La pasión por el eclipse vence el temor a la pandemia

Cuarta entrega del diario de viaje del periodista encargado de la cobertura. Un mensaje por Whatsapp con un dato asombroso.

RUMBO A NEUQUÉN. Foto de Alvaro Medina / LA GACETA RUMBO A NEUQUÉN. Foto de Alvaro Medina / LA GACETA

A principio de año, quienes organizaban un viaje para presenciar el eclipse total de sol del 14 de diciembre, vieron sus planes amenazados por la pandemia: un virus sin banderas que atravesaba el planeta trayendo en sus valijas problemas de fronteras, entre cientos de males. En nuestro país, miles de ciudadanos debieron permanecer en sus hogares sin poder circular entre jurisdicciones. Eso jamás eclipsó la decisión  de los admiradores de la astronomía que nunca deshicieron sus maletas y hoy transitan por Argentina rumbo a la Patagonia, a contemplar el fenómeno.

También yo me encuentro entre los que viajan al sur atraído por este evento astronómico. Me embarco en un avión que me deja en Buenos Aires donde abordo un segundo avión que me deja en Neuquén. En el trayecto comprendo que viajar es menos complicado de lo que me imaginaba. Prácticamente no hay controles sanitarios y no piden más documentación que pasajes y DNI para cruzar los diferentes ingresos de los aeropuertos. Sin embargo el virus no deja de ser una amenaza: “son muchas las personas y pocos los cuidados”, pienso en repetidas ocasiones.

A veces el temor al contagio ensombrece la travesía, pero la emoción del objetivo es más fuerte. Pienso en las cientos de personas que abandonan su rutina para encarar una marcha plagadas de riesgos hacia el fin del mundo. Pero en esa decisión está la síntesis de lo que significa el acontecimiento.

Mientras viajo me contacto con Alberto Mansilla, director del Observatorio de Ampimpa, y hablamos de algunas de las características que hacen único al eclipse: su centro estará en territorio argentino y el sol estará alto y vertical en el cielo permitiendo un atardecer de 360 grados. La promesa es de un espectáculo inolvidable. Mansilla me envía un whatsapp donde cuenta que la última vez que un eclipse tuvo su centro en Argentina fue en 1590. A continuación me envía otro texto con un dato que me sobrecoge: “es probable que en ese momento una epidemia de viruela haya golpeado la región”.

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