Teatro en crisis: Sala Ross agota sus esperanzas de sobrevivir

El espacio de Laprida 135 recibe el apoyo de la comunidad artística ante la posibilidad de cerrar. Una historia de 13 años, con raíz familiar.

ESPACIO ARTÍSTICO. Sala Ross reúne distintas manifestaciones en su primer piso de Laprida 135, en pleno centro. ESPACIO ARTÍSTICO. Sala Ross reúne distintas manifestaciones en su primer piso de Laprida 135, en pleno centro.

Una sala teatral es mucho más que un lugar. Es un sitio donde las pasiones han latido con fuerza inusitada, donde se han vivido muchas vidas (reales y de ficción), donde los recuerdos se respiran por los rincones, donde las paredes guardan suspiros y gritos.

Durante 13 años, Sala Ross se sacudió todos los días de la semana con el pulso de miles de alumnos y cientos de obras que pasaron por los altos de Laprida 135. Abrió en marzo de 2007 y el mismo mes de este año cerró sus puertas por la pandemia, con la esperanza de reabrirlas lo antes posible. Ese futuro parece no llegar nunca, y ha puesto a sus responsables, Viviana Perea y Lucas Rodríguez, contra las cuerdas.

La posibilidad de que este sueño teatral independiente llegue a su fin sacudió a la comunidad artística tucumana, que reclama una ayuda especial del Estado para garantizar su subsistencia en esta crisis. En menos de 24 horas, un petitorio virtual (abierto para la adhesión desde el link https://www.peticiones.com.ar/apoyode_la_comunidad_teatral_a_sala_ross__tucuman_noalcierredesalaross?fbclid=IwAR2ap5zmwuzIVrAx5r_uUMq1fFngBCHlt9PdzAdg9rbYDFnLL9xN2rO6tmk) reunió cerca de 400 firmas.

“Es una bola de nieve que se viene juntando, imposibilitados de ensayar, hacer funciones o dar clases, lo que ha provocado más del 70% de caída en nuestros ingresos -describe Perea-. Funciona en un inmueble alquilado a un monto elevado, que ha provocado una situación sumamente desesperante para nosotros. Nada parece mejorar y corremos el riesgo de no poder cubrir gastos, servicios, impuestos, sueldos ni reparaciones. Es un ahogo financiero que, de no contar con ayuda de algún organismo, nos va a llevar al cierre”.

Perea no se da por vencida. La energía para seguir viene de sus ancestros. “Ana María Ross era mi abuela materna. Nació en 1934 e incursionó en el radioteatro de muy joven en el personaje de ‘la damita’, pero sus cuatro hermanos varones decidieron que dejara la actividad artística para dedicarse a las tareas del hogar, y su carrera quedó trunca. Pero sus ganas eran tan fuertes que le inculcó a su hija, mi madre, el amor por las tablas y fue parte del elenco del Liceo Nacional de Señoritas, hasta que también se alejó de la actuación. En la segunda generación tres nietas nos volvimos al teatro: mi hermana Cecilia, mi prima Emilse y yo. Esta sala es un pequeño homenaje a mi abuela”, confiesa. Además, es una de las pocas opciones teatrales independientes que quedan en el cada vez más despoblado centro tucumano.

PUERTA SIEMPRE ABIERTA. Una escalera conduce a la magia del teatro. PUERTA SIEMPRE ABIERTA. Una escalera conduce a la magia del teatro.

Según sus cálculos, sus aulas formaron a más de 5.000 alumnos (actualmente dictan clases on line). También fueron sede de festivales nacionales e internacionales, cada año realizan más de 100 funciones y muestras de talleres y desarrollan proyectos de investigación sobre teatro de género y prevención de violencia.

Ante la emergencia actual presentaron una nota al Instituto Nacional de Teatro (INT) pidiendo un aporte extraordinario para subsistir en la coyuntura (en marzo recibieron $90.000 del plan Podestá, que ya se gastaron) e insistieron con la posibilidad de un subsidio especial para adquirir el inmueble que ocupan, gestión que ya hicieron hace tres años y fue rechazada. También esperan el aporte anual del Ente Cultural de la Provincia, pero a valores históricos y no actualizados (“recibiremos lo mismo que el año pasado, cuando la situación era otra”, afirma), adonde iniciarán un expediente para el auxilio.

“En Tucumán no se ha planteado una ley de emergencia para el sector, no hay una política de contención específica, estamos a la deriva -sostiene Perea-. Este es un llamado de atención a las autoridades para alertarlos de que pueden cerrar otros espacios artísticos, como pasó con Fuera de Foco; somos muchos en la misma situación. Fuimos declarados de Interés Cultural Municipal por la Capital, pero eso no se ve reflejado en un apoyo económico. Y estamos pensando en otras movidas con empresas e instituciones privadas a modo de mecenazgo, y dando funciones vía streaming. Somos parte del patrimonio artístico no tangible para la creación y el encuentro, no un emprendimiento comercial”.

Agobio nacional: entre la venta de vestuarios y la despedida

La extremadamente precaria situación de los espacios artísticos en todo el país empuja a extremar la imaginación para la subsistencia, pero no siempre es exitosa. Alternativas como las funciones o los recitales por streaming pago (muchas veces, a la gorra, como en Timbre4) se enlazan con venta de entradas anticipadas para cuando se reabra el sitio (Picadero), pedidos de donaciones o, incluso, la venta de valiosos vestuarios de colección, como debió hacer el Teatro La Llave, de Córdoba. Aún así, muchas salas deben cerrar: sólo en la última semana (desde el viernes 31 de julio), ese fue el destino de la porteña Espacio 33, la entrerriana Saltimbanquis y la cordobesa Bataclana.

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