“Sororidad” y “nosotres”, nuevo lenguaje feminista

Existen nuevas palabras que buscan visibilizar, a través del lenguaje, la presencia de lo femenino.

REIVINDICACIÓN. Las mujeres, en la lucha por sus derechos, crean palabras. REIVINDICACIÓN. Las mujeres, en la lucha por sus derechos, crean palabras.
14 Marzo 2018

Sororidad, machirulo, cisgénero, transgénero, nosotres, las “x”, son algunos ejemplos de palabras y adaptaciones del lenguaje que, nacidas en los movimientos de mujeres, lesbianas, travestis y trans, hoy circulan en los medios naturalizadas y se agregan a un nuevo diccionario en construcción, acorde con los tiempos del #NiUnaMenos.

“El filósofo y lingüista Ludwig Wittgenstein dijo alguna vez: ‘los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje’. La frase es bastante reveladora, muestra cómo nuestra representación del mundo se encuentra condicionada por los límites que pone el propio lenguaje”, dijo a Télam Florencia Abbate, doctora en Letras e investigadora del Conicet.

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Abbate explicó que las leyes gramaticales imponen estructuras que pueden tender a invisibilizar algunas existencias materiales. Por ejemplo, usar el universal “todos” para nombrar tanto a los hombres como a las mujeres. “De algún modo invisibiliza la presencia de lo femenino. Por eso, en los últimos tiempos se comenzó a buscar nuevas fórmulas para visibilizarla”, comentó la escritora.

Cambiar los términos

Sumergida en la causa de reivindicación femenina, Abbate fue parte de la primera comisión que preparó, en junio de 2015, la marcha de NiUnaMenos. Al respecto, recordó cómo aquel grupo de mujeres intentaron llegar a los medios masivos con conceptos que hasta entonces sólo acuñaban las comunicadoras con perspectiva de género.

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“Nosotras hacíamos hincapié en utilizar el término femicidios en lugar de crimen pasional, que nos parecía una aberración, o utilizar violencia machista en lugar de violencia de género, para ser más específicas -narró Abbate-. Cuando decimos femicidio hablamos de un tipo específico de homicidio que es consecuencia de una violencia machista; si decimos crimen pasional, estamos presuponiendo que el amor y la pasión son las causas del asesinato”.

Además, Abbate habló sobre la construcción de nuevas variaciones que son ajenas a las instituciones del lenguaje: “desde el ideario feminista y LGBTI se forzó la gramática utilizando fórmulas que aún no son aceptadas por la Real Academia Española pero que tienen una intencionalidad política, como ‘todes’ o usar la ‘x’ que ni siquiera es posible pronunciarla en el habla”.

Por su parte, el licenciado en Ciencias de la Comunicación y docente de la UBA Daniel Lutzky coincidió en que muchas de las palabras que fueron parte del vocabulario histórico del movimiento feminista hoy han trascendido a la sociedad. “La lucha feminista es la más importante de esta época y va a producir una transformación profunda de toda la civilización”, afirmó el comunicador.

No obstante, Lutzky advirtió que si desde este movimiento se hace un proceso igualador (en el sentido de homogeneizar) se pueden perder elementos propios de lo femenino fundamentales para la transformación social que se impulsa. “La lucha por el lenguaje tiene sentido como crítica a los aspectos patriarcales y machistas, pero será un proceso largo”, vaticinó.

“No serviría que desde el feminismo bajaran e intentaran imponer un ‘diccionario’ políticamente correcto si no está acompañado de una transformación cultural; ahora bien, por supuesto que el lenguaje contribuye a esa transformación”, añadió.

Algunas palabras

Proveniente del latín “soror” (hermana), sororidad fue uno de los términos recuperados por los medios después del 8M y explicados como “solidaridad entre mujeres”. Aunque la feminista Marcela Lagarde, quien acuñó el término en Latinoamérica, reivindica esta palabra como “una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y una alianza existencial y política”.

Para Abbate palabras tales como ‘transgénero’ o ‘cisgénero’ ayudan a poder reconocer la diversidad y a desnaturalizar la relación cultural que históricamente se estableció entre genitalidad y género.

De aquellas expresiones del feminismo popular local, Abbate expresó su simpatía por “machirulo”, deformación de “macho”: “una idea bien arraigada en nuestra idiosincrasia, el ‘macho argentino’. Me parece un modo de deconstruir el supuesto valor de ser macho, a través del humor, que es una característica cultural muy nuestra”, comentó.

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