.

Sin dudas, el triunfo del “No” representa una derrota para el Gobierno. De todas formas, un triunfo ajustado del “Sí” hubiera complicado aún más al Gobierno de Santos. Un “Sí” triunfador con un margen estrecho habría allanado el camino para las erosivas críticas de Uribe y la consiguiente debilitación de la implementación de los Acuerdos de Paz.

El triunfo del “No” abre la puerta a un pacto político que integre a los sectores de la sociedad colombiana que no comparten el contenido de los acuerdos firmados.

Colombia ahora busca una salida institucional a una encrucijada que la enfrenta a seguir sosteniendo más de 50 años de guerra civil o avizorar un futuro de Paz.

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