Se cumplen hoy 207 años de la batalla de Salta. Allí, el 20 de febrero de 1813, el Ejército Libertador del Perú, al mando del general Manuel Belgrano, batió a los realistas en la derrota más completa que sufrieron en el territorio hoy argentino. Capitularon desde el general en jefe, brigadier Pío Tristán, hasta el último tambor. Y el abanderado “entregó finalmente la real insignia que simbolizaba la conquista y un vasallaje de trescientos años”, escribe Bartolomé Mitre.
Enumera los trofeos de esta victoria. Fueron “3 banderas, 17 oficiales prisioneros en el campo de batalla; 481 muertos, 114 heridos y 2.766 rendidos; incluso 5 oficiales generales, 93 de la clase de capitán a subtenientes y 2.683 individuos de tropa : en todo, 3.398 hombres, que componían todo el ejército de Tristán, sin escapar uno solo”. Esto además de 10 piezas de artillería, cinco de ellas tomadas en el combate, 2,188 fusiles, 200 espadas, carabinas y pistolas, todo su parque, su maestranza y demás pertrechos de guerra”. En suma, “los anales patriotas no recuerdan un triunfo más completo”, en tanto la pérdida del ejército patriota consistió en 103 muertos, 433 heridos y 42 contusos; “en todo, 578 hombres”.
En medio del campo “fueron enterrados los muertos en una fosa común”, y sobre ella se erigió una recia cruz de madera con la inscripción: ”Aquí yacen los vencedores y vencidos del 20 de febrero de 1813”. Destacaba Mitre que “todo fue grande y sublime en esta jornada” Belgrano, en carta al Gobierno, decía: “El Dios de los ejércitos nos ha echado su bendición: la causa de nuestra libertad e independencia se ha asegurado a esfuerzos de mis bravos compañeros de armas”.