Colores y formas soviéticos: la estética de la nostalgia

El 25 de octubre de 1917 del calendario juliano sucedió la gran revolución del siglo XX. LA GACETA repasa este hito mediante una serie de publicaciones elaboradas donde ocurrieron los hechos. En la edición de ayer, el historiador Daniil Kotsiubinski analizó las raíces del autoritarismo. Mañana, una producción sobre educación y corrupción

YANTAR”. El reloj doble para ajedrez, el juego nacional ruso. YANTAR”. El reloj doble para ajedrez, el juego nacional ruso.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tuvo los colores y las formas de los objetos que fabricó. En la economía planificada por el Estado, todo debía estar controlado y, por añadidura, pensado: desde los pares de zapatos hasta la ropa interior que cada individuo iba a necesitar. Y las cosas made in Rusia tenían, a la vez, que predicar los valores abrazados por el comunismo. Eran objetos “hablantes”, que manifestaban la opción por el igualitarismo a ultranza y el sacrificio de la libertad. Pero también eran propagandas tangibles de las conquistas materiales y colectivas del régimen, de lo que el sistema de gobierno instaurado a partir de la Revolución Bolchevique de 1917 podía conseguir en términos tecnológicos e industriales. El Sputnik, primer satélite lanzado al espacio en 1957, da cuenta de ese afán por exhibir el poderío de las fábricas, los técnicos y los laboratorios de la URSS.

Parte de la batalla dada contra el capitalismo occidental consistió en descartar y reemplazar los valores que este propugnaba, y demostrar que se podía llegar lejos sin ellos. Otra forma de decir que el marxismo iba a llevar a la felicidad verdadera, la que no dependía de la tiranía del capital. El consumismo había sido denostado y clausurado, pero la escasez y la monotonía produjeron el efecto contrario al buscado. “En el océano gris en el que vivíamos, los objetos concebidos con un mínimo de diseño se destacaban de inmediato. No necesitaban publicidad para ser consumidos. Vivir en la URSS no implicaba ignorar el buen diseño, sino estar extremada y obsesivamente pendiente de él”, acota el editor ruso Michael Idov en la obra “Made in Russia: unsung icons of Soviet design” (”Hecho en Rusia: íconos olvidados del diseño soviético”).

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La carrera productiva fue otra guerra dentro de la Guerra Fría en la que se embarcaron la URSS y Estados Unidos a partir de 1945 y hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989. La necesidad de doblegar al enemigo en todas las instancias estimuló la competencia por el bienestar. De esa época data la Exhibición Nacional Estadounidense en Moscú donde Washington dejó boquiabiertos a sus anfitriones al presentar la vivienda estándar dotada de una cocina con electrodomésticos entonces desconocidos en Rusia. “El país que había reducido todos los objetos a la función que estos desempeñaban chocaba, de este modo, contra la revolución del diseño”, evoca Idov en el libro mencionado. Y añade: “en la cocina de esa casa promedio, el comunista Nikita Khrushchev dijo al capitalista Richard Nixon que había mejores cosas que fabricar, como el Sputnik. Pero la realidad es que el presidente ruso estaba humillado. La utopía de Lenin había recibido un golpe serio: era difícil reivindicar la superioridad espiritual respecto de una máquina lavavajillas. El pueblo que había sobrevivido a Hitler y a Stalin ahora necesitaba ‘juguetes’”.

A partir de los 60, la URSS creó sus propias versiones y correlatos de las novedades comerciales que presentaba Occidente. A la motocicleta Vespa le nació una Vyatka y así. Pero no hubo copias fieles, sino, otra vez, una “sovietización” del modelo original. Este sello consistió en un estilo definido por la suma de la impronta militar y los triunfos bélicos; la estética de la conquista del espacio; un accidental “shabby chic” (la conjunción de lo antiguo con lo moderno); los motivos eslávicos y la incomodidad permanente con los postulados occidentales. La combinación parece imposible, pero, 26 años después de la desintegración de la URSS, el sello sigue siendo reconocible e identificable. Sus naves insignias son la cámara fotográfica LOMO y el fusil Kalashnikov.

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La apertura económica verificada a partir de los años 90 inauguró un período de nostalgia por esos objetos diseñados bajo la bandera de la hoz y el martillo. Las formas y los colores de la extinta Unión Soviética trascendieron las fronteras, y tiñeron las postales de juventud e infancia de quienes asistieron a ese mundo enfrentado por las visiones del Este y del Oeste. Este orden binario impregnó la cultura de imágenes e íconos, y de mensajes ideológicos. Un símbolo de esa penetración internacional es el automóvil Lada que, ajeno a la debacle comunista, todavía circula por América Latina.

EL SPUTNIK, LA LOMO Y EL FUSIL AK-47, ÍCONOS DEL ESTILO “URSS”  
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TRES OBJETOS DE CULTO
La carrera espacial empezó con un triunfo de la Unión Soviética: el lanzamiento del Sputnik--1 (4 de octubre de 1957), primer objeto fabricado por el hombre que orbitó la Tierra. El satélite con forma de pelota y cuatro antenas disponía de la posibilidad de transmitir ondas de sonido. El Sputnik causó un gran impacto entre los terrícolas: menos de un año después, el Gobierno de Estados Unidos creó la agencia espacial llamada NASA. La máquina de fotos LOMO (sigla de Leningrad Optics and Mechanics Amalgamation), hoy muy demandada por sus filtros tipo “Instagram”, fue inventada para satisfacer las necesidades del aparato de inteligencia ruso. La LOMO apareció en 1984 y fue un gran éxito. Lo mismo pasó con el fusil Avtomat Kalashnikov modelo 1947 (AK-47), una de las armas más populares de la historia. 

EL SPUTNIK, LA LOMO Y EL FUSIL AK-47, ÍCONOS DEL ESTILO “URSS”  

TRES OBJETOS DE CULTO

La carrera espacial empezó con un triunfo de la Unión Soviética: el lanzamiento del Sputnik--1 (4 de octubre de 1957), primer objeto fabricado por el hombre que orbitó la Tierra. El satélite con forma de pelota y cuatro antenas disponía de la posibilidad de transmitir ondas de sonido. El Sputnik causó un gran impacto entre los terrícolas: menos de un año después, el Gobierno de Estados Unidos creó la agencia espacial llamada NASA.

La máquina de fotos LOMO (sigla de Leningrad Optics and Mechanics Amalgamation), hoy muy demandada por sus filtros tipo “Instagram”, fue inventada para satisfacer las necesidades del aparato de inteligencia ruso. La LOMO apareció en 1984 y fue un gran éxito.

Lo mismo pasó con el fusil Avtomat Kalashnikov modelo 1947 (AK-47), una de las armas más populares de la historia. 

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