Algunos llegan con mate y termo en la mano. Otros llevan carpetas para estudiar, mientras pasan el tiempo sentados sobre el pasto verde. Algunos niños juegan al fútbol y unas cuantas parejas de novios se regalan mimos a la sombra de una extensa arboleda. Sin embargo, no todo es colorido: el deterioro está a la vista de todos en los cuatro puentes que hay dentro del parque Guillermina. El cauce de agua socavó las bases, lo que pone en riesgo el cruce en vehículos.
Lo más lamentable es que la inseguridad se apoderó del enorme pulmón verde, ubicado sobre avenida Mate de Luna al 4.100, al oeste de la capital. Un pequeño grupo de operarios cortaba el césped con una máquina enganchada a un tractor. Eran las 11 del lunes, cuando una joven pareja estaba sentada en el césped sin ningún apuro. De pronto, aparecieron dos hombres en una moto; uno de ellos se bajó y en cuestión de segundos los amenazaron con un cuchillo. Se llevaron un bolso y un celular huyendo en medio del verde exuberante que regala la naturaleza.
Romina Rueda caminaba con su perro Nerón, un pitbull de color claro, cuando observó que se había producido un asalto. A plena luz del día atacan los delincuentes. “Vengo con mi perro, pero con esta inseguridad no es el mismo disfrute. Somos un grupo de 20 personas, todos vecinos del barrio, que nos juntamos todos los días para venir a pasear a las mascotas y sabemos que aquí roban a toda hora”, explicó.
Hay cuatro cámaras de seguridad instaladas dentro del parque, pero ninguna funciona. Hay tres estructuras de soporte, pero se llevaron las cámaras o las destrozaron como ocurrió en la esquina de La Madrid y Cossio. Varios vecinos que prefirieron no identificarse aseguraron que en la época en que José Alperovich era gobernador (2003-2015), el parque era el lugar más seguro del mundo. “Aquí venía la custodia del gobernador todos los días, porque la casa de él estaba allá -dice un hombre, mientras señala hacia el oeste-. Alperovich salía a caminar todas las mañanas; por eso aquí había hasta policías a caballo, pero terminó su gobierno y se terminó la custodia”, agregó.
Con el perro
Antes del mediodía, Ricardo Corai caminaba con Fiamma (gran danés) y Olga (galgo ruso) y pudo ver la cara de espanto de los jóvenes que habían sido víctimas del asalto. “Se supone que con un perro grande no pasa nada. Pero lamentablemente te quieren robar hasta el perro”, señaló. Más allá de los puentes destruidos, los vecinos piden mayor presencia policial. Cada uno tiene una anécdota sobre un robo dentro del parque. Un empleado municipal de la Dirección de Espacios Verdes que trabaja desde hace décadas en ese lugar lo admite contundente y sin más vueltas. “La gente que se queja tiene toda la razón del mundo”, dijo. LA GACETA pudo constatar ayer que son apenas 12 empleados en Espacios Verdes dentro del parque Guillermina; para colmo no todos son operarios. Además ellos deben ocuparse también de los parques Avellaneda, Quinto Centenario y de 80 plazas de la zona oeste de la capital. “No damos abasto”, dijo un empleado. Pero se negó a que se publicara su nombre. “Me van a mandar a juntar piedritas en el río”, argumentó.
“El problema es que los nuevos empleados que llegan al municipio son todos administrativos. Los operarios se jubilan y entra personal de escritorio”, se quejó. A modo de ejemplo, está el vivero municipal dentro del parque Guillermina. Un predio abandonado, donde antes había flores y plantas para la ciudad. El vivero es un edificio en ruinas que fue saqueado por los ladrones. En la entrada al parque, sobre avenida Mate de Luna, hay juegos infantiles y, por el movimiento de gente y de vehículos es más seguro, pero hacia adentro, el escenario cambia rotundamente con sectores en estado de desidia.
El olor nauseabundo se percibe en el puente que está en la parte de atrás del parque. Las paredes laterales están destruidas por la falta de mantenimiento. Par colmo, los habitantes de un asentamiento que está emplazado dentro del predio arrojan la basura y la dejan acumulada a pocos metros del puente roto, lo que le da un aspecto más tétrico al espacio verde que alguna vez fue un disfrute de la familia.