Un médico, un nutricionista, un enfermero universitario, carnet de sanidad de todas las enfermeras, baños aptos para discapacitados y arreglos en la cocina, son algunas de las exigencias que el Siprosa reclamó en el hogar de ancianos Pablo VI -ubicado en Aguilares- que será clausurado mañana, según contó Marta Navarreti, encargada de la institución.
La auxiliar administrativa detalló a LA GACETA que las personas encargadas de realizar la fiscalización les habían dado 30 días de prórroga para tener los papeles al día y realizar los arreglos correspondientes. Sin embargo, Navarreti dijo que recibió la notificación con la resolución de clausura y que ya no había más tiempo para realizar los cambios .
Por su parte, el director de fiscalización del Siprosa, Orlando Di Marco, aclaró a LA GACETA que se hicieron numerosas visitas, advertencias y fiscalizaciones en el lugar y aclaró que todo aquel que quiera instalar un geriátrico conoce cuáles son las reglas para tener un espacio donde albergar a personas de tercera edad y que incluso están escritas en la web.
"Tienen varias multas por la falta de cumplimiento con la norma. No se puede ir todas las semanas a exigir que hagan algo que está reglamentado. Así cualquiera pone un espacio donde cobrar una cuota y tener ancianos en un depósito", sentenció Di Marco.
El hogar Pablo VI
- Según detalló la encargada, el lugar cuenta con dos habitaciones donde entran siete ancianos en cada una. Por un lado los hombres y por el otro las mujeres. Cada uno tiene su mesa de luz y su placard.
- No tenían médicos ni personal capacitado, ya que dependían del Caps más cercarno que les colaboraba con alguna emergencia o, en el caso de los abuelos que están cubiertos por Pami, se dirigían directamente a esa obra social.
- La cocina no se encontraba en condiciones y las enfermeras no tenían carnet de sanidad.
"Esto es una asociación cooperativa. No tenemos el dinero para hacer todas esas remodelaciones. La podemos hacer de a poco. Funcionamos como una familia y sería una tristeza no verlos más", dijo la encargad quien aclaró que ya se consiguió un médico y licenciada en nutrición, además se arregló la cocina y se le colocó una campana como pedían desde el Siprosa.
Si bien aclaró que el lugar no funcionaba con fines de lucro, admitió que las familias "colaboraban" con $ 6.000 por mes ($200 por día) para poder darles todos los servicios a los ancianos, como desayuno, lavado y acondicionado de ropa, la ropa de cama e incluso muchas instituciones visitaban a los abuelos periódicamente.
"Los ancianos están muy bien tratados, tenían hasta su propia huerta. Los queremos mucho y están cuidados", aclaró la auxiliar administrativa.
Qué pasará con los ancianos
Según personal del hogar Pablo VI, cada familia se hace cargo del familiar hasta tanto se pueda resolver el problema y alcanzar el estado adecuado para los abuelos. Sin embargo, Antonella Luna, nieta de uno de los ancianos hospedados, vive en Buenos Aires y no puede trasladarlo a ningún lugar, por lo que no sabe cuál podría ser su destino si es que no viaja esta misma tarde.
"Nos avisaron hoy que tenían que desalojar el lugar porque mañana tenía que estar vacío. No sé donde lo van a trasladar y si no viajo esta tarde lo dejan en la calle", dijo desesperada a LA GACETA.
Según Navarreti, quien debe hacerse cargo del paradero de los ancianos que no son retirados por sus familiares es el Siprosa. "Quizás los trasladen a un hogar privado", dijo.