Un escenario explosivo en Brasil por la inminente encarcelación de Lula

06 Abril 2018

Isaac Risco - Agencia DPA

Luiz Inácio “Lula” da Silva parece tener contados sus días en libertad. El posible encarcelamiento del popular ex presidente de Brasil sume al país aún más en la incertidumbre política, ya que Lula era el favorito para ganar las elecciones presidenciales del 7 de octubre.

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La máxima corte brasileña denegó un recurso especial de habeas corpus , considerado como la mejor opción para evitar ir a prisión por una condena a 12 años por corrupción.

La corte trataba sólo el pedido específico de Lula, pero giró también en torno a la efectividad de la Justicia y la práctica de permitir a muchos acusados permanecer libres hasta el final definitivo de sus procesos.

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“Después de la segunda instancia, la ejecución de la pena se convierte en una necesidad de orden público, para preservar la credibilidad de la Justicia”, reclamó Luís Roberto Barroso, uno de los jueces que votó por rechazar el recurso.

Los fiscales del caso “Lava Jato” convirtieron el fallo en un parteaguas para la enorme investigación sobre corrupción política que sacude a Brasil desde hace años. El 4 de abril “puede entrar en la historia de Brasil como el día en que la propia Justicia siguió el camino del retroceso, de la ineficiencia del sistema penal y de la impunidad”, escribió Deltan Dallagnol, uno de los fiscales de “Lava Jato” en Twitter antes del juicio.

El Partido de los Trabajadores rechazó el fallo con duros calificativos. “Nuestra Constitución fue rasgada por quien debería defenderla”, escribió el partido. “Lula es inocente y eso será proclamado en un juicio justo”.

El mayor partido de izquierda de América Latina refleja la idea de millones de seguidores de Lula, que creen que el juicio es una farsa y una persecución política. A ello se contrapone, otro gran número de brasileños que quieren ver a políticos como Lula presos por las tramas corruptas.

Según las últimas encuestas, Lula genera rechazo en el 40% de los votantes. A cambio, un 36% lo votaría como presidente, un valor que representa más del doble de lo que alcanza el segundo en los sondeos, el radical de derecha Jair Bolsonaro (16%).

Al descrédito de la clase política ha contribuido la sensación de impunidad. El Congreso impidió en 2017 que el actual presidente, el conservador Michel Temer, fuera juzgado por acusaciones de corrupción más graves que las de Lula, al negarse en dos ocasiones a levantarle la inmunidad.

La democracia brasileña es frágil y ya hay sectores que ven una solución en una intervención militar, en un país que salió hace poco más de 30 años de una dictadura de más de dos décadas. Son tiempos explosivos en un país que era, hasta hace unos años, la estrella emergente de América Latina.

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