Un calendario que tiene un carnaval por mes

Trinidad ha convertido las carnestolendas en su principal producto de exportación, con marcas identitarias propias

ESTILOS. Los murgueros maniobran trajes que parecen carrozas. Ellas, en cambio, prefieren las plumas, como Wendy Fitzwilliam, Miss Universo en 1998. new york time ESTILOS. Los murgueros maniobran trajes que parecen carrozas. Ellas, en cambio, prefieren las plumas, como Wendy Fitzwilliam, Miss Universo en 1998. new york time
19 Febrero 2017

Por Baz Dreisinger - The New York Times

Nosotros, los devotos de los carnavales caribeños, que estamos en cuenta regresiva de los días que faltan para las mayores erupciones de juergas, en los días 27 y 28 de febrero, tenemos un sueño. El sueño de que algún día el carnaval nos honrará con su presencia optimista no una vez al año, sino una vez al mes. Ese día, toda la humanidad puede hacer una pausa en su tediosa rutina cotidiana y consolarse con el hecho de que en este momento, en alguna parte del mundo, se está midiendo a la vida con música y baile y plumas y brillo, en lugar de con teleconferencias y atiborrado transporte público: en alguna parte, hay un carnaval.

Todo el año es carnaval


Durante todo 2016, juerguistas de todo el mundo viajaron para participar en celebraciones de carnaval. Desde Jamaica hasta Los Ángeles, de Londres a Bermuda, de las islas Caimán hasta Toronto. Fueron prueba viviente de que la cultura de los carnavales caribeños está creciendo mundialmente, gracias, en gran parte, a una isla: Trinidad.

“El carnaval para los trinitarios es como el futbol para los brasileños”, comentó Wayne Henry, un fundador de ValeVibe, una compañía trinitaria, organizadora de carnavales. “En el pasado, hemos tendido a mantener nuestra cultura para nosotros mismos, pero ahora los trinitarios han ganado la confianza para exportar algo nuestro: festejar y divertirnos”.

La trinificación de la época de carnaval se ha convertido en el antídoto de lo que los trinitarios llaman “tabanca”: el descorazonador dolor poscarnaval. Ahora hay un calendario que empieza en Trinidad durante la tradicional celebración antes de la Cuaresma y concluye en octubre con el Carnaval de Miami, con carnavales mundiales y regionales programados casi mensualmente entre uno y otro. Se trata de un movimiento documentado por entidades mediáticas – como la exigente TriniJungleJuice.com, una biblia para los carnvaleros-, que guían a jóvenes caribeños que toman en serio el hecho de divertirse.

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Las fiestas de carnaval al estilo trinitario son grandísimas producciones. En las que setransforma a los días alrededor del desfile en una competición no oficial: ¿qué fiesta de moda no solo eclipsará a los elementos más tradicionales del carnaval sino, también, superar a otros en términos de sitio, comida, los dj’s y los invitados musicales? 

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Imaginen una estridente fiesta para bailar y a los flamencos de Miami como telón de fondo; en medio de las montañas rusas de Coney Island en Nueva York; en un barco que recorre el Támesis en Londres; profundamente metida en los cañaverales de Barbados.

“Si yo puedo hacer una fiesta en un volcán antes de que haga erupción, la haré”, comentó Jules Sobion, el director ejecutivo de una empresa organizadora de actividades en Trinidad, llamada Caesar’s Army. Anualmente, miles de juerguistas batallan para conseguir los boletos para hacer la fila a las 3.00 de la madrugada, seguir a los camiones de la música y las bebidas, cubrirse de pintura y manguerearse cuando sale el sol. “¿Qué hace Caesar’s Army? Exportamos diversión”.

Las finanzas de la fiesta


“Los asiduos a los carnavales son un nicho de mercado que está creciendo”, señaló Roscoe Dames, director ejecutivo de la comisión Nacional de Festivales en Bahamas. Hace cuatro años, el gobierno le dio el mandato a su equipo para que creara un carnaval que atrajera turistas. El resultado fue el Carnaval Junkanoo de Bahamas, iniciado en el 2015 en Nassau y Gran Bahama, en el que se fusionan las tradiciones carnavalescas del país con un festival contemporáneo. Las Bahamas querían mantener su propio sabor inimitable, pero importan estilos trinitarios.

El año pasado, en el carnaval participaron más de 60.000 juerguistas, posicionando a Bahamas como jugador en el mercado internacional de carnavales.

Otros destinos han organizado carnavales fuera del marco temporal tradicional, y están viendo florecer sus festividades a medida que llegan las marcas trinitarias que traen a sus seguidores. Entre las mayores atracciones a cualquier carnaval está una fiesta que presenta Scorch, una empresa de entretenimiento trinitaria. Pocos participante pueden recordar todo al día siguiente de haber participado en una fiesta de Scorch (no hay resaca como una de Scorch, han confesado muchos asistentes).

“Realmente, Scorch es algo regional, que tiene el propósito de conectar a toda la cultura de las islas”, observó su director ejecutivo, Kwesi Hopkinson. “Así es que cuando llegamos a un carnaval en particular, brindamos un sello de aprobación”.

Sin embargo, no todas las islas están ansiosas de ese sello trinitario. Cuando Bermuda inició un carnaval en el 2015, prohibió a los promotores de otras islas.

En el país se adoptaron medidas proteccionistas para evitar la fuga de ganancias durante los carnavales. “Cuando los promotores trinitarios llegan a cualquier jurisdicción, los promotores locales pierden”, explicó Jason Sukdeo, el presidente de BHW Ltd., la entidad corporativa del carnaval en la isla.

Sin embargo, Jeremy Nicholls, un promotor barbadense que opera algunas de las actividades más populares en Barbados Crop Over, el segundo carnaval más grande de la región, no estuvo de acuerdo.

“Los trinitarios que vienen traen a gente con ellos”, dijo. “Tienen un alcance más amplio y esto tiene un efecto dominó. Así es que, a final de cuentas, se trata de unirnos”. Su empresa, Roast, exporta su marca a otros cinco carnavales, contó.

Para otros empresarios trinitarios, las inquietudes son culturales y no financieras: ¿la difusión de su carnaval diluirá su profunda historia en la región, una historia que se remonta hasta el siglo XVIII, cuando los colonizadores europeos festejaron la cuaresma con bailes de máscaras y sus esclavos los imitaron inmediatamente, incorporando tradiciones del oeste de Africa a las festividades?

“Lo que, definitivamente no quiero ver, con los trinitarios que llevan nuestra cultura por toda la región, es la homogenización del carnaval”, dijo Anya Ayoung-Chee, una diseñadora que fue una vez Miss Trinidad y Tobago.

“Mi centro de atención siempre es el cómo pensamos en ello más allá del copiar y pegar, de una isla a otra”, dijo. “¿Cómo preservamos las tradiciones, pero, también, cómo podemos hibridar, reconociendo que la cultura del carnaval está evolucionando siempre?”.

Con ese fin, la actividad de inicio que ella montó en el Festival Afropunk en Atlanta, en octubre, estuvo inspirado en J’Ouvert, el ritual al amanecer del carnaval, poblado por personajes folclóricos, como los que caminan con zancos.

“Fusioné las tradiciones del J’Ouvert con las grandes bandas de Nueva Orleáns y otros elementos culturales que han tenido la influencia de la esencia del carnaval”, explicó Ayoung-Chee. La idea es exhibir cómo la historia del carnaval se manifiesta fuera del contexto caribeño.

Lo emocionante, dice ella, no es solo representar al Caribe, sino experimentar con lo que podría ser Trinidad en el escenario mundial.

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