Por Fabián Soberón
PARA LA GACETA - TUCUMÁN
- Quisiera que hablemos sobre una cuestión fundamental, que es la cuestión de la muerte en relación con la filosofía, a partir de la idea platónica; la idea de la filosofía como preparación para la muerte.
- Yo creo que ya es una idea fuera de tiempo, la de la preparación para la muerte. Me parece que es una idea que tuvo su tiempo pero ahora hay que pensar más bien, en la filosofía como preparación para la vida.
- Pienso en la filosofía como una forma de la racionalidad humana para prepararse ante lo desconocido o misterioso. Quizás usted me dice igual que no, que no hay forma de enfrentar lo misterioso.
- Me parece que al sentido, en lugar de buscarlo mucho teóricamente, hay que encontrarlo y descubrirlo todos los días mediante la acción. ¿No sé qué opinás vos?
- Me impactan sus respuestas porque muchos filósofos, no todos, son racionalistas y tienen una confianza en la razón.
- Bueno, yo pienso que es una acción acompañada de razonabilidad pero todos los días salir a hacer algo que uno pueda ver un aporte positivo, me parece que es la manera, no tanto de inquirir el sentido sino de imprimirle sentido a la vida de uno.
- (Risas) Me encanta porque me sorprende. Me parece que es más nietzscheana, ¿no le parece?
- ¿Más nietzscheana? En gran parte sí. Al tratar de sistematizar un poco el pensamiento de Nietzsche, encontré esas tres imágenes del filósofo: el filósofo pájaro, el que domina, trata de dominar el conjunto, ver hacia dónde vamos por ejemplo; el filósofo topo, que hunde su mirada crítica en los intersticios del lenguaje, para ver hasta qué punto el lenguaje y la realidad, el lenguaje y la razón coinciden; y finalmente, la imagen del filósofo artista, que es decirle sí a la vida.
- De alguna forma me ha respondido la pregunta que seguía acerca del sentido de la vida. Pero la pregunta que tenía preparada tenía que ver con la idea de si hay un sentido previo, antes de que alguien la dote de sentido o no.
- De pronto nos encontramos viviendo en medio de un mundo, en gran parte, difícil, y en gran parte maravilloso. El otro día, después de la lluvia que reverdecía todo, que era una maravilla, y te bastaba para alegrarte y encontrarle sentido a ese día por lo menos. Mirar, mirar la naturaleza. Yo creo que se olvidaron un poquito, el ingrediente de alegría que se le puede dar a la vida. Nos encontramos viviendo y uno tiene hijos -yo he tenido una suerte fenomenal con mis hijos- y agradeces a la vida.
- Camus recordaba siempre su origen humilde en Argelia, Sartre escribió sobre su origen burgués, se puede pensar que para Heidegger el campo o la vida en el bosque eran espacios que sentía como propios. ¿Ud. tiene algún lugar, un espacio, una zona de la ciudad que reconozca como propia?
- Te diría que el lugar donde me siento realmente yo misma es todo lo contrario de un no lugar, un aeropuerto, un cuarto anónimo de hotel, etc. A mí me gusta mucho viajar. Ahora no viajo más por razones obvias. Dentro de unos días cumplo 91 años, no son edades para andar de trotamundos pero he viajado y he gozado muchísimo y cada lugar que he visto me ha dejado mucho que pensar y pienso que de los mejores recuerdos que a uno le quedan son los recuerdos de los viajes, pero yo me siento yo misma sobre todo en mi cuarto de trabajo con los libros que he manejado, con la computadora, ahí me siento yo.
- ¿Y cree que para el pensador, para ud. como pensadora, el lugar en el que vive, digamos Tucumán o Frankfurt o Washington, influye en la manera de pensar?
- Creo que hay grados de pensamiento y de problematicidad, y con respecto a los grandes problemas, tal vez no. A esos problemas, por ejemplo, el problema ontológico, los grandes problemas éticos, los problemas religiosos, no influye de manera decisiva pero en un grado un poco menos abstracto indudablemente influye. Yo no sé si viste en el librito Ensayos y testimonios que llegó un momento en que me di cuenta que no podía repetir la famosa frase marceliana “Yo soy mi cuerpo”, que parece una frase totalmente obvia, pero era en ese momento que él la pronunció, que sería a fines de los 30, comienzos de los 40, y que significaba tomar una actitud anticartesiana, porque la mayoría de los filósofos hasta el momento, en mayor o menor medida, habían seguido siendo cartesianos. ¿Quién soy? Soy algo que piensa. ¿Y la corporeidad? Entonces para quitarle lo obvio hay que pensarla en su momento a esa frase marceliana. Y más o menos en la misma textura estuvieron después Camus, Sartre y muchos aceptaron incorporar la corporeidad. Y entonces -yo hacía poco que había tenido mis hijos-, cómo no voy a incorporar esa experiencia, es decir, se me impuso como algo que debía pensar de alguna manera, y ahí, en ese nivel de problematicidad es, yo creo, inevitable y hasta necesario incorporar ese tipo de circunstancias.
- ¿Cree que la religión, la fe, ayuda al pensamiento, habilita el pensamiento?
- Bueno, depende de qué ideas tengas de la filosofía. Yo te diría que, con respecto a los dogmas, soy agnóstica pero creo que hay cosas sagradas, y cosas sagradas que nos exigen más allá de que nosotros queramos o no, que respetemos. Y pienso que el conjunto de esas cosas sagradas permiten decir “tengo fe religiosa” ¿Qué cosas sagradas? El respeto al otro, el respeto a la existencia física y personal del otro. Eso es para mí algo que se me impone.
- ¿Qué filósofo diría ud. que hay que seguir leyendo o que ud. seguiría leyendo siempre?
- Platón, por ahí Kant, La crítica de la razón práctica. Una vez en una entrevista me preguntaban por “algún libro que influyó mucho en su carrera”. Bueno, un disparador fue Del sentimiento trágico de la vida, de Unamuno, pero una obra que me llegó a fondo: La crítica de la razón práctica, de Kant.
- ¿Y por qué cree que pasó eso? ¿Por qué cree que le llevó a fondo ese libro y no otro?
-Mirá, quizás, el hecho de ponerte a pensar es en la ley moral fundamental: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda servir como principio de legislación universal”. Te ponés a pensar eso y, bueno, ya te enamoras del libro. No sé hasta qué punto estoy de acuerdo, pero hay que pensarlo.
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