30 Octubre 2016
Alfredo Zecca cumplió 67 años el 27 de septiembre. Pero no es esa fecha la que evoca en la entrevista, sino la del 19 de noviembre próximo, cuando se cumplirán 40 años de su ordenación como cura. “Algunos pueden tener de mí la imagen de que soy un intelectual. He sido 20 años formador y profesor, dos períodos secretario académico de la Facultad de Teología, y otros dos períodos decano de esa casa, rector del Seminario Metropolitano y rector de la Universidad Católica Argentina durante 10 años. ¿Eso no es gestión?”.
c, meses después de la insurrección policial de diciembre de 2013. “Él no estaba aún en La Florida sino en San Francisco Solano. Delante de todo el Decanato, que fue testigo, el padre Viroche me dijo tenía una figura distorsionada, una imagen distinta de mí. Pero que había cambiado esa imagen a partir de mi intervención en la crisis de la Policía; de conversaciones que él había mantenido con el comisario (Luis) Bacas, a quien el padre Juan conocía y era su amigo; y de diálogos con el padre Melitón Chávez (hoy obispo de Añatuya)”.
Así comienza la recapitulación que el prelado hace de los últimos días del padre Juan en relación con el arzobispado.
“Viroche vino a verme el 28 de septiembre y no me habló de narcotráfico sino de prostitución infantil. Me dijo que había denunciado tres domicilios de Delfín Gallo, y que después de la denuncia los habían cambiado. Me dijo también que estaba deprimido y que me pedía descansar. En el acto le contesté ‘andá tranquilo, Juan; yo me ocupo’. Le dije que lo que me interesaba era él, su vida, y que cuando volviera del descanso veíamos cómo seguía. Él mismo contó todo eso en un audio”.
La depresión de Viroche, según monseñor Zecca, era reciente. “Me había visitado con anterioridad para preguntarme si iban a darse cambios en la parroquia, porque necesitaba saberlo para realizar el diagrama de actividades pastorales de su parroquia. Así lo hizo. Eso no me habla de alguien que quiera suicidarse”, contrasta.
“El viernes (30 de septiembre) vino a la mañana y entregó, firmada, la nota mediante la cual dejaba el cargo de la parroquia, paso necesario para designar otro sacerdote allí y para reubicarlo a él en otra parroquia -prosigue el pastor-. Ese mismo día se nombró su sucesor, pero Viroche celebró la misa del domingo. Es más, yo lo llamo al día siguiente (el lunes 3 de octubre), porque asumía que había viajado y quería saber cómo estaba, pero no logré comunicarme con él. El padre que lo iba a reemplazar, Enzo Romero, sí consigue comunicarse durante la tarde, y acuerdan que iban a encontrarse el miércoles (5 de octubre). Ese día hallaron a Viroche sin vida”.
c, meses después de la insurrección policial de diciembre de 2013. “Él no estaba aún en La Florida sino en San Francisco Solano. Delante de todo el Decanato, que fue testigo, el padre Viroche me dijo tenía una figura distorsionada, una imagen distinta de mí. Pero que había cambiado esa imagen a partir de mi intervención en la crisis de la Policía; de conversaciones que él había mantenido con el comisario (Luis) Bacas, a quien el padre Juan conocía y era su amigo; y de diálogos con el padre Melitón Chávez (hoy obispo de Añatuya)”.
Así comienza la recapitulación que el prelado hace de los últimos días del padre Juan en relación con el arzobispado.
“Viroche vino a verme el 28 de septiembre y no me habló de narcotráfico sino de prostitución infantil. Me dijo que había denunciado tres domicilios de Delfín Gallo, y que después de la denuncia los habían cambiado. Me dijo también que estaba deprimido y que me pedía descansar. En el acto le contesté ‘andá tranquilo, Juan; yo me ocupo’. Le dije que lo que me interesaba era él, su vida, y que cuando volviera del descanso veíamos cómo seguía. Él mismo contó todo eso en un audio”.
La depresión de Viroche, según monseñor Zecca, era reciente. “Me había visitado con anterioridad para preguntarme si iban a darse cambios en la parroquia, porque necesitaba saberlo para realizar el diagrama de actividades pastorales de su parroquia. Así lo hizo. Eso no me habla de alguien que quiera suicidarse”, contrasta.
“El viernes (30 de septiembre) vino a la mañana y entregó, firmada, la nota mediante la cual dejaba el cargo de la parroquia, paso necesario para designar otro sacerdote allí y para reubicarlo a él en otra parroquia -prosigue el pastor-. Ese mismo día se nombró su sucesor, pero Viroche celebró la misa del domingo. Es más, yo lo llamo al día siguiente (el lunes 3 de octubre), porque asumía que había viajado y quería saber cómo estaba, pero no logré comunicarme con él. El padre que lo iba a reemplazar, Enzo Romero, sí consigue comunicarse durante la tarde, y acuerdan que iban a encontrarse el miércoles (5 de octubre). Ese día hallaron a Viroche sin vida”.
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Cura Juan Viroche