Por César Chelala
PARA LA GACETA - NUEVA YORK
Fue uno de los más grandes artistas, sino el más grande, del siglo XX. Pero como ser humano dejaba mucho que desear. Egoísta, autoritario, su conducta con las mujeres fue reprochable. Nadie, sin embargo, duda de su genio. Entre otras cosas, y junto con Georges Braque, fue el creador del cubismo, un estilo pictórico que emplea formas geométricas para dibujar formas humanas u objetos.
Algunos críticos señalan la influencia que Paul Cézanne y sus formas tridimensionales tuvieron en su estilo. Otros sugieren que las estilizadas máscaras africanas fueron otra influencia notable en él y en muchos otros artistas contemporáneos suyos.
Un artículo de Andrew Meldrum en el periódico inglés The Guardian revela el origen de esa influencia africana. Según cuenta Meldrum, en la primavera de 1907 Picasso estaba de visita en lo de Gertrude Stein, la famosa escritora norteamericana, cuando también fue de visita Henry Matisse con una escultura africana que acababa de comprar. Picasso quedó fascinado por la forma de la figura humana en esa escultura.
Según relató el escritor francés Max Jacob, quien también estaba presente en esa ocasión, Picasso tuvo la escultura en sus manos toda la noche. Mattise también estaba sorprendido por el interés de Picasso por esa escultura y luego diría: “Hablamos un largo rato sobre ella, y ese fue el comienzo de nuestro interés por el arte Negro, que mostramos en nuestras pinturas.”
Pocos días después de la visita a Gertrude Stein, Picasso fue al Museo de Etnología de Trocadero, actualmente llamado Musée de l’Homme, con su amigo André Derain. Picasso luego diría que esa visita fue crucial para su formación como artista.
"Un olor a moho y negligencia me agarró por la garganta. Estaba tan deprimido que habría elegido irme de inmediato", dijo Picasso sobre esa visita al museo. "Pero me obligué a quedarme, a examinar estas máscaras, todos esos objetos que la gente había creado con un propósito sagrado y mágico, para servir como intermediarios entre ellos y las fuerzas desconocidas y hostiles que los rodeaban, intentando de esa manera superar sus miedos. dándoles color y forma. Y entonces comprendí lo que realmente significaba la pintura. No es un proceso estético, es una forma de magia que se interpone entre nosotros y el universo hostil, un medio de tomar el poder, imponiendo una forma a nuestros terrores como así como a nuestros deseos. El día que entendí eso, encontré mi camino."
Pocas veces un relato expresa tan bien cómo un evento influyó sobre la vida de un artista. Ese evento condujo a lo que Picasso llamó su “período negro”. Aunque duró solo dos años (1907-1909), fue durante esa época cuando Picasso se convirtió en un ávido coleccionista de arte africano con el que abarrotaría su estudio en años posteriores.
“Les Demoiselles d’Avignon”
Una de las primeras obras que muestran esa relación es una las pinturas más famosas del maestro español: “Les Demoiselles d’Avignon”, producida en 1907. En ella se muestran la deformación de las caras que asumen una forma angular y geométrica, muy similar a algunas máscaras africanas, como las de la tribu Dan de Costa de Marfil.
Como escribe Nadeen Pennisi, del Palm Beach State College de Florida, “Les Demoiselles d'Avignon fue la encarnación de la rebelión de Picasso. Destruye los ideales occidentales de belleza y descarta el concepto de perspectiva del Renacimiento. Las mujeres del cuadro avanzan contra el lienzo. Se desfilan y miran directamente al espectador.”
Aunque algunos críticos sostienen que Picasso copió deliberadamente el arte africano, es más probable que simplemente éste explotó su imaginación y le permitió producir obras que mostraban esa influencia. Una anécdota personal permite entender mejor esa controversia.
Durante un viaje de trabajo a Gabón, país ubicado en la costa oeste de Africa, yo estaba alojado en casa de un amigo en las afueras de su capital, Libreville. Un día domingo en que mi amigo estaba de viaje fuera del país, decidí ir al museo ubicado en la capital, que constaba de dos plantas. Luego de visitar la planta baja decidí subir al piso superior a través de una escalera en ángulo. Justamente en el codo de la escalera tuve una experiencia única en mi vida.
Allí estaba colocada una escultura antigua africana de tamaño humano. Al verla no pude reprimir una exclamación: ¡Picasso!, prácticamente grité. Picasso no copió el arte africano. Pero es indudable que gracias a él Picasso se liberó como artista y ello le dio una magnitud y originalidad inesperada a su obra.
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