Cuba expande (con cuentagotas) el acceso de las familias a Internet

01 Noviembre 2016

Emilio J. Cárdenas - Ex embajador argentino ante la ONU

La enorme mayoría de los cubanos, hombres y mujeres por igual, no tiene acceso a Internet en sus hogares. Hablamos del 66% de la población. Ni posibilidades de adquirir una computadora para poder ingresar y operar en ella.

Los cubanos tienen sólo 95 computadoras cada 1.000 habitantes. Nada. Lo que no es para nada casual, sino una forma más de evitar que los sufridos cubanos de pronto se enteren qué es lo que -de veras- se dice y piensa en otras partes del mundo. Perverso, pero es así.

Para acceder a la diminuta red electrónica de la isla hace falta contar con una “certificación” de las autoridades gubernamentales.

Por el atraso en que Cuba está obviamente sumida, la isla no tiene “banda ancha”. Es “mucho pedir”.

La idea es, a partir del año próximo, comenzar lentamente a cambiar y expandir el acceso a Internet. Empezando por el municipio denominado “Habana Vieja”. En sólo dos de sus muchos barrios, concretamente. Hablamos de unos 2.000 usuarios, como mucho.

Ni siquiera el Malecón de La Habana tiene todavía acceso a Internet. Lo que naturalmente perjudica al turismo, desde que en el mundo de hoy la sensación de estar “incomunicado” es, para muchos, simplemente inaceptable y, para casi todos, por lo menos muy incómoda.

Control estatal

En Cuba, todo lo que tiene que ver con la operación de Internet está oficialmente en manos del monopolio estatal que tiene a su cargo el capítulo de las telecomunicaciones, la empresa Etecsa. De servicios privados, ni noticias. En Cuba hay hoy solamente unos 1.006 puntos de navegación. Nada. Y apenas unas 200 zonas con servicios inalámbricos.

Hasta allí la primitiva “informatización” de la isla. Del período paleozoico, aparentemente.

Lo que nada tiene de casual, por cierto. Las mordazas de mil formas y con toda suerte de funciones aún se mantienen en Cuba, pese a la declamada apertura reciente.

El temor enfermizo a la libertad de información sigue imperando en todos los niveles del oficialismo cubano.

No es nada raro, es parte en rigor de un temor mucho más profundo y patológico, aquel que esencialmente tiene que ver con la alternativa de vivir en libertad.

Por eso Cuba tiene aún una de las tasas de conectividad más bajas del mundo, sin miras de que haya cambios inmediatos que modifiquen dramáticamente el estado actual de las cosas. (Especial)

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