Con Messi, ningún sueño es imposible

Sus tres goles compraron el pasaje a Rusia 2018 y tiempo de trabajo para la Selección y la AFA.

Nadie como él. Es la luz luchando contra la oscuridad. Un Jedi. El último Jedi. Y estando solo, aunque anoche puede que no tanto, brilla. Y gana porque es el mejor; porque jamás se da por vencido. Lionel Messi es la Selección. Acá, allá, en el mundo entero. Si no hubiera sido por él la clasificación al Mundial de Rusia 2018 hubiera sido imposible anoche.

Solito pasó por arriba a Ecuador, el anfitrión sorpresa que pudo matar el anhelo nacional a los 39 segundos del primer tiempo, pero que no pudo hacerlo porque el 10, que vale 11, se hizo cargo de la cuenta. Argentina es mundialista. Argentina puede soñar con ganar otro Mundial. Y Messi puede soñar con hacerse del primero suyo, quizás el último de una inolvidable carrera deportiva cuyos únicos casilleros ubicados en el “debe” son materia exclusiva del seleccionado, y no de Barcelona, puff.

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Argentina está en Rusia, sí. Pero hay que cambiar. Lo pide Messi, el equipo. Y con seguridad también lo hará Jorge Sampaoli. Se llegó a este punto, al de la casi eliminación, por un cúmulo de desaciertos que no vienen de ahora.

La eliminación hubiese sido el premio castigo a tanta desidia, a tanto desorden, a tanto caos que habitó en la AFA después de la muerte de Julio Grondona y a la final perdida en Brasil 2014. Hubo interinatos, una intervención, dos finales más perdidas; un técnico que renunció como Gerardo Martino, y un entrenador impuesto como Edgardo Bauza que luego fue echado cuando la mano cambió de forma: adiós a la Comisión Normalidad, bienvenido Claudio Tapia, el nuevo presidente de una AFA que entre sus directivos acordó la asunción de “Chiqui” en pos de una vida en paz y de iniciar una revolución en una AFA huérfana de ideas; quebrada en su raíz, porque los que asumían en la Mayor no tenían el control de los juveniles. Los resultados están a la vista, ¿No? De potencia a depender de Messi y su luz, porque para abajo, lo bueno ya no es tan bueno. Y lo mágico se esfumó.

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Sampaoli fue el DT más decidido en un momento en que no fue prioridad. Él quiso dirigir a la Selección, a Messi. Llegó para enderezar la mala campaña de “Patón”, pero... No perdió y así y todo el equipo casi se queda afuera con esos tres empates en fila, con Venezuela, Uruguay y Perú. En la última Messi se hizo cargo, claro. Ahora va por su Mundial, el que le falta, el que debe ganar por merecimiento. Necesitará ayuda.

Y la colaboración forma parte de una pirámide que tiene en la cúspide a los jugadores. De allí hacia abajo es donde hay que trabajar, reordenar el desorden porque, se supo, la AFA llegó a ser tierra de nadie y los propios jugadores debieron solucionar problemas de logística, caso la Copa América Centenario del año pasado. Como que nunca tuvo paz el equipo, ni puertas adentro ni puertas afuera.

Ahora sí habrá lugar para mejorar, para que Sampaoli pueda pulir su idea de una forma tal que no necesite verse obligado a modificar esquema y material humano constantemente, partido a partido. No fue salvador pero sí el conductor que encontró a luz al final del túnel gracias a Messi.

Porque nunca hay que olvidarse de que Messi es Argentina. Que Messi sacrificó gloria por los colores de la patria. Podría haber sido campeón del mundo con España, la que lo tentó en 2004. Pero no. Messi defendió su tierra aún habiéndose criado en Barcelona. La sangre tira, y tira tanto que intercambió cada fracaso personal en la Selección por un nuevo objetivo.

Aprendió a vivir con la derrota siendo un ganador. Desde aquella mirada perdida en el limbo de la nada en un banco de suplentes de Alemania 2006, hasta un llanto interno desconsolado por no haber podido gritar fuerte en Brasil. Justo en Brasil, donde el “decime qué se siente” intentó tomar una versión publicitaria esta semana; una versión carioca en la que se hacía fuerza por vernos afuera.

Messi todo lo puede, porque Messi es la bandera. Messi es Argentina, que debe aprender de sus errores. Adentro y afuera de la cancha. Tres presidentes de AFA, tres técnicos y 44 futbolistas resumen la historia de las Eliminatorias.

De una vez por todas, que el trabajo sea trabajo y que no sólo se sueñe con gritar campeón imaginando que Lionel puede contra el mundo. Como anoche.

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