El Reino Unido le dice adiós a la Unión Europea tras medio siglo de desencuentros

Brexit Brexit REUTERS
30 Enero 2020

LONDRES.- Ayer, el Parlamento Europeo ratificó en una sesión cargada de emociones y por amplia mayoría el acuerdo de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Mañana, el Brexit será una realidad luego de más de tres años de arduas negociaciones. Se trata del punto culminante de una relación de 47 años marcada por diferencias, tensiones y altibajos.

Durante sus casi cinco décadas de permanencia en el bloque, los británicos han permanecido afuera de numerosos aspectos comunes, incluido el euro. Es como si, a lo largo de los años, el Canal de la Mancha hubiera separado más que las costas de un continente y una isla.

Aún cuando los dominios del imperio de la corona británica se extendían por los cinco continentes, el estallido de las guerras mundiales acercó al Reino Unido a sus vecinos continentales.

Tras la segunda contienda, cuando la idea de aproximar a las naciones europeas comenzó a cobrar forma, incluso el propio Winston Churchill llegó a referirse a la posibilidad de formar unos “Estados Unidos de Europa”.

Pese a ello, cuando en 1951 se puso en marcha la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), de la que con los años surgiría lo que hoy es la Unión Europea, Reino Unido no se sumó a los seis países fundadores: Alemania, Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo e Italia.

Del doble veto a la unión

En 1958, surgió la Comunidad Económica Europea (CEE) y, en 1961, un desgastado Reino Unido por las pérdidas coloniales solicitó la entrada. No lo lograría por el veto del entonces presidente francés, Charles De Gaulle. El segundo intento, seis años después, obtuvo un idéntico resultado.

Finalmente, con De Gaulle ya fuera del poder, Reino Unido entró a la CEE en 1973 junto a Dinamarca e Irlanda. En 1975, los británicos fueron convocados a un referéndum para pronunciarse sobre la permanencia en el nuevo club. Lo que para muchos consistió en el primer intento de efectuar un Brexit se saldó con un contundente 67 % a favor de la unión con Europa.

Pronto empezarían a sonar voces discordantes y críticas hacia el sistema de Bruselas. De hecho, cuando en 1978 se creó el Sistema Monetario Europeo, Reino Unido decidió permanecer a un costado.

El año 1984 marcó un hito en la relación entre el país y el resto de sus socios. La entonces primera ministra, Margaret Thatcher, consiguió negociar lo que pasaría a llamarse como el “cheque británico”. Se trataba de una compensación por las contribuciones que el país hacía al presupuesto comunitario y los escuetos fondos para su agricultura que recibía. Por aquel entonces, la “dama de hierro” llegó a expresar su rechazo a “un superestado europeo que ejerce un nuevo dominio desde Bruselas”.

A pesar del creciente euroescepticismo, la integración continuó y en 1992 nació oficialmente la actual Unión Europea con la firma del Tratado de Maastricht. Nuevamente, Londres negoció una excepción y se mantuvo al margen tanto de la unión monetaria, conservando a la libra como su moneda oficial, como del capítulo social. Lo mismo ocurrió en 1995 cuando se aprobó el acuerdo de Schengen, que suprimió las fronteras terrestres entre los estados miembros.

Crece el euroescepticismo

La llegada al gobierno del laborista Tony Blair en 1997 supuso una mejora de las relaciones con Europa. En 2004, sin embargo, tras la entrada de diez nuevos estados miembros, el arribo de inmigrantes europeos del Este sembró el rechazo de un gran sector de la población contra la Unión.

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009, Reino Unido consiguió una vez más una exención. En esta ocasión, evitó la adhesión a la Carta de Derechos Fundamentales y logró una mayor flexibilidad de decisión en cuestiones de interior y justicia.

En 2010, David Cameron se convirtió en primer ministro y consiguió la aprobación de una ley que preveía la celebración de un referéndum de salida del bloque. Con la Unión sumida en una profunda crisis económica, el líder conservador bloqueó al año siguiente una propuesta para rubricar un nuevo tratado de regulación fiscal.

En enero de 2013, Cameron planteó la posibilidad real de celebrar la consulta. “Estoy a favor de un referéndum. Creo que hay que hacer frente a esta cuestión”, sostuvo. Mientras, su gobierno intentó negociar nuevos términos de permanencia con la Unión Europea.

En 2015, el conservador consiguió la reelección y, en febrero de 2016, logró un “nuevo estatus” de Reino Unido dentro del bloque. Animado por ello -y deseoso de cerrar las críticas del ala más euroescéptica de su partido-, anunció la convocatoria de un referéndum el 23 de junio de ese año. Así, el 51,9 % de la población optó por abandonar la Unión. El largo “divorcio” se iniciaba. Finalmente, mañana llegará a su última etapa. (DPA-Télam).

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