A los “Santos” les resulta natural la relación entre el sufrimiento y la gloria

Empató 3 a 3 con Villa Dálmine y pasó a la semifinal del Reducido

CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Los “Cirujas” no dejaron de alentar al “Santo”, ni siquiera en esos momentos en los que se quedaba fuera de la lucha por el ascenso. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Los “Cirujas” no dejaron de alentar al “Santo”, ni siquiera en esos momentos en los que se quedaba fuera de la lucha por el ascenso. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO

Dicen algunos que los objetivos que se alcanzan con esfuerzo se disfrutan más. Tienen mejor sabor. Quizá la sentencia no sea más que un consuelo para aquellos a quienes la vida les resulta, mayormente, una pendiente empinada y pedregosa. Pero aun así, eso no quita que tenga una cuota de verdad. De ello pueden dar fe los “Cirujas”, acostumbrados a que las celebraciones lleguen casi siempre precedidas por tanto sufrimiento.

Tan natural aparece en la historia de San Martín la relación entre sufrimiento y gloria que en algún momento -vaya uno a saber cuándo-, al hincha le resultó imposible deslindar un concepto del otro. “Si no se sufre no vale”, repetía uno, 10, 100, 1.000 fanáticos ayer, mientras descomprimían el estadio de la Ciudadela.

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“No merecíamos otro final que este, porque si no se sufre no vale. San Martín es así. Ahora ascendemos, de una, no nos para nadie”. Antonio “Tony” Toledo estaba seguro; nada podrá convencerlo de lo contrario, porque su cabeza ya razonó del siguiente modo: sufrimiento implica gloria; y la gloria es el ascenso a la Superliga.

“Si no se sufre no es San Martín. Vamos a jugar la final, y vamos a ascender. No queda otra”, afirmó Javier Rosznercki, con una seguridad contagiosa. Ahora, cuando se trata de opinar acerca del eventual desempeño en la máxima categoría del fútbol argentino dio a entender que habrá que salir de compras: “acá hay pocos jugadores para jugar en Primera”.

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A Cristian Castro no le gustó el fútbol que mostró ayer el “Santo”; destacó, sin embargo, otra cualidad del equipo. “Jugamos mal; pero los huevos que tenemos son impresionantes”, señaló. Pero también elogió a la fiel hinchada albirroja. “Lo ‘ganó’ la gente, con la misma emoción y la misma locura de siempre. Esto es familia, pasión. Y pase lo que pase, la temporada que viene esta gente volverá a estar acá”, prometió. Y al despedirse lanzó también el cliché: “si no se sufre no es San Martín”.

También dio crédito a los hinchas César Villagra. “A lo San Martín ganamos; lo ganó la gente, que empujó al equipo. Este sufrimiento será el éxito; el fruto será la Primera”, puntualizó. Algo así opinó Juan Campos. “Ganamos por el corazón de todos los jugadores y, centralmente, por el de la hinchada”, dijo.

Invocación

Cuando el partido moría y, con él, el sueño del “Santo”, no hubo hincha en la Ciudadela que no le rezara a San Iván Agudiak de los Milagros. En todas las memorias se proyectó nuevamente aquella hermosa película en la cual el delantero es el héroe que, con su agónico gol ante los misioneros de Guaraní Antonio Franco, abrió las puertas del último ascenso del “Santo”. No hubo “ciruja” que no haya elevado su plegaria a “Toro”.

“Y el milagro llegó. Y al igual que aquel de Agudiak, este de (Juan) Galeano será el gol del ascenso; porque si no se sufre no vale”, apostó Federico Alderete, con la frase que a estas alturas ya es una marca registrada “ciruja”.

Maximiliano Taddei contó que él había comentado con un plateísta la similitud de este partido con aquel, ante Guaraní. Y sacaron sus conclusiones. “O sea que ahora ascendemos. Si no se sufre no vale, no es San Martín”, insistió.

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