Gerónimo Vargas Aignasse llegó a la reunión de bloque el martes convencido que sus pares le debían explicaciones. Había presentado el proyecto de ley antimotoarrebatos hacía tiempo y no entendía por qué no le habían hecho sugerencias o correcciones con anterioridad, en especial en las comisiones de trabajo, que es donde se debaten posibles modificaciones. El vicepresidente de la Legislatura entendió que, al criticarle la iniciativa en sesión, había algo raro. Por eso ingresó para plantear esa situación: qué pasa que “me boicotean”. Su planteo sonaba bastante lógico y comprensible desde ese punto de vista.

Sin embargo, cuando ingresó al encuentro se topó él mismo con cuestionamientos. Uno de los que lo frenó en seco fue el influyente Juan Antonio Ruiz Olivares. Al líder del oeste tucumano le salió el “gallego” y le recriminó a Vargas Aignasse sus ímpetus de actuar en soledad y sin consulta alguna con el bloque. El resto de los peronistas y aliados no decían ni mu. Ruiz Olivares es un experimentado parlamentario, con manejo de un partido que sumó legisladores, intendentes, concejales y delegados comunales. No es cualquier legislador.

Con sus palabras se equilibró el reclamo de uno y otros y varios alzaron la voz. Vargas Aignasse llamó a trabajar en conjunto por el Gobierno y dijo que actuaba en base a lo que se le sugería -o se consensuaba- con el Poder Ejecutivo. Sus pares respondieron que estaba bien, que todos iban a apoyar la gestión de Juan Manzur, pero que no había lugar para “líberos” que dejaran afuera al bloque, es decir, a la Legislatura. Incluso hubo quienes le cuestionaron algún cambio “de bando” de último momento en elecciones pasadas.

Osvaldo Jaldo participó de la reunión cuando el debate ya estaba abierto. Pidió respeto por el Poder Legislativo, pero también unidad en estos momentos de pandemia y profunda crisis económica. En realidad, el vicegobernador fue a poner paños fríos, temiendo portazos o rupturas en la bancada. Su presencia aseguró que la sangre no llegara al río y terminara alejando a Vargas Aignasse, lo que podría haber metido ruido a la relación con Manzur. Es sabido que fue el propio gobernador el que pidió que el ex diputado nacional fuera parte de la mesa de conducción de la Cámara.

Así, los trapos sucios se lavaron en casa, bajo promesa de que no trascendiera lo que durante más de tres horas se dijeron los legisladores. El único tema no fue la ley antimotochorros. También se discutió sobre actitudes personales de algunos en detrimento de otros y sobre los “ataques” que sufre el Parlamento y que se atribuyen a algunos personajes cercanos al mandatario.

Sin ir más lejos, en menos de 10 días circularon dos informaciones falsas que apuntaban a perjudicar al vicegobernador y al presidente subrogante, Regino Amado. Ambas parecían verdaderas, se viralizaron y tuvieron que salir a desmentirlas. En este tipo de acciones los legisladores (menos aún Jaldo) no creen en casualidades, sino más bien en acciones arteras del entorno de Manzur para debilitar la férrea columna que armó el vicegobernador detrás suyo en la Legislatura. Apuntan a un sector en particular, que casualmente se alejó del bloque mientras más cerca estaba de la estructura de manzuristas duros. Cuanto más se acerca Jaldo a Manzur -y viceversa- más panfletos aparecen apuntando a la Cámara.

Armando Cortalezzi, que siempre se caracterizó por no esquivarles a las preguntas incómodas, dejó en claro dos cuestiones luego de la reunión del martes. Por un lado, que el llamado a la moderación fue absorbido. En diálogo con LA GACETA Play, tiró la pelota afuera cuando se le consultó respecto de los roces con Vargas Aignasse y se mostró conciliador. Incluso dijo que había que trabajar en conjunto y que no había margen para internas. Pero, por otro lado, lanzó una advertencia, consultado sobre esos supuestos ataques contra la Cámara: los que hoy buscan sacar rédito de la situación se quedarán afuera de todo. “El peronismo acomoda siempre estas cuestiones y los que no lo entienden o actúan mal se quedan sin espacio”, dijo sin dar nombres. En criollo, la interna silenciosa se terminará arreglando tarde o temprano y los que están “haciendo una de más” deberán buscar otro rumbo.

El mandato de bloque fue claro: moderación y respeto de la línea de mando. A partir de ahora, los proyectos del Ejecutivo deben pasar por el vicegobernador o por el titular del bloque, Roque Álvarez.

Por lo pronto, el gobernador y su vice volvieron a recorrer juntos la Provincia, cuando esa práctica se había vuelto poco habitual. Al parecer, ambos acordaron que por ahora hay que mostrar unidad y bajar esa orden hasta las bases. El problema es que algunos parecen no entender el mensaje y otros creen que esa presunta unión durará poco. Ambos también son claros en algo: no admitirán exabruptos de terceros. Jaldo lo explicitó cuando mandó a “que se vaya el que no esté a gusto con el bloque”, ante el enojo público de Vargas Aignasse. Manzur fue menos público, pero más claro aún. En la entrega de viviendas en San Andrés estampó un afectuoso abrazo al “Mellizo” Ramos, líder del Sitravi, mientras la interventora del Instituto de la Vivienda observaba atónita. El sindicalista trabajó para Manzur en los comicios y el mandatario se lo recordó a Stella Maris Córdoba con ese abrazo.

Los líderes de la Provincia están atentos y juegan silenciosamente, con gestos, fotos y pocas palabras el larguísimo partido de la sucesión del poder.

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