Lo de Sergio Denis fue sólo un accidente, ¿por qué cuesta tanto aceptarlo?

“Yo ensayo, ensayo y ensayo, porque quiero crear magia en cada show. Lo que me pasó fue una pesadilla, algo horrible”, declaró Madonna después del susto. Durante la entrega de los Brit Awards de 2015 la diva se cayó del escenario y terminó con la cabeza lastimada. El video está en YouTube, al igual que un montón de compilados en los que se descubren situaciones similares: artistas que se desbarrancan en pleno concierto. Les sucede a los principiantes y a las estrellas. Pueden ser estudios de TV, teatros o estadios. Las caídas se registran desde toda clase de alturas. Son accidentes. Algunos derivan en anécdota, otros en algún hueso roto -como lo sufrió el ex Nirvana Dave Grohl en Gotemburgo-, o en la guardia de un hospital -como la cantante Pink en Nuremberg-. Y algunos, desgraciados y lamentables, dejan al protagonista entre la vida y la muerte.

En un pasaje intimista de su presentación, el sábado pasado, Paul McCartney quedó solo frente a la multitud con su guitarra acústica, mientras la banda se tomaba un respiro. Cantaba “Blackbird”, clásico de clásicos de los Beatles, y una porción del escenario se elevaba. Desde sus 76 años, que parecen menos de 60, McCartney miraba al Campo Argentino de Polo desde tan arriba que parecía en el cielo. La plataforma era abierta, de cara al público. Nada lo separaba del abismo, por la sencilla razón de que los escenarios no tienen barandas, ni en Buenos Aires, ni en Tucumán, ni en el resto del mundo.

Los artistas saben dónde, cómo y cuándo pisar las tablas (que siempre serán tablas, más allá del material bajo sus pies). Para eso existen los ensayos y las pruebas de sonido, que en el caso de los músicos son determinantes. Si advierten alguna irregularidad, algún peligro, algo que puede salir mal, lo puntualizan. Por lo general marcan los espacios, tienen claros sus movimientos mucho antes de ejecutarlos. Es una espontaneidad calculada la que se aprecia en directo. Otro septuagenario, Roger Waters, corría bajo la lluvia por el escenario -altísimo- del Estadio Único de La Plata y sabía cuándo frenar para no pasar de largo.

Entonces...

Un cantante con cinco décadas de carrera en la alforja es, obligatoriamente, un “animal de escenario”. Nadie puede construir una trayectoria como la de Sergio Denis sin un comportamiento profesional, fuera de dudas. El video, viralizado hasta el hartazgo con más morbo que curiosidad, demuestra el accidente con la máxima claridad. Denis retrocedió con la concentración puesta en la melodía, sin mirar hacia abajo, y cuando se dio cuenta de que había pisado mal ya era tarde. Fue una fracción de segundo. La forma de la caída hizo el resto. Impactó de la peor manera; cualquier otra posición hubiera amortiguado el golpe.

El amor por la vida, su resiliencia, la capacidad para luchar y superar las adversidades, son marcas de fábrica de Sergio Denis. Lo contiene un sentimiento de genuino cariño, fronteras adentro y afuera de la provincia, y lo asiste el equipo del hospital Padilla, que es motivo de orgullo para los tucumanos desde hace varios años. A esto conviene subrayarlo en tiempo y forma, más allá de cómo se den las cosas, porque hay circunstacias que pueden escapar a la mejor atención médica y esta es una de ellas. Pero queda claro que Denis está en excelentes manos.

Apenas consumado el episodio en el Teatro Mercedes Sosa (TMS) se desencadenó una conversación virtual, turbulenta y ruidosa, que con el paso de los días se fue aplacando. Así funcionan las redes sociales, una usina en la que se habla mucho, se razona poco y no se escucha a nadie. Por eso es necesario poner un poco de distancia, para que el análisis no se contamine. Y valen algunas aclaraciones.

