La justicia deberá determinar quién asesinó a Nisman y quién dio la orden

Nisman fue encontrado el 18 de enero de 2015 muerto de un disparo en la cabeza en su departamento. FOTO DE ARCHIVO. Nisman fue encontrado el 18 de enero de 2015 muerto de un disparo en la cabeza en su departamento. FOTO DE ARCHIVO.

Por Fabián Neiman, presidente de la DAIA en Tucumán

Ante la noticia sobre la pericia de Gendarmería que determinó que Alberto Nisman fue asesinado a sangre fría por profesionales, y el comunicado posterior de dicha fuerza de seguridad advirtiendo que aún no produjo ningún informe final conclusivo, la prudencia aconseja esperar dicho informe para ver si se condice con lo anunciado por la prensa en el día de ayer.

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Quienes integramos la Filial Tucumán de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), estamos convencidos, desde el primer momento y por muchas razones, que Alberto Nisman fue asesinado. Es tarea de la Justicia, no de la DAIA, confirmarlo o confrontarlo.

Recordar que Alberto Nisman fue el fiscal que esclareció el atentado iraní contra la sede de la AMIA. Distingamos la “causa AMIA I” de la “causa AMIA II. La “causa AMIA I” implicó un mamarracho judicial. El ex juez federal Juan José Galeano, recordémoslo, imputó falsamente a policías de la Provincia de Buenos Aires como la supuesta conexión local. En el juicio oral del año 2004, quedó demostrada la corrupción del ex juez sobornando a quien vendió la Trafic, Carlos Telleldín, para que imputara falsamente a los ex policías.

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Ese mismo año 2004, durante la presidencia de Néstor Kirchner, el Ministerio Público crea la UFI AMIA y designa a Nisman como fiscal especial del caso, dando comienzo a la “causa AMIA II”.

Nisman desanda el camino de Galeano y, a partir de un análisis sorprendente de información de Inteligencia, que incluyó cruces de movimientos de cuentas bancarias, viajes en avión y de llamados telefónicos, sumado a una extensa investigación de la propia fiscalía por él liderada, emite el 25 de octubre de 2006 un dictamen de 802 páginas, en el que establece que la cúpula del entonces gobierno de Irán se había reunido en 1993 en Mashhad, segunda ciudad del país, para planificar el atentado.

En consecuencia, la autoría intelectual del ataque fue obra de Irán, mientras que la ejecución estuvo a cargo del Hezbollah. Nisman confirmó que el suicida/homicida era Ibrahim Hussein Berro, terrorista del Hezbollah, y que la tan buscada “conexión local” era el agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires, el clérigo fundamentalista chiíta de la Mezquita de Flores, Mohsen Rabbani.

Cada 18 de julio, cuando recordamos el atentado y a sus víctimas, decimos que no es cierto que no haya verdad, porque desde el año 2006, y gracias a la tarea de Nisman, sabemos qué ha pasado y quiénes son los responsables.

En el año 2010 muere Néstor Kirchner y, posiblemente por consejo de Chávez a la ex presidenta, Cristina Fernández, la Argentina da un giro de 180 grados en su política exterior. En 2011, el periodista Pepe Eliaschev lo anuncia, en 2012 se coquetea y finalmente el 27 de enero de 2013 se firma el vergonzoso Memorándum de Entendimiento con la República Islámica de Irán, negadora del Holocausto y autora del atentado contra la sede de la AMIA.

Lo que posiblemente haya sido el mayor error político de Cristina Kirchner, llevó al fiscal de la causa a investigar los motivos de dicho pacto y de semejante giro en política exterior. En 2013, Nisman emite su segundo dictamen sobre “La penetración iraní en América latina” y de inmediato se aboca a investigar las causas del Memorándum. En enero de 2015, presenta su tercer dictamen y denuncia a la ex presidenta y al ex canciller Timerman, por encubrimiento de los autores iraníes del atentado. Tres días después, el sábado 17 de enero, es asesinado por profesionales, en su departamento de Puerto Madero; agoniza durante algunas horas, limpian la escena del crimen y dan a conocer la noticia casi 24 horas después del disparo mortal.

Su denuncia del año 2006, defendida en 2007 ante Interpol, fue tan sólida, que ni el vergonzoso Memorándum ni su asesinato pudieron bajar las “alertas rojas” que pesan sobre los jerarcas iraníes hace ya más de una década.

En caso de que el dictamen de Gendarmería confirme la noticia de ayer, sobre el asesinato del que muchos estamos convencidos desde la hora cero, las preguntas que deben hacerse tanto el fiscal de la causa por el asesinato, Eduardo Taiano, como el juez Julián Ercolini, serán quién lo mató y por orden de quién.

El informático Diego Lagomarsino, como la última persona que vio con vida al fiscal Nisman y quien confesó que el arma que lo asesinó le pertenece, debe ser imputado como partícipe necesario en el asesinato y posiblemente detenido de inmediato.

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