Una mirada analítica que no descalifica la experiencia virtual

Carlos Correa reivindica la voluntad de contacto del artista hacia el público.

ALTO EN EL ENSAYO. Carlos Correa espera su turno. ALTO EN EL ENSAYO. Carlos Correa espera su turno.
03 Enero 2021

“Si no está presente el espectador es difícil definir a las experiencias por streaming como teatro”, sentencia el dramaturgo y director teatral tucumano Carlos Correa, quien divide su tiempo y su experiencia entre la provincia y la Capital Federal.

Más allá de la primera definición, su visión dista mucho de ser lapidaria: “no deja de ser una manifestación artística, muy respetable realmente, que expresa la voluntad de contacto en un momento donde el encuentro aún está vedado; eso yo lo aplaudo, y no me interesa ajustarme a una definición en busca de un purismo que en este momento me parece innecesario”.

La posición que asume parte de las experiencias previas, antes aún de la pandemia. “Me parece absurda una discusión (a favor o en contra de lo virtual), si se encuadra en una parte de la comunidad teatral que está acostumbrada a tramitar subsidios, concursos, becas, postulaciones a festivales y demás a través de videos de sus producciones y sometiéndolas a la mirada de un jurado. Hasta hace poco, y seguramente en algunos foros todavía hoy, se discutía si la fusión de la danza con otras disciplinas se podía llamar teatro. El arte tiene que estar en permanente movimiento; sabe por su propia práctica que, si se queda quieto, es capturado por una red de conceptos que se reafirman colectivamente y ya no puede ‘dañar’, justamente, esa serie de nociones que componen lo real”, sostiene.

Correa aclara que su posición se vincula con la idea del “corrimiento de las definiciones, el huir de las calificaciones; creo que fue André Breton quien dijo que el acta de defunción del surrealismo se firmó el día en que se publicó el primer libro sobre ese movimiento”.

“Que cada uno atienda su deseo de expresión como pueda. No estamos en una situación cómoda ni normal, y si hay colegas que, momentáneamente en muchos casos, pueden satisfacer su necesidad poética con un streaming, no le veo nada de malo y los apoyo. Algunos aducen que se da una visión errada del teatro; pero, ¿cómo saber si no hay un cierto número de personas que, de otra manera, nunca se hubieran acercado al teatro? ¿Cómo saber si esta experiencia no suma nuevos adeptos al teatro, una vez que se pueda asistir a las salas? Por supuesto que el contacto, la experiencia en vivo para los teatristas es vital, pero no se está hablando de perpetuar la práctica del streaming”, finaliza.

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