El Mercedes Sosa es un ente autárquico, como Cultura o Turismo. Esto vale para explicar por qué es un sinsentido exigir -por este hecho- la renuncia de funcionarios que no tienen injerencia en el teatro, como Sebastián Giobellina o Mauricio Guzman. La responsabilidad sobre lo que sucede en el TMS es de Raúl Armisén, el titular de ese ente creado para administrarlo, quien reporta directamente a Casa de Gobierno. Desde allí emanó la orden de abrir las puertas del TMS para el festejo organizado por ATSA para sus afiliados. Muchos se preguntaron por qué no se vendían entradas para ver a Sergio Denis y la respuesta es sencilla: se trataba de una fiesta privada, aunque en este caso al organizador no se le cobró alquiler. Una gentileza del gobernador al gremio que comanda Renée Ramírez, un soldado de su tropa.

Armisén lanzó algunas declaraciones desafortunadas, en especial las referidas al foso en el que cayó Sergio Denis: dijo que tenían previsto taparlo y prometió acelerar esa obra a pocas horas del accidente, con la noticia martillando en medios y redes. Fue una confesión de parte innecesaria y sólo sirvió para dejarlo en una situación más incómoda. Sobre el pucho la Policía Federal realizó una aparatosa “inspección” en el teatro que no fue más allá de la puesta en escena de los móviles en la puerta. No hubo clausura porque, a fin de cuentas, no había motivos para disponerla.

En medio del drama fue el hermano de Sergio Denis, Carlos Hoffman, el que tuvo la suficiente frialdad para comprender la situación y habló de un accidente, cerrando la puerta para otra clase de especulaciones. De todos modos, ese es un terreno en el que siempre pueden esperarse sorpresas y novedades, en especial cuando es el dolor de una familia el que está sobre la balanza.

Todo pasa, todo sigue

Centenares de artistas pasaron por el TMS desde que se reinauguró el 2 de abril de 2014, entre ellos los más arriesgados acróbatas. Nadie puso objeciones sobre el escenario ni sobre la naturaleza del foso. Sólo Panam aprovechó para recordar que uno de sus bailarines se había caído en pleno espectáculo (por suerte sin consecuencias serias), lo que le aseguró 15 minutos de pantalla en los programas de chimentos, mientras que Lali Espósito emitió un tuit generalista y ambiguo pidiendo más seguridad en los escenarios, aunque sin referirse específicamente al TMS. La programación del teatro se mantiene sin variantes: este fin de semana llegan Facundo Arana y Soledad Silveyra con la obra teatral “Cartas de amor”, y trascartón se anuncian los shows de Pablo Milanés (6 de abril), The Michael Jackson Experience (al día siguiente) y Pedro Aznar (el 11).

Ricardo Salim, arquitecto y teatrista, trabajó en la remodelación del edificio diseñado por Alberto Prebisch. Él destacó que al foso se le había conferido mayor profundidad para comodidad de las orquestas que fueran a utilizarlo. El tema es que, por la naturaleza de los espectáculos que alberga, no hay razón de ser para el foso en el TMS. Esa es la cuestión a resolver, al igual que la condición de la pasarela desde la que se precipitó Sergio Denis: el staff de Les Luthiers solicitó que la colocaran, quedó allí y fue muy utilizada por los artistas que interactúan con la platea. Son cuestiones de funcionalidad, no de seguridad.

Sólo Armisén sabe, en su intimidad, hasta qué punto lo conmovió el episodio. ¿Qué puede ser más doloroso para un anfitrión que encontrarse con semejante drama en su propia casa? Y sólo él sabe qué será de su futuro inmediato. Lo de Sergio Denis provocó un cimbronazo en el TMS, donde trabaja mucha gente, varios jóvenes. No fue -no es- sencillo reponerse. Es que las ramificaciones de las que se desprende la lógica de un accidente son muchísimas. El aprovechamiento político, las operaciones y la opinión descontextualizada son, seguramente, las más desagradables.

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