Los ídolos populares resisten en afiches de talleres mecánicos y carnicerías. Y también en el lenguaje. Toda la prensa recordó el miércoles pasado el 43° aniversario del asesinato de Oscar Bonavena. Baleado el 22 de mayo de 1976 en el entonces burdel más grande del mundo, el Mustang Ranch de Reno, Nevada, que regenteaba el matrimonio de los mafiosos Joe y Sally Conforte. Pero pocos repararon en un dato que acaso ayuda a explicar por qué seguimos recordando a “Ringo” más allá del boxeo. Sucedió hace ocho días, el sábado 18, cuando la senadora Cristina Fernández de Kirchner anunció su fórmula como vice, junto con Alberto Fernández, con vistas a las elecciones de octubre. “Alguien -dijo la ex presidenta- decía que la experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado”. No identificó y ni siquiera dio pistas sobre quién era ese “alguien”. No importó. Toda una generación sabía que ese “alguien” autor de la frase era Bonavena.

Como sucedió mucho después con Diego Maradona (“se le escapó la tortuga”), Bonavena tuvo también otras frases que quedaron en la memoria popular. La más recordada fue aquella de que todos te alientan, todos están con vos, pero “cuando suena la campana te sacan el banquito y te quedás solo”. Recordada porque sucede arriba del ring, pero ante todo en la vida. “Ringo” solía contar con la ayuda inestimable de dos hermanos socialistas de Parque Patricios que le aportaban letra. Y memorizaba también libros de aforismos. Invitaba a un periodista a su casa y lo desafiaba. “Diga lo que se le ocurra”, decía “Ringo”. “Amistad”, seguía el juego el periodista. “Página 73 -iniciaba él al toque- la amistad es la…”. “Amor”, seguía el periodista. “Página 88. El amor es…”. Y así pasaban minutos. “Ringo” perfeccionaba todo con una impronta de barrio, más el roce que le dieron los viajes, especialmente su admiración por Estados Unidos. “Tengo muchas horas de vuelo”, decía.

Fue curioso que CFK recurriera a la figura de “Ringo”, siendo que Bonavena, era lo que hoy se definiría como un clásico “Gorila”. Era de familia peronista pero ya en los ’70 despotricaba contra el peronismo. Cuando decía “el general” no se refería a Juan Domingo Perón. Su “general” era Alejandro Agustín Lanusse, presidente de facto. También le decía “macho” o “jefe”, por desafiar a Perón. Por haberle dicho que no le daba “el cuero” para abandonar su exilio madrileño y volver a la Argentina. Perón volvió, fue elegido otra vez presidente y murió en pleno mandato. Lo sucedió su viuda, María Estela Martínez de Perón.

“Oscar -me dijo un buen amigo de Bonavena, cuando años atrás escribí su biografía “Díganme Ringo- odiaba a Isabel. Veía sus discursos por televisión. Leía los diarios y se pasaba hora y media hablando pestes de la mina antes de empezar cualquier conversación. El la miraba con ojos de extranjero”. La fuente me confió que “Ringo”, en rueda de íntimos, era aún más agresivo. “Esa ‘yegua’ -decía Bonavena- es impresentable”. “Gorila” y misógino, Bonavena no usaba esa descalificación en público, como sí sucedió medio siglo luego con CFK. El político peronista amigo de “Ringo” fue Carlos Menem, que lo invitaba a pasar la noche en su residencia cada vez que Ringo iba a La Rioja. En Buenos Aires frecuentaban bailes de odaliscas y comidas exquisitas en el restaurante árabe Horizonte. Menem se divertía con la gracia de Bonavena para contar chistes.

“Perón cumple con ciertos requisitos, pero no es el macho argentino”, desafiaba Ringo en 1973 en la revista Siete Días, días antes de que Perón volviera a la Argentina. Bonavena criticó a los deportistas que ya en los ’50 dedicaban sus triunfos a Perón y luego “mangaban trabajo al líder”. “Si decís que vas a votar a peronistas o radicales -buscaba fundamentar Ringo su idea infantil del voto calificado- tenés que explicar por qué. La computadora examina las explicaciones y si determina que sos un salame no podes votar”. ¿Sabés por qué España nos pasó por arriba? -se preguntaba y respondía con un modelo poco cercano a la democracia: “Porque en treinta y cinco años tuvieron un Franco solo”.

Un año después de su pelea cumbre -con Muhamad Alí en 1970-, Bonavena fue figura central en la boda del año, Estela, hija de Lanusse, con el folklorista Roberto Rimoldi Fraga, en la quinta de Olivos. “Con su guita y mi pinta -le dijo ‘Ringo’ a Lanusse- sería el hombre ideal”. Imposible olvidar un momento culminante del velatorio a cajón abierto. Mayo del ‘76 en el Luna Park. Dos meses antes, otro golpe de estado derrocó a “Isabelita”. Los militares estaban otra vez en el poder. Lanusse fue al Luna Park de civil. Uno de los hermanos de Bonavena miró hacia el cajón, como si ‘Ringo’ siguiera vivo. Le dijo: “Levantate Oscar, levantate que llegó el “Jefe”.

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