Hace 41 años, el "Pibe de Oro" llegaba a Tucumán. Todavía faltaba tiempo para que el astro tocara el cielo con las manos y dejara grabado a fuego y para siempre su nombre en la historia del fútbol mundial. Ya era sin embargo Diego Armando Maradona, el dueño de una zurda mágica, el máximo talento juvenil del campeonato argentino. Y su palabra, como siempre, buscada y anhelada.
Arribó en un vuelo de Austral al viejo aeropuerto de la provincia, en la zona donde hoy opera la terminal de ómnibus. Bajó junto a la delegación de Argentinos Juniors, vistiendo jean, remera y un abrigo blanco. Estaba acompañado por Claudia Villafañe. Ambos tenían 19 años.
Junto a la aeronave lo esperaba un periodista tucumano, Eduardo Herrera. "Conseguí filtrarme en la pista para lograr la nota", recordó el cronista, recientemente retirado en LA GACETA. Diego era la "nueva maravilla" del fútbol mundial, y acababa de liderar a la Selección Juvenil que había salido campeona del Mundial de Japón. Maradona había brillado con su juego ante las cámaras. Y comenzaba a generar entre los amantes del fútbol una pasión que, con el tiempo, se multiplicaría exponencialmente. A ese "pibe" encaró Herrera, micrófono en mano.
"Tras un tibio intento de resistencia, llegó la aceptación de la entrevista que se concretó entre la escalerilla de la nave y el hall de la aerostación. El magnetismo que ya irradiaba su figura se tradujo el día del partido (ganaron los "decanos" 2 a 1) en un Monumental atiborrado de público, con espectadores que siguieron el encuentro trepados en las columnas de iluminación", recordó Herrera en un texto de su autoría.
Con el triunfo, Atlético Tucumán eliminó al "Bicho" del Nacional. Maradona metió un golazo de tiro libre que dejó clavado y sin respuestas a Francisco Antonio Ruiz. Un sinnúmero de tucumanos se llevaron ese recuerdo eterno en las retinas. Se declararon de manera oficial 27.770 entradas vendidas. Pero las fotos y los testimonios de la época hacen pensar que, quizás, esa cifra haya sido bastante más elevada.