Más conciencia social en la lucha contra las llamas

Los aplausos con que fue saludado el denodado esfuerzo de los pilotos en los días de lucha contra el fuego en San Javier, así como el reconocimiento a la tarea de los bomberos, guardaparques, empleados de la comuna y voluntarios que les hicieron frente a las llamas apaciguaron la angustia que generó la naturaleza devorada por el siniestro. El agradecimiento se extendió por las redes sociales y un video de los aviones regresando victoriosos al aeroclub fue simbólico. Los pilotos, héroes humildes, hicieron notar que fueron un eslabón más en la cadena y destacaron al equipo de tierra y a los bomberos. Fue una generosa tarea en equipo, acompañada constantemente por la comunidad. Sin embargo, tras los aplausos, cabe pensar en la lección que surge de esta larga semana de infierno, sobre todo porque las llamas no se han extinguido: hoy se sigue quemando parte del cerro en el sur de la provincia, desde Escaba hasta La Cocha y genera temor en las alturas donde Tucumán se funde con Catamarca. Además, la sequía va a continuar hasta el otro año.

Los daños en la montaña sólo se pueden estimar. Rodolfo Salinas, director del parque Sierra de San Javier, advirtió sobre la pérdida de especies vegetales no renovables, como quebracho, cebil o laurel, y del daño en el hábitat de especies animales. La reserva universitaria está en conversaciones con el Gobierno para realizar una campaña de reforestación en la zona devastada. También hay daños en el hábitat de los seres humanos, riesgos de derrumbe y cierta inquietud de que algunos focos ígneos desaten el infierno otra vez, si bien el jefe de los guardaparques ha enviado un mensaje de tranquilidad en ese sentido. En cuanto a los daños económicos, tampoco se han medido, si bien alguna estimación hubo en cuanto al altísimo costo del uso de los aviones agrícolas aportados para luchar contra las llamas. Ese costo, que el Gobierno se ha comprometido a cubrir, es pagado -de buen grado, por cierto- por la comunidad toda, pero entonces surge la pregunta acerca de si en algo se podría haber atenuado esta emergencia.

La respuesta abre otras inquietudes. Se considera que una de las causas del siniestro es la irresponsabilidad humana, de hacer fuego en lugares de riesgo en un medio ambiente amenazado por la sequía y en el que la falta de agua se está haciendo sentir a tal punto que se está racionando el líquido en todas partes de la provincia. Se sabe que en nuestro medio hay una cultura de hacer fuego para la cosecha de caña, para la eliminación de pastizales y de basura. Las llamas aparecen por doquier en todas partes y no son por generación espontánea, y ante las cenizas que inundan el cielo sólo se escuchan algunas quejas como si se tratara de un destino imposible de cambiar.

Al igual que los pilotos de los aviones en esta emergencia, los bomberos trabajan sin pausa en diferentes frentes ígneos y a menudo lo hacen con elementos precarios, como es el caso de los voluntarios de Yerba Buena, que ni siquiera tienen sede. Es en situaciones como esta cuando se advierte la importancia de su tarea y las carencias con que la desempeñan.

Urge entonces que se reflexione sobre lo que conviene hacer para reforzar y apoyar estas labores y, al mismo tiempo, para tomar medidas más duras que ayuden a atenuar, si no erradicar, la cultura del fuego, que da lugar a emergencias como la que se devoró parte del cerro San Javier.

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