Una forma de legado

Crónica de la relación entre un padre y un hijo cruzada por la literatura.

TAREA. Chris Offut dice que ordenó la biblioteca de su padre para entenderlo. TAREA. Chris Offut dice que ordenó la biblioteca de su padre para entenderlo.
06 Septiembre 2020

MEMORIAS

MI PADRE, EL PORNÓGRAFO

CHRIS OFFUTT

(Malas Tierras - Madrid)

Chris Offutt es hijo de Andrew Offutt. El mayor de cuatro hermanos, ha crecido en un hermoso paisaje semirural de Kentucky, entre ríos, montes y montañas.

Andrew Offutt, su padre, es escritor. Ex agente de seguros, a los 36 años ha tomado la comprometedora decisión de dedicarse exclusivamente a la literatura. Su rol en la escena sci-fi y fantasy de los EEUU de los 60 y 70 toma cierta relevancia, aunque su consagración se da como autor de pulps pornográficos bajo una veintena de seudónimos. Llega a publicar más de cuatrocientos libros; él mismo lo dice: prefiere ser un pez grande en un estanque pequeño.

Andrew Offutt, puertas adentro del hogar, se revela un hombre brillante, autosuficiente, bebedor incansable, pero déspota con su familia y carente de sentido de diplomacia, “un genio oscuro, cruel, egoísta y de un optimismo eterno”. Encerrado durante horas en su estudio, lleva por bandera aquella frase de Samuel Johnson: “nadie más que un zopenco escribiría jamás si no fuera por dinero”. Andrew se convierte en su propia exacerbación, su propio personaje, una de esas atractivas historias escondidas en los recónditos rincones de la literatura.

Cuando Andrew Offutt muere, su hijo Chris, que también se ha vuelto escritor (cuentista, novelista, autor de varias memorias), se detiene en la titánica tarea de limpiar la casa y ordenar su biblioteca, sus archivos y sus manuscritos: son ochocientos kilos de material entre inéditos, cuentos, novelas y carpetas varias. Ahora es él quien tiene el mando sobre una herencia que no termina de coagular. “Lo que había comenzado como un intento de conformar una bibliografía de la obra de papá se había transformado en una compulsión por organizar toda su biblioteca con la esperanza de entenderlo”, describe.

Es que esa función de archivero arrastra otro designio: el de recapitular sobre aquella figura omnipresente e impenetrable. Detrás de los papeles, está el hombre. Así, Chris vuelve atrás en el tiempo para hacer un recorrido por las ceremonias familiares a través de los años: lo callado, lo oculto, lo que de tan a la vista no se ve.

Encuadrada en esa larga lista de libros sobre el tema (Soriano, Auster, Rulfo, Dal Masetto, Ackerley, Kafka, Philip Roth, Le Clezio y un largo etcétera), Mi padre, el pornógrafo, de Chris Offutt, ofrece una visión descarnada y a la vez emotiva, sentida y racional al mismo tiempo, de la figura paterna, y opera como un modo de la redención, literaria, sí, pero sobre todo frente a la salud emocional, una bella y atinada forma de saldar cuentas.

© LA GACETA

Hernán Carbonel

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