Cada vez más rugbistas tucumanos se van a jugar al exterior

Una realidad que golpea con fuerza y preocupa a los clubes.

EN ALEMANIA. Ignacio Cisint (Jockey Club) juega en Unterfhöring, de la 2nd Rugby Bundesliga. EN ALEMANIA. Ignacio Cisint (Jockey Club) juega en Unterfhöring, de la 2nd Rugby Bundesliga.
01 Septiembre 2020

“La realidad es la única verdad”, señalaba Aristóteles, y aunque la palabra profesionalismo todavía sigue generando una sensación de incomodidad dentro de un país que se enorgullece de su rugby de base amateur, el de los clubes, hay una realidad que no se puede soslayar: cada vez son más los jóvenes que sueñan con dedicarse pura y exclusivamente a jugar al rugby. Los tiempos han cambiado, las distancias se han hecho más cortas y las fronteras más flexibles, de suerte tal que lo que hasta hace una década se limitaba a algunos casos por provincia, hoy es un fenómeno en expansión: cada año, son cientos los jugadores argentinos que migran hacia ligas de diferente nivel en el exterior. Y si bien muchos se van sólo por unos meses para vivir la experiencia y luego regresan a sus clubes de origen, otros prefieren quedarse. El tema, abordado en la edición de LA GACETA de ayer, genera preocupación en clubes que temen perder a sus jugadores de mayor proyección.

“Es una realidad a la que debemos no digo someternos, pero sí adaptarnos. Me refiero a que las políticas de las Uniones deben buscarle la vuelta a esta migración, no restringiéndola sino acompañándola para que sea controlada y evitar en la medida de lo posible que los chicos terminen pasando malas experiencias en lugares lejanos y por dos pesos. En todo caso, hay que generar propuestas atractivas para que se queden en el país y en este deporte, porque hoy existen muchas otras disciplinas que les exigen menos y ofrecen resultados más rápido”, advierte Marcelo Corbalán Costilla, presidente de la Unión de Rugby de Tucumán.

“Es que los tiempos han cambiado. Los chicos de hoy no piensan igual a los de hace 10 o 20 años, y menos a los de mi época. Cuando yo jugaba, ni se me ocurría irme lejos de mi familia para jugar afuera. A lo sumo, aspirabas a llegar a un seleccionado. Pero hoy es distinto, y no les podemos negar a los chicos la posibilidad de progresar deportiva y económicamente en el exterior si así lo desean”, entiende el directivo.

Álvaro Galindo, quien jugó varios años en el Top 14 de Francia, explica que “el jugador argentino resulta muy tentador para los clubes de afuera, no sólo por sus capacidades, sino porque se adapta con mucha facilidad a cualquier tipo de rugby y porque su formación como jugador de club le permite aportar mucho en la parte grupal y social de un equipo”. Un caso ilustrativo es el de Oscar D’Amato, quien introdujo a sus compañeros de Caldas RC (Portugal) en la costumbre del asado en el club, o el de Roberto Tejerizo, que juntaba a compañeros de diferentes generaciones en torno al asador de su casa en Baia Mare (Rumania).

“Un factor a tener en cuenta es el avance de la tecnología en los últimos cinco años. Los adolescentes y pre mayores tienen acceso a vías de comunicación que antes no había, y a veces ellos mismos se consiguen el contacto deportivo o laboral”, agrega el titular de la URT.

FRANCIA. Ezequiel Cortés (Los Tarcos) en Le Havre Athletic. FRANCIA. Ezequiel Cortés (Los Tarcos) en Le Havre Athletic.

Universitario, el club de Galindo y Corbalán Costilla, es quizás es el que más jugadores jóvenes ha visto partir al exterior en los últimos dos años. “Es un éxodo difícil de frenar”, admite Galindo, impactado directamente por ser el Manager de la Academia UAR del NOA, cuya misión de formar talentos para los seleccionados y franquicias argentinas. “De todas maneras, creo que por la forma en la que se está trabajando en los clubes, en la capacitación de entrenadores, también hay buenas razones para quedarse. Un buen ejemplo es el de la Superliga Americana, que es una gran opción para que los jugadores se desarollen, siendo profesionales en las franquicias durante parte del año y con la posibilidad de volver después a sus clubes”, destaca.

El sistema UAR también genera cierta preocupación en los clubes por absorber a sus jugadores. Galindo da su visión: “eso se va dando naturalmente, como consecuencia del buen trabajo de formación que esos clubes han hecho. Hay que ponerse en el lugar del jugador, que desde chico quiere llegar a lo más alto. Y después el club siente orgullo cuando el jugador lo representa en un seleccionado. Ejemplo es Tomás Vanni: ‘Uni’ casi no pudo contar con él, pero ya tiene dos medallas doradas y es un orgullo para el club”.

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