La potente solidaridad con los inundados

Es tal vez una de las expresiones más nobles del ser humano. Se pone evidencia cuando ocurren grandes catástrofes, pero también está aquella silenciosa que no busca ningún protagonismo y que en forma anónima se comparte lo que está al alcance. La solidaridad está motivada por el respeto, por el amor al prójimo. “El propósito de la vida humana es servir, mostrar compasión y tener voluntad de ayudar a otros”, afirmaba el médico y organista Albert Schweitzer. Desde hace días, los tucumanos del sur de la provincia viven momentos dramáticos a causa de las inundaciones.

La Madrid, La Cocha, La Invernada, Graneros, Niogasta, parte del departamento Simoca, padecen el efecto devastador de las aguas. Los 8.000 habitantes de La Madrid perdieron todos sus bienes. El desborde del río Marapa hizo estragos en la localidad; la inundación superó con creces las anteriores. Según la Policía, alrededor de 5.000 pobladores de esa localidad se hallaban a la vera de la ruta 157. Unas 800 personas fueron trasladadas a tres escuelas de Simoca. “Esto ya nos había pasado en 1992, en 1998, en el 2000, y ahora de nuevo. La primera tragedia es perder todo, la segunda es dónde pasar la noche, y luego habrá que volver a pararse”, dijo una mujer.

Desde un primer momento, miles de comprovincianos salieron en auxilio de los damnificados, aportando alimentos no perecederos, elementos de limpieza, pañales, repelentes, agua mineral, velas, ropa, calzado, botas de goma, colchones, frazadas y todo aquello que necesitaran las familias perjudicadas. Se improvisaron grupos solidarios que reciben y envían donaciones. En La Madrid, hubo quienes se ocuparon de acercar a través de botes y lanchas ayuda a gente que permanecía en la terraza de sus casas; también socorrieron a mascotas que habían quedado en sitios altos.

Pese a que no hay clases, los docentes de la escuela “Isaías Nougués”, de Alto El Puesto (La Cocha), van todos los días al establecimiento para ayudar a los pobladores con mercadería, agua y ropa que recogen. Con la colaboración de enduristas se los envían a las familias más distantes.

Hasta ahora, la ayuda se vino realizando en una forma desorganizada. Hubo personas bien intencionadas que a título personal llevaron alimentos, ropa, calzados aportados por ellos y vecinos, a los damnificados apostados en la ruta 157, pero la repartición se hizo complicada. Sería interesante que asistentes sociales se ocuparan de hacer listados in situ con las necesidades de la gente, ya sea por grupos o por población o por edades.

Gobierno, universidades, entidades civiles y religiosas, ONGs pusieron en marcha ayer el Operativo Solidaridad; se pidió a la población que por ahora donara insumos. Sería interesante que haya también lugares donde llevar ropa y otros menesteres, aunque la distribución se efectúe una vez que los pobladores puedan regresar a sus casas.

Es de suma importancia la transparencia, es decir que las donaciones lleguen efectivamente a sus destinatarios para que no haya que lamentar acciones ruines, como ya sucedió en algunas ocasiones. “Cuando una mano se alarga para pedirme algo, pienso que esa mano puede ser, mañana, la que me ofrezca un vaso de agua en mitad del desierto”, decía el pensador Alfonso Reyes.

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