El “Tigre” Amaya contó que dos veces estuvo cerca de pasar a Atlético

El ex delantero del "Santo" contó por qué no quiso jugar en el "Decano".

19 Mayo 2019

En la selecta lista de los jugadores que se ganaron el corazón de la hinchada de San Martín, un lugar privilegiado lo ocupa Miguel Alberto Amaya, un goleador que hizo vivir tardes de gloria a la parcialidad de La Ciudadela.

A los 54 años, el “Tigre” dialogó con LG Deportiva para repasar lo que fue su carrera futbolística. El delantero, que nació en la localidad de Los Bulacios (Leales) el 23 de noviembre de 1964, recordó que a los 14 años estuvo muy cerca de fichar para Atlético. “En ese tiempo jugaba en los torneos infantiles que se realizaban en mi pueblo. Un día, Juan Carlos ‘Gaucho’ Leguizamón, que es oriundo de Ingenio Leales, me llevó con Carlos Sir a probarme en Atlético. En ese tiempo, sólo había cuatros divisiones (Primera, Cuarta, Quinta y Sexta) y el técnico era Antonio Rosalino Graneros. Superé la prueba que se había realizado en el Monumental y los directivos me dijeron que como era menor, al otro día debía ir con mis padres para firmar el pase en la Liga. Pero no volví más a entrenar.

- ¿Por qué tomaste esa determinación?

- Es que soy fanático de San Martín y me di cuenta que no iba a estar cómodo vistiendo esa camiseta. En esa época, como no había tantos medios de movilidad como en la actualidad, es que prácticamente no venía a la cancha y a mi pasión la vivía en Los Bulacios, a través de la radio. No me perdía ningún partido. A todos los escuchaba por alguna emisora.

- ¿Cuál fue tu primer club?

- A los 15 años fiché para Atlético Concepción, club en el que tuve la satisfacción de ascender en la temporada 1985/86 a la B Nacional. Ese plantel era dirigido por Rafael González. Luego fui a jugar a Unión Aconquija y a Concepción FC.

- ¿Cuándo comenzó a transcender tu carrera?

- Fue en 1988, cuando don Guillermo César Reynoso me llevó a Jorge Wilstermann de Bolivia. Luego me sumé al plantel de Gimnasia y Tiro de Salta, con el que ascendí a Primera división. Teníamos un equipo extraordinario, que dirigía Ricardo Rezza. Recuerdo como si fuera hoy aquel 19 de julio de 1997 cuando le ganamos por penales a Talleres de Córdoba en la final del Reducido de la B Nacional.

- Los hinchas salteños te recuerdan con mucho cariño...

- En los años que tuve la suerte de jugar en Primera, fue cuando mostré mi mejor juego. Marqué 35 goles y, con 75 tantos, me convertí en el máximo goleador de la historia de Gimnasia y Tiro.

- ¿Cuál es el mejor equipo que integraste?

- El de Gimnasia y Tiro. Ese equipo formaba con Álvarez; Castellano, Cejas, Rodríguez y Raúl Herrera; Marcelo Herrera, Iturrieta, Fabián González y Guiberguis; yo y Alfredo González. Con el “Tanque” integramos una gran delantera, porque nos conocíamos de memoria. Convertimos muchísimos goles.

- ¿Cuándo se produce tu llegada a San Martín?

- Fue en 1997. La temporada anterior la había jugado en Temuco de Chile. Lo que pocos recuerdan es que cuando decidí pegar la vuelta a Tucumán, estuve muy cerca de fichar para Atlético.

- ¿Y qué pasó que no se concretó el pase?

- Es que volvió a ganarme la pasión que tenía por San Martín y, ante la chance de poder cumplir mi sueño de chico, no lo dudé. Cuando me vine de Chile, los directivos de Atlético se anoticiaron de mi regreso y me hablaron. Estuve entrenando un tiempo con el plantel que en ese entonces dirigía Jorge Ghiso. Ya tenía todo arreglado con el “Decano”, pero un amigo me deslizó la posibilidad de ir a jugar a San Martín y dejé de lado el ofrecimiento de Atlético y llegué al “Santo”.

- ¿Cuál es el gol que más recordas con la camiseta de San Martín?

- Fue en el torneo de la B Nacional de 1997. En un partido que jugamos en La Ciudadela frente a Almirante Brown de Arrecifes. Esa tarde, recibí un pase en la mitad de la cancha, me di vuelta, levanté la vista hacia el arco de la calle Rondeau y rematé por arriba del arquero que retrocedió desesperado pero no pudo desviar mi remate. Brown era dirigido por Gerardo “Tata” Martino, que estaba dando sus primeros pasos como entrenador.

- ¿Hubo algún caso particular que te tocó vivir en los “Santos”?

- Sí, fue el 23 de noviembre de 1996. Recuerdo el día justo porque estaba cumpliendo 32 años. Esa tarde estábamos jugando contra Aldosivi por la B Nacional. Cuando iban 15 minutos del primer tiempo, se vio saltar la cerca olímpica a un hincha con una torta en la mano. Nadie entendía nada, menos Cesareo Rozitti que era el árbitro. El juez tuvo que parar el partido cuando me empezaron a cantar el feliz cumpleaños. Fue una acción de la hinchada que no olvidaré jamás.

- ¿Te gustaría volver a dirigir a San Martín, como lo hiciste en 2012?

- Trabajar en el “Santo” es algo incomparable. No pierdo la esperanza de regresar algún día para devolver parte de lo que San Martín me dio a lo largo del tiempo que estuve en el club.

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