En Anillaco la procesión fue por dentro

Un minuto de silencio en la Rosadita, un crespón negro en el Paseo Menem y una oración fueron el homenaje al caudillo en su pueblo natal

HOMENAJE Y ORACIÓN.  En el Paseo Menem, museo ubicado en la entrada de Anillaco, los funcionarios hicieron una breve despedida. la gaceta / fotos de roberto delgado (enviado especial)    HOMENAJE Y ORACIÓN. En el Paseo Menem, museo ubicado en la entrada de Anillaco, los funcionarios hicieron una breve despedida. la gaceta / fotos de roberto delgado (enviado especial)

Una silenciosa lluvia de madrugada acompañó la sensación que dejó en Anillaco la muerte del anciano caudillo. Con el amanecer, las oscuras nubes del oeste y un viento fresco parecían anunciar lluvias, pero poco después volvió el fuerte sol de verano y la vida normal en este pueblo que parece no tener gente, porque muy pocos están en las calles. “Si busca a alguien, golpee las manos por ahí. Acá todos se conocen”, dice un policía. “¿Sabe qué pasa? –agrega ‘Toti’ Arias, un amigo de Carlos Saúl Menem de cuando él era gobernador de La Rioja, en los 70- Mucha gente venía a ver cómo era Anillaco, el pueblo del Presidente, pensando que era otra cosa más grande. Él lo hizo conocido, pero ahora no ha avanzado mucho. Vea la pista aérea. A él se la regalaron porque le gustaba andar en avión. Pero nada más, no tiene utilidad. Acá no es el medio para un aeropuerto”.

A las 10 de la mañana, en la entrada de “La Rosadita” se congregaron el viceintendente Gustavo Fernández y unos pocos funcionarios (el intendente, Marcelo del Moral, estuvo ayer en Buenos Aires por las honras fúnebres al caudillo) y se abrió la casona para hacer un pequeño homenaje y un minuto de silencio. La directora de Turismo y encargada de La Rosadita, Marcela Flores, informa que la familia ha pedido que se respeten los tres días de duelo y que no se muestre aún al público. Cuenta que en los últimos tiempos en que Menem regresó a la casa -hace ya varios años- prácticamente no salía, disfrutaba de las tardes en las amplias galerías y ocasionalmente recibía a alguien que pidiera pasar a verlo. Flores fue colaboradora del ex presidente en otros tiempos de su vida pública y su expresión denota la tristeza. “Fue el mejor ser humano que conocí”, lo describe.

OTROS TIEMPOS. “Toti” recuerda las visitas de Menem a Anillaco. OTROS TIEMPOS. “Toti” recuerda las visitas de Menem a Anillaco.

Señales de duelo

La comitiva se trasladó al Paseo Menem, donde se erige, desde hace tres años, el museo para recordar al caudillo. Es el único lugar que tiene un crespón negro en señal de duelo, y el luto se nota apenas en las banderas a media asta del mástil en la rotonda de acceso y en la policía del cercano pueblo de Aminga, que es la cabecera administrativa de departamento, a tres km. al sur de Anillaco.

El sacerdote Rubén del Moral, hermano del intendente, y presidente del Consejo de Políticas Sociales, da una especie de responso y lo describe: “un hombre social, que amó al pueblo, que tuvo muchos sueños, que salió de un pequeño pueblo como era en ese momento Anillaco, con 300 habitantes, y fue presidente, marca que tenía mucha visión, que amaba a su tierra. Siempre volvió a este lugar”. El viceintendente Fernández agrega: “fue una persona tremendamente humilde y un defensor a ultranza de la unión de los argentinos”.

SOBRINA SEGUNDA. Gladys Menem lo recuerda “humilde y sencillo”.  SOBRINA SEGUNDA. Gladys Menem lo recuerda “humilde y sencillo”.

Después la estrecha comitiva se retiró y las calles volvieron a estar vacías y a la normalidad. La procesión fue por dentro en Anillaco. ¿Cómo recoger el impacto de lo que ha pasado? Hay que seguir el consejo del policía y golpear las manos. Así se llega a Jorge Enrique Arias, “Toti”, ex compañero de paseos de Menem de los tiempos de su primer gobierno provincial (73-76). Jubilado de Vialidad, dice que siempre hizo versos y canciones (zambas, cucas, chayas) y que en aquellos tiempos “jugábamos con Menem a la pelota, chayábamos juntos; le gustaba andar en burro; tocaba el tambor; todas esas cosas le gustaban, cosas humildes, sencillas”.

–¿Menem gobernador andaba en burro?

–“Y sí. Él quería a todos los pueblos. Era igual que nosotros, nada más que tenía sus estudios, otras cosas, le gustaba mucho la política. Y él era gobernador, pero era más sencillo; venía cuando quería, andaba por la calle como quería. Ya, cuando era presidente, fue más distinto, la gente lo quería saludar y la guardia que tenía no lo dejaba. Acá la gente salía a saludarlo y él le decía a la custodia: ‘no, ellos son mis hermanos, los quiero tocar, qué me pueden hacer ellos”.

Aunque se dice que quedan en la zona del barrio La Pampa familiares de segundo grado, no hay en Anillaco personas de apellido Menem. Apenas en Aminga una sobrina segunda, Gladys Menem, lo recuerda como el tío que le dio trabajo en Vivienda, “buen consejero, muy noble, muy sencillo y tenía esa humildad con la gente obrera”. Ubicar a Gladys, jubilada de 63 años, fue sencillo, con el método de golpear las manos en las casas. En Aminga también todos se conocen. Ella relata: “Cada vez que venía, festejaba los años acá en la hostería esa que dice ‘Los amigos’ (en la entrada); ahí hacía los almuerzos con todos”.

Improbable regreso

Algunos se preguntaban si volverían los restos del ex presidente a su pueblo natal. Poco queda de su origen. La casa paterna, una vieja construcción de piedra ubicada en la esquina de la calle principal y la calle Menem, hace tiempo fue vendida. La Rosadita acaso se convierta en museo. La dueña de la casa de artículos regionales “El Caudillo”, Patricia Olivera, cree que si Zulemita Menem decide traer los restos, “será un antes y un después para Anillaco”. Pero “Toti” no cree que eso pueda pasar. “Mire ese roce con la señora (Zulema), la separación… a la señora no le gustaba, no venía nunca. En cambio la hija sí, porque él amaba esto. Pero la familia de él es de otra religión. Él era único católico. Ellos tienen su cementerio”.

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