Por Sergio Gaiteri
PARA LA GACETA - CÓRDOBA
Hay una tradición literaria en Córdoba ligada a la poesía, que ha tenido distintos momentos de superlativa calidad y se mantiene regularmente con alto nivel de producción. El fenómeno narrativo es más zigzagueante. Desde fin de siglo pasado ha habido una renovada generación de narradores que ha discutido esa hegemonía de lo lírico, pero a costa de desasirse, más por indiferencia que por estructural parricidio estético, de algunos autores precedentes que configuraban, sin llegar a tradición, ese lugar de lo narrativo. Desde un punto de vista genealógico un hito en la narrativa cordobesa es la novela de Daniel Moyano Una luz muy lejana (1966), que nombra y desacraliza el espacio a favor de una construcción regida por las leyes internas del relato y sus personajes, los desclasados del interior que se arriman tímidamente a una megalópolis industrializada que a la vez los ampara y los repele.
El campo de circulación de la literatura en Córdoba es exiguo y no posee mecanismos para la generación y mantenimiento de lectores más allá del círculo de agentes inmersos en su coto (docentes, alumnas y alumnos de talleres de escritura, periodistas culturales, lectoras y lectores ocasionales vinculados a alguna actividad del Ministerio de Educación...). Son escasos los medios en los cuales se difunde literatura, casi no hay revistas o suplementos de cultura en los cuales se discuta, se disponga al debate sobre la historia literaria, generaciones, referentes, temas, variaciones, posiciones, etcétera.
La Feria del Libro de Córdoba es un anquilosado dispositivo que jamás visibiliza creativa y sostenidamente los autores de la región. Entre los últimos diez y quince años han aparecido pequeñas editoriales que llevan adelante una interesante producción. Estos emprendimientos encuentran rápidamente su límite en la lógica restricción del campo. En la ciudad de Córdoba hay una decena de librerías (lo cual evidencia la mínima demanda existente en La Docta), y salvo en dos o tres negocios conducidos por libreros comprometidos con la literatura, las producciones locales, si es que las tienen, están relegados a estantes recónditos de esas librerías.
Para un autor cordobés el problema no es solo geográfico, es decir no solo la inserción práctica en el campo literario de Buenos Aires, donde obviamente existe un sistema de difusión más amplio y aceitado, sino esencialmente el acceso a alguna de las dos o tres editoriales hegemónicas y transnacionales que acaparan las instancias de legitimación y publicidad de una obra. Un autor de Córdoba puede cobrar visiblidad, también en su propio territorio, apuntalado por estas empresas, como resultado - independientemente de la siempre discutible calidad de una obra- de campañas de imposición de un producto en el mercado de bienes culturales.
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Sergio Gaiteri – Escritor.