Lanús hizo historia al dar vuelta un 0-2 ante River, al que no le otorgaron un claro penal

Sand (2), Acosta y Silva desataron la locura en el sur bonaerense. Los goles.

01 Noviembre 2017

Lejos está el fútbol de ser una ciencia exacta. Más bien es todo lo contrario: la dinámica de lo impensado, según la célebre definición del periodista Dante Panzeri. Cuando uno cree que la taba cayó para una esquina ganadora, una jugada clave puede modificar de inmediato el destino del supuesto partido casi definido.

Así se explica el inexplicable pase a la final de la Copa Libertadores que dilapidó River en la revancha con Lanús. El “Millonario” tenía todo bajo control en el primer tiempo. Mostró fútbol, inteligencia y gol. Y más también. Fue tan práctico al inicio que Ignacio Scocco metió un penal con clase y al rato nomás el chico Montiel capitalizaba un rebote de un tiro libre con rosca. En 23 minutos y con los primeros 90 minutos de juego de Núñez con un 1-0 favorable, parecía que el parcial global de 3-0 era imposible de remontar para Lanús.

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Pero no. Nada es imposible en el fútbol, menos cuando los humanos lo dirigen. Porque errar es humano, pero lo que hizo el árbitro Wilmar Roldán fue inhumano. ¿Qué hizo? Decidió no recurrir al VAR en una acción polémica que hubiese sido penal para River y quizás el 3-0 de la noche; y 4-0 en el global. El colombiano no se apoyó en el VAR, como sí lo haría después.

Lanús, herido de muerte y resurgido por ese error del juez, encontró la luz sobre el cierre del acto uno. José Sand, siempre José Sand, descontó. Y Sand, el mismo goleador que aman en el “Granate”, emparejó el partido con el 2-2 apenas comenzado el segundo tiempo. Partido abierto y esperanza viva para los dirigidos por Jorge Almirón.

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Y si el penal no sancionado por Roldán fue motivo de quejas, otro error garrafal, tras un golpe de Román Martínez hizo explotar de ira a River.

El local estaba tan vivo que Lautaro Acosta estableció el 3-2 con varios minutos por delante. Le faltaba uno para la hazaña. Y llegó casi tan rápido que la demora de Roldán para pedir ayuda al VAR, cuando había decidido primero no cobrar un penal clarísimo, pareció una eternidad. El árbitro sancionó el penal y Silva lo convirtió con clase. River, agonizante, se enredó como no lo había hecho al principio. Y Lanús creció tanto que logró la hazaña. Así jugará su primera final de la Copa Libertadores.

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