Eso que pasó entre el cabezazo de José Barreto al travesaño y el gol de Leandro Díaz podría denominarse un swing de dos goles: Atlético pasó de sufrir un empate que lo venía acosando hace rato, a liquidar el partido y lograr su tercera victoria consecutiva. Todo en cuestión de segundos. Una muestra de lo entretenido que fue el segundo tiempo (aunque no tenía goles hasta su minuto 49) y de la suerte que tuvo el equipo de Ricardo Zielinski.
Es curioso lo que sucede con esa palabra (suerte) en el mundo del fútbol. Hay quienes se ofenden si se la atribuyen para ganar, hay quienes la utilizan despectivamente (“ganaron de suerte”) y hay quienes veneran a quien la tiene o la puede llamar. El maestro del tango, Osvaldo Pugliese, por ejemplo, es invocado como un amuleto desde que en un recital de Charly García, en el que todo el sonido estaba saliendo mal, se compuso reproduciendo un disco del tanguero. Lo inverso sucede con la “mala suerte”. Hay nombres o palabras consideradas “mufa”.
Nadie debería ofenderse si decimos que ayer Atlético ganó gracias a la suerte. El de Barreto a los 48 del segundo tiempo fue el tercer remate de un jugador de Patronato en un palo o travesaño durante el partido. Un rato antes, Federico Mancinelli, el verdugo de Atlético en la final por el ascenso ante Huracán en 2014, estrelló el suyo en el ángulo. En el primer tiempo, Cristian Tarragona colocó su cabezazo justo en el palo derecho de Alejandro Sánchez.
La ayuda de los dioses del fútbol (o de Pugliese si es que alguno lo invocó anoche) fue innegable. El primer tema es que no sólo ganó por la suerte. Además, Atlético ganó por el exquisito tiro libre de Fabián Monzón en el primer tiempo, una parte del partido mucho más favorable para el equipo que la segunda. Un disparo al que pocos podrían atribuirlo a la suerte: no sólo hizo uno desde el mismo lugar ante Banfield el partido pasado sino que minutos antes (también desde el mismo lugar) ejecutó otro y la pelota se le fue por centímetros.
Quizás incluso tuvo mala suerte cuando el remate de Leandro Díaz rozó una de las piernas de Matías Ibáñez, sobre el final de ese primer tiempo (hubiese sido el 2-0). Aquí más que buena o mala suerte, parece haber sido una decisión incorrecta del delantero que tenía dos compañeros solos en el medio.
El otro tema es que esos dioses no siempre están de su lado. Y eso tranquiliza. ¿Cuántas veces la suerte dejó pagando a Atlético en el torneo? El gol que Central Córdoba le hizo en la fecha 2 fue gracias al sol que bloqueó la visión de Cristian Lucchetti. ¿Y si nos vamos más atrás? “Mancinelli no va a volver a hacer un gol en su puta vida”, dijo un frustrado Luis Rodríguez tras ese desempate en Mendoza ante Huracán. Claro, el defensor no es un especialista y esa tarde, probó al arco y entre Lucas Calviño y la lluvia, logró el empate que llevó el partido a la prórroga. La suerte que tuvo ese día, no la tuvo ayer, quizás maldecido por el “Pulguita”.
Ese swing de dos goles fue un swing de emociones también para todos los presentes: del miedo a la euforia por haber ganado el partido. Un partido que jugó aceptablemente en el primer tiempo, mal en el segundo y en el que tuvo suerte. Esa que otras jornadas no tuvo.